jueves, 9 de marzo de 2017

Andalucía: Miles de “ricos” repudian la herencia




09/03/17. Mi colaboración de ayer en El Demócrata Liberal


“Susana Díaz: 'los impuestos van a ser siempre progresivos en Andalucía y no vamos a beneficiar a los ricos ni a quienes heredan cinco, diez o quince millones de euros'”

“¿Pero cuántos “ricos” hay en Andalucía? Usted lo es, o puede serlo, si hereda un pisito en Sevilla con un valor catastral de 16,5 millones de las antiguas pesetas”

“Veinte andaluces, ante la imposibilidad de pagar el impuesto de la muerte, repudian a diario la herencia”

Clavelina, una asturiana de 82 años, es noticia estos días por la cruzada que ha emprendido contra el expolio del impuesto de Sucesiones y Donaciones allí donde don Pelayo comenzó a mostrar su hartazgo de “alianzas de civilizaciones” y otras necedades: tras heredar el piso de su hermano valorado en 300.000 euros, el Principado le reclamó la friolera de 80.000 en efectivo. Solo le quedaba buscarse la vida para lograr la pasta, malvender el inmueble en el plazo de seis meses marcado por la ley para pagar íntegra y religiosamente la cuota, u olvidarse del ahorro en forma de ladrillos labrado por su pariente durante años.

Y no solo en Asturias: el impuesto de la muerte, como se le ha denominado, en Andalucía sigue de latente actualidad. Las alharacas ciudadanitas del pasado verano, que acompañaron la puesta en escena de la nueva regulación, han devenido en marcha fúnebre con su entrada en vigor a primeros de año.

Los chicos de Albert, con Joan Marín, el hombre del flequillo inquietante, a la cabeza, han podido constatar en tan breve lapso de tiempo la injusticia -por su cortedad- y la ineficacia del tan celebrado acuerdo. Tanto que su intento de nuevas reformas de la mano de los populares tendrá que esperar al menos hasta que se negocien los próximos presupuestos; eso sí, si antes la presión en las calles, como remedo de lo ocurrido con los hospitales granadinos, no obliga a recular a estapresidenta, la misma que pretende que no se menee un varal del sacrosanto régimen en tanto en cuanto coge el AVE que la lleve directamente de San Telmo a Ferraz y quién sabe si -hay gente pa tó- a La Moncloa.

Cierto es que la nueva regulación supone un cierto alivio en determinados casos, lo que no empece para que Andalucía siga encabezando la indigna clasificación del importe de tan desmesurado impuesto, a años luz de Baleares, Canarias, Madrid, La Rioja, o los territorios forales, que abonan importes simbólicos. El artículo 14 de la Constitución, que proclama la igualdad de los españoles ante la ley, continúa vigente al parecer, salvo para el Ministerio de Hacienda que puso en manos de las 17 taifas -y sigue sin enmendar- una horquilla en la sucesión mortis causa que va desde el gratis total de la herencia al repudio forzado de la misma, desde el riojano que no tributa por percibir hasta medio millón de euros a la andaluza que le arramplan cien o mil veces más que si residiera en Valdemoro o en La Gomera.

Solo las herencias de las explotaciones agrarias han obtenido una apreciable reducción, merma que, en sí misma considerada, no es tal porque se requiere que el heredero esté inmerso en el uso y aprovechamiento del negocio, lo que, al tiempo, evidencia la cacicada ejercida hasta la fecha. Del mismo modo, la herencia de la vivienda habitual se continuará liquidando por el valor real del inmueble, con reducciones progresivas hasta el 95 % a partir de los 242.000 euros. Pero no es oro -o quizá sí- todo lo que reluce: a la hora de hacer caja, la Orden de 25 de mayo de 2015 de la Consejería de Hacienda (que publica los precios medios de las fincas e inmuebles en cada municipio y que se utilizan para calcular la cuota de este impuesto), no encuentra diferencias a la hora de valorar un edificio en la avenida principal de una localidad o una nave de aperos en terreno rústico, a 20 o 30 kilómetros del casco urbano.

El “error de salto” llegó al Hospital de las Cinco Llagas la pasada semana: hasta el pasado 31 de diciembre (referidos a los parientes directos del finado y al valor de todos los bienes recibidos excepto la vivienda habitual) quien superaba los 175.000 euros exentos cotizaba 26.700 a las arcas andaluzas; desde primeros de año, quien reciba en herencia cincuenta céntimos por encima de los 250.000 euros ha de apoquinar a la tesorería 47.000, nueve mil euros más que con la anterior regulación, o lo que es los mismo, un 23 % más que antes del gozoso pacto. A tan simple regla de tres de la oposición respondía engolada la presidente que no está dispuesta “a bonificar un impuesto para ricos”, enfatizando que “los impuestos van a ser siempre progresivos en Andalucía y no vamos a beneficiar a los ricos ni a quienes heredan cinco, diez o quince millones de euros”.

¿Pero cuántos “ricos” hay en Andalucía? Según la ley no son pocos: usted lo es o puede serlo, tenga los ingresos y/o deudas que tenga, si hereda un pisito en Sevilla con un valor catastral de 16 millones y medio de las antiguas pesetas, pues la Junta no se coge los dedos con las valoraciones y aplica un coeficiente multiplicador ya de por sí desorbitado tras el catastrazo y que en el caso de la capital de Andalucía es el 2,55.

Para colmo hemos de soportar que la Consejera de Hacienda ningunee el intelecto del prójimo cuando, sin ruborizarse, va y proclama que “en Andalucía, el impuesto de sucesiones es tan alto por culpa del gobierno central que lo descentralizó y lo mejor es que se marque un techo de cuota”, evidenciando que a ella, puestos a elegir, le pone más el ancho del embudo. La soledad va siendo tal que no les queda ya ni echar mano del recurrente “al igual que en los países de nuestro entorno”, pues la mitad de los miembros de la OCDE lo han suprimido.

El problema no es de riqueza ni de pobreza sino de justicia, de legalidad. La doble imposición se pone de manifiesto cuando una misma renta está sujeta a más de un gravamen, aunque sea en personas distintas. Sigue sin tener sentido que al heredar haya que pagar por bienes que han tributado durante años y por diferentes conceptos como ocurre -aunque no solo- con los inmuebles, y que hemos logrado sacar adelante estoica y milagrosamente tras el continuo bombardeo en forma de IVA, IRPF, IBI, contribuciones especiales o plusvalías.

Veinte andaluces, ante la imposibilidad de pagar el impuesto de la muerte, repudian a diario la herencia. Veinte “ricos” menos en la búsqueda gozosa de la revolución pendiente. Veinte “ricos” que el 21 de marzo a las 12 están llamados a las puertas de todos los ayuntamientos de España para decir basta. De la respuesta en la calle dependerá la continuidad o no del latrocinio.

A falta de un Spiriman en la materia: ¡Clavelina, vente pa Andalucía, tía!

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