domingo, 20 de noviembre de 2011

20-N: Cayó el penúltimo mito



Llegó el 20-N porque así lo quiso ZP y con él, tras la “España, socialista de siempre” con la que machaconamente nos han torpedeado, cae hecho añicos el penúltimo mito -quedan muchos por inventar- que los “historiadores de la memoria” mantenían aún vigente: la “Andalucía de izquierdas de toda la vida” ha acabado entregando la cuchara que sólo la ficción y la fábula de los últimos treinta años, alentadas por la práctica totalidad de los imperios mediáticos, se han encargado de popularizar entre las dos últimas generaciones de españoles.

La fundamental y radical decisión de la soberanía nacional en el día de hoy, necesaria más que nunca, supone una bocanada de aire fresco en las anquilosadas estructuras de un Gobierno vergonzosa y deliberadamente miope ante la crisis y de una Administración gustosamente entregada al populismo barato, en detrimento de la honradez, de la lealtad y de las más elementales reglas de la eficiencia, de la eficacia y del buen gobierno. Pese a todo, la extraordinaria responsabilidad que supone afrontar la recomposición de un país hecho unos zorros deja un regusto amargo que sólo podrá endulzarse a base de esfuerzo, verdad y honradez.

Si importante es la lección de hoy para los que a sí mismos se han considerado “los buenos de la película democrática”, más necesaria aún sigue siendo la del próximo marzo en esta Andalucía del enchufismo, del despilfarro y de la corrupción que nos sigue situando, tres décadas después de poder absoluto de un régimen taciturno y decrépito, a la cola del desarrollo español y del progreso europeo.

El mérito de hoy es también de ese oasis de libertad que han supuesto los modestos medios de comunicación libres nacidos en los últimos años, que -junto a las lamentables decisiones y ausencia de efectivas medidas de un gobierno infame, justo es reconocerlo- han acabado convirtiéndose en los necesarios altavoces de un nada despreciable sector de la población fatalmente acallado y ninguneado durante demasiado tiempo. Ellos han contribuido al triunfo de una sociedad aparentemente desencantada, disfrazada de progre a la fuerza y a la que se le ha pretendido birlar -en provecho propio- la honestidad, la verdad, la vergüenza y la dignidad, virtudes todas ellas de las que, sin escrúpulos, se habían adueñado los que hoy han cosechado una derrota con claros precedentes -eso dice la Historia sin apellidos- en otros periodos democráticos.

20-N, una vez más, ha vuelto a caer un mito. No será el último.

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