sábado, 26 de agosto de 2017

Sergio Rico, penaltis y faltas: una cuestión de Física






El debate de la portería en torno a Sergio Rico continúa abierto: hace relativamente poco tiempo, cuando el Sevilla le buscaba una salida al joven cancerbero en forma de cesión -con salida y retorno casi garantizados una vez hecho portero- se entrometió el Marqués de Del Bosque, convocándolo para la selección al parecer con el único fin de torpedear la operación de cesión. Tras una sola comparecencia con el combinado nacional y diversas convocatorias para rellenar huecos, y con la llegada de Lopetegui, de él nunca más se supo.


Este verano volvían rumores de que “grandes de Europa” bebían los vientos por el titular de la portería sevillista y, cuando todo indicaba que podía salir, va el Sevilla y lo renueva, con lo que podría estarse de acuerdo siempre que tal decisión viniera de la mano de una cesión donde, al lado de sus grandes virtudes, pulir sus defectos.

Nunca podrá decirse que es un mal portero, jamás se tachará de bluf. Sus virtudes son incuestionables tanto como su principal defecto, el mismo que comparte con los responsables del cuerpo técnico, y en especial con los preparadores de porteros que en el Sevilla han sido y son, y que no es otro que la esperpéntica defensa puesta en liza para defender los golpes francos directos o los lanzamientos desde el punto de penalti.

En su haber como profesional un solo penalti rechazado que, para más inri, acabó en gol un segundo después. Bastaría con haber aguantado la posición centrada en el marco para haber detenido al menos la mitad de los lanzamientos sufridos.

Pero el desatinado problema surge a la hora de situar la barrera y su posterior posicionamiento bajo los palos. La situación vivida en el último minuto del partido europeo del martes ante los turcos no es más que la evidencia de tantos y tantos encuentros: falta al borde del área, nerviosera generalizada en la grada, manos a la cabeza de quienes vaticinan lo irremediable, barrera defendiendo el flanco derecho y cara desencajada de nuestro portero otra vez -sí, otra vez- plantado (más bien atado) a poco más de un metro del palo izquierdo... Si vale más una imagen que mil palabras, la fotografía que encabeza este ensayo lo deja bien claro: en el momento del lanzamiento, la nariz de Sergio Rico estaba a 1,27 metros del palo izquierdo y a 6,05 del derecho.

Todos los presentes augurábamos que, superada la barrera, nos despedíamos de la primera competición continental. Más aún cuando vimos salir delicadamente la pelota del pie izquierdo de Emre Belözoglu... Solo la providencia en forma de palo imantado evitó la debacle. Nuestro portero (imposible llegar a ese balón desde su situación de partida) se limitó a una estirada palomitera de Pulitzer asegurado.

Cualquier técnico en la materia asegurará que esa es la forma: "proteger con la barrera de hombres un palo mientras el portero guarda el otro". Naturalmente, pero cosa bien distinta es la proporcionalidad empleada: Por un lado, si quieres ver salir el balón y tener posibilidades de rechazarlo, dicen los sabios de esto que cuatro componentes mejor que cinco pero nunca seis; por otro, dejar al descubierto e inmaculado más de un 80 % de portería con el único obstáculo de una barrera fácilmente superable es una invitación sutil al lanzador para, mediante un golpeo que no tiene que ser en absoluto intenso, poner el esférico en un lugar lejos del alcance de un portero encadenado al palo más próximo, en un sitio donde por pura física nunca podrá llegar.

Todavía en el recuerdo la final de Varsovia: minuto 45 del primer tiempo y misma situación. Entonces fue el ucraniano Ruslan Rotan (y con toda seguridad su técnico) los que tenían claros los problemas de móviles, los conceptos de la Física del Movimiento (distancia, velocidad, aceleración, parábolas...) que estudiamos en Bachiller: Toquecito superando la barrera para igualar el choque por parte de los ucranianos en una final que, felizmente, nos embolsicamos gracias a Bacca y a una segunda parte portentosa de los nuestros.

Urge un entrenador de porteros. La presencia de Andrés Palop al mando del Sevilla Atlético, como se rumoreó este verano, hubiera supuesto en este otro apartado un plus impagable en forma de puntos y eliminatorias superadas, algo que, a estas alturas, continúa en el alero.


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