11/05/17.
Mi colaboración de ayer en El Demócrata Liberal
¿Quién
es Emmanuel?
Su
principal hazaña ha consistido en implementar -tras elogiar y tomar como
ejemplo la llevada a cabo por Mariano Rajoy en España- la polémica reforma
laboral que ha desatado desde marzo huelgas y manifestaciones, incluidos
bloqueos de infraestructuras estratégicas
Quien
estaba en el ojo del huracán y hace menos de un año era recibido a huevazos por
los franceses, es paseado ahora a la sillita de la reina por sus
compatriotas al tiempo que se convierte en la esperanza de Europa
Hemos sabido que,
al grito actualizado del histórico L'État c'est moi, Emmanuel Macron,
cuan Luis XIV redivivo, ha llegado al Elíseo en apenas siete meses, abandonando
a su suerte al Partido Socialista, poniéndose por montera la tricolor y gracias
al respaldo de dos de cada tres votantes galos.
Francia vuelve a
respirar, sale de la UCI y -eso dicen- el resto de Europa con ella. La linterna
europea encendida en 1789, la de los derechos humanos, la de los códigos
centenarios, alumbra de nuevo al Viejo Continente el camino a seguir. La
salvación de las instituciones europeas es un hecho... de momento. Desde el
domingo a la tarde todo son halagos y felicitaciones mutuas. Pero, ¿han
acertado nuestros vecinos gabachos?
Si nos centramos en
lo inmediato, sin duda: la política anunciada por su contrincante, Marine Le
Pen, hubiera supuesto, de momento, el hundimiento de las instituciones
europeas, de la moneda única, de un mercado común incapaz de taponar tal vía de
agua. El Brexit sería solo un juego de niños comparado con la salida de
Francia de la Unión. El mal, sin embargo, parece inoculado y los números
no pueden obviarse: un 25 % de abstención, sumado a un desconcertante 12 % de
voto en blanco, ha conllevado que, en las urnas, uno de cada tres franceses se
haya decantado por la candidata ultraderechista. Y esas cifras dan pavor, más
aún cuando nos centramos en la biografía política del salvador de este match
ball.
¿Quién es
Macron?
Hace ahora cinco
años las esperanzas de Europa se ponían en el todavía inquilino del Elíseo,
François Hollande: la Gauche Divine y la izquierda más rancia gozaban,
se derretían casi, con la inminente regeneración de Francia y el encauzamiento
de una Unión Europea a la deriva por la crisis de 2008. Los hechos han superado
con creces el bla, bla, bla.
Precisamente es de
aquella debacle de donde surge la nueva estrella del firmamento político:
defensor a ultranza de la "liberalización de la economía", la
principal hazaña de Macron ha consistido en implementar -eludiendo al
parlamento, vía artículo 49.3 de la Constitución, tras
elogiar y tomar como ejemplo la llevada a cabo por Mariano Rajoy en España-
la polémica reforma laboral de la ministra de Empleo, Myriam el Khomri, que ha
desatado desde marzo huelgas y
manifestaciones por todo el país, incluidos bloqueos de infraestructuras
estratégicas. Una medida, sin embargo, que al exbanquero le ha sabido a
poco cuando afirma sin achantarse que “transformará el código de trabajo por
decreto” o que “hay
que ir más allá de la reforma laboral y poner el foco en la empresa,
priorizando la inversión productiva y la formación en lugar de los salarios y
los dividendos”, o cuando propone recortar
el gasto público en 60.000 millones de euros eliminando 120.000 puestos de
funcionarios.
Ese era su programa
político, al menos hasta el momento del discurso triomphant en el
corral del Louvre del pasado domingo, en el que nada se oyó de reformas, de
economía, tampoco de islamismo, de la edad de jubilación, de las 35 horas, del
índice de natalidad...
La grandeur está de vuelta pero las dudas persisten. Francia -la necesidad obliga- se la ha jugado negando el voto a Le Pen y poniendo su destino en manos de un auténtico desconocido que, al menos, aleja de momento los fantasmas de otros instantes dramáticos de la historia. Tanto que quien estaba en el ojo del huracán y hace menos de un año era recibido a huevazos por los franceses, es paseado ahora a la sillita de la reina por sus compatriotas, al tiempo que se convierte -otra vez, ¿les suena?- en la esperanza de Europa. ¡Virgencita, que me quede como estoy!
No hay comentarios:
Publicar un comentario