martes, 19 de noviembre de 2024

La tragedia y las responsabilidades


18/11/24. Mi colaboración de ayer en Sevillainfo

“Que las explicaciones de Mazón no son suficientes, sin duda; que las del presidente del Gobierno y de la ministra de Medio Ambiente las desconocemos porque ni están, ni se les espera -dicen ahora, uno que esperemos a la próxima semana, otra que pasado mañana-, sin duda…”

¡Entre todos la mataron y ella solita se murió! La tragedia de Valencia ha desembocado en una riada de mutuos reproches entre los principales partidos (PP y PSOE), cuyo caudal, a modo de afluentes, han desbordado los partidos satélites que mantienen al asediado de imputados en el Gobierno. Zanjemos la cuestión. Para ello qué mejor que irnos a la ley: en lo que interesa a la disputa y reparto de responsabilidades del 29-O en Valencia, nos esclarecerá las ideas sobre este asunto el Real Decreto Legislativo 1/2001, publicado el 24 de julio de 2001en el BOE, por el que se aprobó el texto refundido de la Ley de Aguas y que derogó, entre otras disposiciones, la anterior Ley 29/1985, de Aguas.

Ya el artículo 1 deja claro que las aguas continentales superficiales, así como las subterráneas renovables, integradas todas ellas en el ciclo hidrológico, constituyen un recurso unitario, subordinado al interés general, que forma parte del dominio público estatal como dominio público hidráulico y que corresponde al Estado, en todo caso, y en los términos que se establecen en esta Ley, la planificación hidrológica a la que deberá someterse toda actuación sobre el dominio público hidráulico. ¿Vamos centrando la cuestión?

El 2 lo especifica aún más definiendo que el dominio público hidráulico del Estado está constituido, entre otros, por: las aguas continentales, tanto las superficiales como las subterráneas renovables y los cauces de corrientes naturales, continuas o discontinuas.

Se entromete en la disquisición el artículo 3, que por su curiosidad, interés y desconocimiento casi general dejaremos para el final a modo de epílogo.

Dentro del Título I, dedicado al dominio público hidráulico del Estado, el Capítulo II define los cauces, riberas y márgenes y el III los lagos, lagunas, embalses y terrenos inundables.

El Título II, “De la administración pública del agua”, dedica, dentro del Capítulo I, el artículo 17 a las “Funciones del Estado en relación con el dominio público hidráulico” y, especialmente, el apartado a) concluye que, en el marco de las competencias atribuidas por la Constitución, el Estado ejercerá “la planificación hidrológica y la realización de los planes estatales de infraestructuras hidráulicas o cualquier otro que forme parte de ellas”. Por su parte, el 18 se pronuncia sobre el régimen jurídico básico aplicable a las Comunidades Autónomas, dejando meridianamente claro que ejercerán su competencia sobre el dominio público hidráulico en cuencas hidrográficas comprendidas íntegramente dentro de su territorio. No es el caso del Júcar ¿Me siguen?

El Capítulo III, dedicado a los organismos de cuenca, a los que denomina confederaciones hidrográficas, los define como organismos autónomos de los previstos en el artículo 43.1.ª) de la Ley 6/1997, de 14 de abril, de Organización y Funcionamiento de la Administración General del Estado, adscritos, a efectos administrativos, al Ministerio de Medio Ambiente. Entre sus funciones (artículo 23) le adjudica la elaboración del plan hidrológico de cuenca, así como su seguimiento y revisión; la administración y control del dominio público hidráulico, o el proyecto, la construcción y explotación de las obras realizadas con cargo a los fondos propios del organismo, y las que les sean encomendadas por el Estado. También, el artículo 24 les atribuye y encomienda, para el desarrollo de sus funciones, la realización de aforos, estudios de hidrología, información sobre crecidas y control de la calidad de las aguas. Por su parte, el 29 atribuye al Consejo de Ministros, a propuesta del Ministro de Medio Ambiente, el nombramiento de sus presidentes.

El Título III, dedicado a la planificación hidrológica, define sus objetivos y establece el modo de elaboración de los planes hidrológicos de cuenca, destacando en el artículo 41.3, que, en la elaboración y revisión de los planes hidrológicos de cuenca, se preverá necesariamente la participación de los departamentos ministeriales interesados, los plazos para presentación de las propuestas por los organismos correspondientes y -¡atención, la propia ley lo destaca en negrita!- la actuación subsidiaria del Gobierno en caso de falta de propuesta, lo que evidencia el firme liderazgo y las amplias competencias que la ley concede al ejecutivo, no de forma graciosa o voluntaria sino en modo imperativo.

El artículo 42.1 establece los múltiples contenidos obligatorios de los planes hidrológicos de cuenca, destacando a efectos de nuestra valoración actual (en su apartado n') los criterios sobre estudios, actuaciones y obras para prevenir y evitar los daños debidos a inundaciones, avenidas y otros fenómenos hidráulicos.

Terminamos igual que la semana pasada: Que hay que buscar responsabilidades, sin duda; que más de dos centenares de fallecidos merecen que se conozca la verdad, sin duda; que las explicaciones de Mazón no son suficientes, sin duda; que las del presidente del Gobierno y de la ministra de Medio Ambiente las desconocemos porque ni están, ni se les espera -dicen ahora, uno que esperemos a la próxima semana, otra que pasado mañana-, sin duda; que de los desembalses que cebaron la tragedia nadie habla… todavía; que del foco del desastre (la Rambla del Poyo) y de sus responsables, se aleja el foco… de momento.

 

EPÍLOGO. El bombardeo de nubes

Paralelamente y en relación más o menos directa con lo dicho, es necesario referirse al Real Decreto 849/1986, de 11 de abril, que acoge como anexo el Reglamento del Dominio Público Hidráulico, en desarrollo de la originaria Ley de Aguas de 1985 y del Real Decreto Legislativo 1/2001.

Dije al principio que me referiría, por su curiosidad, interés y desconocimiento casi general, excepto para @CorneliaCinna, al artículo 3 del TR de la LA, que sigue diciendo a estas horas escuetamente: “La fase atmosférica del ciclo hidrológico sólo podrá ser modificada artificialmente por la Administración del Estado o por aquellos a quienes ésta autorice”. Pues bien, también enumerado con el 3, el mencionado reglamento lo desarrolla. Dice textualmente y con especial atención a las negritas:

“1. La fase atmosférica del ciclo hidrológico sólo podrá ser modificada artificialmente por la Administración del Estado o por aquellos a quienes ésta autorice.

Toda actuación pública o privada tendente a modificar el régimen de lluvias deberá ser aprobada previamente por el Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo, a propuesta del Organismo de cuenca.

2. A tal efecto, el Organismo de cuenca, a la vista del proyecto presentado por el solicitante, del conocimiento que exista sobre la materia y de los posibles efectos negativos sobre las precipitaciones en otras áreas, previo informe del Instituto Nacional de Meteorología elevará propuesta al Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo.

3. Cuando la modificación de la fase atmosférica del ciclo hidrológico tenga por finalidad evitar precipitaciones en forma de granizo o pedrisco, la autorización se otorgará por el Organismo de cuenca por un plazo de doce meses, renovables por periodos idénticos.

En la instancia se indicará el alcance de la pretensión y los medios previstos para conseguirla. El Organismo de cuenca, previos los asesoramientos que estime oportunos, otorgará la autorización con carácter discrecional, pudiendo revocarla en cualquier momento si se produjesen resultados no deseados.

4. Cuando los procedimientos empleados a los efectos de este artículo impliquen la utilización de productos o formas de energía con propiedades potencialmente adversas para la salud, se requerirá el informe favorable de la Administración Sanitaria para el otorgamiento de la autorización”.

Al margen de la normativa, encontramos publicaciones que afirman que -en España- determinados gobiernos de la nación y de Comunidades Autónomas, desde 1979, conocedores de los avances en esta materia por parte de los israelíes, han experimentado con la siembra de nubes, obteniendo unos resultados del 10% superior a la potencialidad de lluvias que contenían. Al parecer, ese porcentaje no es una nimiedad y solo el excesivo precio de las técnicas empleadas (bombardeo de las nubes con yoduro de plata) y los consiguientes choques con ecologistas, han hecho desistir a los más entusiastas. Sin embargo, Marruecos, nuestro vecino, busca alcanzar la élite.

A un profano, le surgen las preguntas a borbotones: ¿Qué es la fase atmosférica el ciclo hidrológico? ¿Modificar artificialmente la fase atmosférica del ciclo hidrológico? ¿Efectos adversos sobre la salud? ¿Supone modificar el clima?

A la primera pregunta encontramos la respuesta experta: “La fase atmosférica del ciclo hidrológico es la sucesión de etapas que atraviesa el agua al pasar de la tierra a la atmósfera y volver a la tierra: evaporación desde el suelo, mar o aguas continentales, condensación de nubes, precipitación, acumulación en el suelo o masas de agua y reevaporación”.

A la segunda responde la propia disposición reglamentaria, afirmando que podrá ser modificada artificialmente por la Administración del Estado o por aquellos a quienes ésta autorice.

A la tercera, ídem de lo mismo, requiriéndose el informe favorable de la Administración Sanitaria para el otorgamiento de la autorización.

A la última, la respuesta será diversa, aunque, seguro, reafirmándose en su tesis los creyentes, a los que podrían sumarse parte de los otrora negacionistas, los que confundan, como aquellos, el clima con el medio ambiente.


jueves, 14 de noviembre de 2024

191111. Monchi y el don de la oportunidad

 


Como he venido diciendo, siete años apartado de las RRSS, han corrido casi en paralelo con un lustro de colaboraciones muy esporádicas en otros medios y espacios tales como Letra Cursiva, El Tercer Lado, esRadio o Columnas Blancas, y que continúo actualizando en este retomado blog. Algunas, insisto, parecerán nostálgicas, otras se antojarán imposibles a la luz de los acontecimientos vividos en España y, especialmente, en Andalucía en los últimos cinco años… Ya, si hablamos de fútbol y en concreto del Sevilla FC, la situación no es la misma de entonces, no… de ninguna manera. Conformémonos ahora (ya no estamos para batallitas) con el tan socorrido y en absoluto exigente “que nos quiten lo bailao…”.

Finalizo hoy esta serie de colaboraciones prestadas en Columnas Blancas, diario sevillista donde en apenas tres meses, entre septiembre de 2019 y enero de 2020, escribí sobre asuntos relacionados con el Sevilla FC. Un total de cinco artículos que se cierra con “Monchi y el don de la oportunidad”, publicado el 11 de noviembre de 2019, cuando mi opinión sobre el de La Isla era manifiestamente mejorable (5 de 5)

 

La vuelta a casa de Ramón Rodríguez Verdejo (sinónimo de plata) es un éxito del presidente y de su consejo de administración con el que vuelve a disfrutar el sevillismo en pleno. Un logro que, con ser sustancial, resulta incomparable con el futuro inmediato que ya se nos vislumbra.

Somos legión los que, como el de San Fernando, creemos “de forma radical, extrema y ultra en este Sevilla Fútbol Club que se está cociendo, en este proyecto que se está dibujando”. Sabemos que “somos el más grande de Andalucía desde hace 130 años y que lo seguiremos siendo en los próximos 200” y que “somos la marca que mejor ha vendido la marca de esta ciudad… porque así nos parió nuestra madre, exigentes y conformistas”.

No tanto por una cuestión de juicio como de edad, he aprendido a analizar los discursos en general no sobre lo que me dicen sino sobre el trasfondo, sobre lo que me quieren decir. Y, a mí me lo parece, con esa prédica de final de año en Los Lebreros que puso a gran parte de los accionistas presentes en pie, tres lustros después del alegato de Del Nido en Madeira, el Sevilla se ha dejado algún mechón de pelos en la gatera de esa imagen ambiciosa de constante progresión.

Harían bien Monchi y el Sevilla, desde el silencio absoluto y máximo respeto, en excluir cualquier referencia, aún de forma tácita, al club menor de la ciudad, prolongando la senda de aquel septiembre de 2004 que tan majestuosos resultados ha procurado. Haría, igualmente, bien nuestro director general deportivo en no dejar traslucir la más mínima duda sobre si se aprovecha, o no, su fama y su bien ganada reputación como escudo de otras cuestiones deficientemente explicadas por parte de los dirigentes; en definitiva, haría bien en seguir desempeñando su rol como él solo sabe y en alejarse de la delgada línea que separa la oportunidad del oportunismo.

Lo obvio es irrebatible y no ha de exteriorizarse en el foro donde los administradores, anualmente de forma ordinaria, han de dar cuentas de su gestión (notable en el último ejercicio) y menos aún al comienzo de la convocatoria en lo que pudo parecer (“sed exigentes, exigid claridad, pero al mismo tiempo demos margen de credibilidad a aquellos que nos han elevado al olimpo europeo, a éxitos increíbles”) una puesta en escena destinada a atemperar los razonables ánimos de indagación de unos accionistas inquietos por el día a día y avizores del futuro de nuestro Sevilla.

Ni era el lugar ni era el momento. Lo primordial, como él mismo corroboró (“estoy convencido de que hay margen para crecer aún más a todos los niveles”), es que siga manteniendo el crédito, el que posee tras una trayectoria repleta de laureles que -excediendo objetivos- ha culminado al finalizar 2019 en el pódium del fútbol español.


miércoles, 13 de noviembre de 2024

191110. ¿Derbi? ¿Qué derbi?

 


Como he venido diciendo, siete años apartado de las RRSS, han corrido casi en paralelo con un lustro de colaboraciones muy esporádicas en otros medios y espacios tales como Letra Cursiva, El Tercer Lado, esRadio o Columnas Blancas, y que continúo actualizando en este retomado blog. Algunas, insisto, parecerán nostálgicas, otras se antojarán imposibles a la luz de los acontecimientos vividos en España y, especialmente, en Andalucía en los últimos cinco años… Ya, si hablamos de fútbol y en concreto del Sevilla FC, la situación no es la misma de entonces, no… de ninguna manera. Conformémonos ahora (ya no estamos para batallitas) con el tan socorrido y en absoluto exigente “que nos quiten lo bailao…”.

Continúo hoy con las colaboraciones prestadas en Columnas Blancas, diario sevillista donde en apenas tres meses, entre septiembre de 2019 y enero de 2020, escribí sobre asuntos relacionados con el Sevilla FC. Un total de cinco artículos que sigue con “¿Derbi? ¿Qué derbi?”, publicado el 10 de noviembre de 2019 (4 de 5)


         Decimotercera jornada liguera. El Sevilla tras deshacerse sin despeinarse del –otrora- grandioso Dudelange luxemburgués, comenzó a pensar en la madrugada del pasado viernes en su inminente rival, el equipo menor de la ciudad, al que se enfrenta en apenas unas horas.

Con la llegada de estos enfrentamientos, que todavía hay quien se empecina en llamarlos derbis, siempre se recurre a los tópicos, a la engañifa, al ensayo de estadísticas, inventarios y corolarios que tan sólo existen en la mente de los que, sin complejo de inferioridad alguno, se consideran inferiores porque objetivamente lo son.

El tópico más manoseado entre los profesionales y los gacetilleros de este deporte no es otro que “en los derbis –insisten- no hay favoritos”. La afirmación cae por sí sola. Los números que a continuación se exponen así lo demuestran. Es cierto que ante un encuentro cualquiera -incluido éste- el resultado es incierto pero una visión global de todos los enfrentamientos nos muestra palmariamente quién va siempre de ganador y quién normalmente acaba derrotado. De cada diez partidos, más de la mitad son siempre para el favorito. Es cierto que cabe la sorpresa, pero nuestra mente a priori desconoce el significado de esa palabra... "fútbol es fútbol" que categorizó Vujadin Boskov.

Así, la gran mayoría de casas de apuestas por internet se han sumado en la mañana previa al acontecimiento a la corriente ganadora sevillista. Por ejemplo, williamhill.es paga la victoria de los de Lopetegui a 2,17 euros, mientras que la de su rival de hoy está a 3,60 euros. En bwin.com, el triunfo sevillista se cobra a 2,10 euros y el de los verdiblancos a 3,60 euros. Por último, la casa de apuestas que patrocina al Sevilla, marathon bet, paga la victoria de los de Nervión a 2,16 euros y la de los de La Palmera a 3,52 euros.

Algún valor a priori deben tener también los guarismos de todos los enfrentamientos directos previos a la jornada de hoy y que son los que se reflejan a continuación, no los que algunos quisieran que fueran:

- Enfrentamientos totales Sevilla FC - R. Betis B. (incluida Copa de Andalucía): 290.

- Partidos ganados por el Sevilla FC: 143.

- Partidos empatados: 54.

- Partidos ganados por el R. Betis B., Betis FC, Sevilla Balompié y otros seudónimos: 93.

- Goles a favor del Sevilla FC: 538.

- Goles a favor del R. Betis B., Betis FC, Sevilla Balompié y otros seudónimos: 372.

 

- Partidos Oficiales (Europa League, 1ª División, 2ª División y Copa de España): 128.

- Ganados por el Sevilla FC: 59.

- Empatados: 31.

- Ganados por el R. Betis B., Betis FC, Sevilla Balompié y otros seudónimos: 38.

- Goles marcados por el Sevilla FC: 196.

- Goles a favor del R. Betis B., Betis FC, Sevilla Balompié y otros seudónimos: 153.

 

- Partidos Oficiales (1ª División): 96.

- Ganados por el Sevilla FC: 44.

- Empatados: 22.

- Ganados por el R. Betis B., Betis FC, Sevilla Balompié y otros seudónimos: 30.

- Goles marcados por el Sevilla FC: 147.

- Goles marcados por el Real Betis: 119.

Por su parte, la clasificación histórica actualizada de nuestra liga de Primera División establece los siguientes datos estadísticos para ambos rivales al día de hoy:

Punt.

Tp.1ª

Jug.

Gan.3

Emp.

Perd.

G/F

G/C

Avge

SEVILLA F.C.

2957

76

2496

1030

549

917

3806

3491

315

Betis

2008

54

1816

641

58

717

2280

2625

-345

Hoy, a partir de las nueve, mirando de reojo a la web del Ministerio del Interior, pasará lo que tenga que pasar. Esperamos, tirando de lógica, que se imponga la ídem.

¿Derbi? ¿Qué derbi?


martes, 12 de noviembre de 2024

Dios, Ciencia y cambio climático

 

11/11/24. Mi colaboración de ayer en Sevillainfo

 

“Valga esta disquisición siempre actual para hacer un repaso de algunas tormentas devastadoras que han azotado España, incluso antes de que el Seat 600 comenzara a emitir los temibles gases de efecto invernadero”

 

En general, en el mundo hay libertad para creer, o no, en Dios y no la hay para, siquiera, dudar de la existencia de un cambio climático generado por el hombre y aventurado por el “infalible saber contemporáneo”.

En distintas épocas, las religiones han castigado -algunas siguen haciéndolo- a los agnósticos y ateos, y, en concreto, la Inquisición lo hizo durante casi cuatro siglos quemando en la hoguera a herejes y disidentes. Ahora, sin llegar a encender la candela, se señala a los “negacionistas” como la escoria que rebate la “evidencia científica”, quizá sería mejor, como la que no traga con los dictados de los inquisidores de nuevo cuño. Me dirán algunos“¡Claro que es así y la diferencia está en la Ciencia!”, los mismos que, seguramente, continuarían: “La religión es cosa de curas, imanes y bhikkhus, mientras la Ciencia -ésta sí, con mayúsculas- se basa en el empirismo puesto en práctica por las mentes más preclaras”.

Sobre la existencia de Dios: En 2013, en una entrevista en la página de la UNED, don José Antonio Rojo, Doctor en Ciencias Físicas y Profesor Titular del Departamento de Ciencia y Tecnología de Materiales y Fluidos de la Universidad de Zaragoza, respondía a la pregunta sobre la relación de los científicos con la religión: “Las encuestas realizadas, desde comienzo del siglo XX hasta la actualidad, reflejan que un 40% se definen como creyentes, otro 40% como ateos y un 20% como agnósticos, sin apenas variaciones durante un siglo”.

Frente a la pléyade de negadores de la existencia divina, encontramos -no, no solo a Einstein- innumerables entradas en Internet que refieren a científicos creyentes del siglo actual. Algunos ejemplos: Francis Collins (el padre del genoma humano): El Dios de la Biblia es también el Dios del genoma. Se le puede adorar en la catedral o en el laboratorio”; William Phillips (Nobel de Física 1997): “La única explicación que encuentro del porqué existe el Universo es que Dios lo creó”; John Lennox (matemático): “Creer en Dios es una opción infinitamente más racional que la alternativa de creer que cualquier universo que pudiera existir de hecho existe”; John Polkinghorne (científico cuántico): "la existencia de Dios es la cuestión más importante a la que nos enfrentamos sobre la naturaleza de la realidad”, acabó respondiendo a su pregunta haciéndose sacerdote a los 47 años; Freeman Dyson (científico cuántico): "Cuanto más examino el universo, encuentro más y más evidencia de que el universo sabía de alguna manera que íbamos a venir y no veo otra explicación posible que la voluntad de un Creador"; Allan Sandage (cosmólogo): “Dentro del terreno de la ciencia no se puede decir ningún detalle más sobre la creación de lo que se dice en el primer libro del Génesis”; Ricyhard Smalley (Nobel de Química 1996): “Dios creó el universo hace 13.700 millones de años y necesariamente Él se ha involucrado con Su creación desde entonces”, dijo al explicar por qué dejaba el ateísmo…

Sobre la existencia de un cambio climático generado por el hombre: estamos en las mismas y conocemos a los grandes científicos y a los científicos grandes que lo dan por hecho. Para eso está la megafonía mediática convenientemente engrasada, formulando postulados y razonamientos que siguen a rajatabla (tan fácil como hacerse seguidor del Real de Madrid) sus defensores y/o los que no quieren ser señalados como herejes 3.0. Si bien, tan autorizados como estos pueden y deberían considerarse a los 1960 científicos que, hasta el 23 de octubre pasado, habían firmado la World Climate Declaration. There is no climate emergency y que, a grandes rasgos, afirma -¡qué disparate!-:

- La ciencia del clima debería ser menos política, mientras que las políticas climáticas deberían ser más científicas.

- El clima de la Tierra ha variado desde que existe el planeta, con fases naturales frías y cálidas. La Pequeña Edad del Hielo terminó en 1850.

- No sólo se exagera el efecto de los gases de efecto invernadero, sino que se ignora que enriquecer la atmósfera con CO2 -alimento vegetal- es beneficioso, lo que ha promovido el crecimiento de la biomasa vegetal mundial.

- No hay evidencia estadística de que el calentamiento global esté intensificando los huracanes, inundaciones, sequías y desastres naturales y nos oponemos a la dañina y poco realista política neta de CO2 cero propuesta para 2050.

Si estos razonamientos le parecen una pizca razonable, acaba usted de ingresar en el Club de Excelsos Negacionistas y puede -de momento solo puede- ser blanco de la ignominia, del descrédito… Esperemos que, por ahora, lo de la hoguera quede lejos.

Valga esta disquisición siempre actual para hacer un repaso de algunas tormentas devastadoras que han azotado España, incluso antes de que el Seat 600 comenzara a emitir los temibles gases de efecto invernadero, curiosamente la mayoría de ellas en el Levante y curiosamente, también, todas entre septiembre y diciembre:

- La arqueología -informaba El Español- ha desvelado que Valencia ha sufrido inundaciones desde su fundación en el año 138 a.C. Las primeras noticias citadas en fuentes oficiales se tienen a partir de la conquista de la ciudad por Jaime I para la Corona de Aragón, concretamente las de 1321 y 1328 y existen también registros de la gran riada de Valencia del 27 de diciembre de 1517, en la que el Turia derribó tres de los cinco puentes entonces existentes, provocando cientos de muertos.

- Entre las peores inundaciones de España -puede leerse en El Tiempo- están la de 1626, cuando el río Tormes, afluente del Duero, a su paso por Salamanca, se llevó la vida de 142 personas; la de Murcia y Orihuela, de 1879, en la que murieron 179 personas y 13.769 cabezas de ganado; la de Málaga, de 1907, cuando la tormenta que se produjo aguas arriba del Guadalmedina llevó a la ciudad una gran avalancha de agua y barro, alcanzando hasta cinco metros de altura y dejó 21 muertos; las dos grandes riadas de Valencia de 1957, con 81 muertos, la primera cogió desprevenidos a los valencianos porque allí apenas había llovido, donde sí lo había hecho de manera impresionante fue aguas arriba, en la comarca del Camp del Turia -¿les suena?-; en 1962, las inundaciones causaron más de 800 víctimas mortales en Tarrasa, Sabadell y Rubí; ya en 1973 se  recogieron 600 l/m2 en Zurgena (Almería) y en Albuñol (Granada), produciendo numerosas víctimas mortales y resultando arrasados La Rábita (Granada) y Puerto Lumbreras (Murcia); la recordada como “Pantanada de Tous”,  en 1982, sufrida por las provincias de Valencia, Alicante y Murcia, que provocó la rotura de la presa de Tous en el río Júcar, dando lugar a una catastrófica inundación con más de 30 muertos. ¿Quién no recuerda la riada del camping de Biescas de 1996, en la que una fuerte tormenta arrasó el camping de las Nieves en Biescas (Huesca), causando 86 muertos y un niño desaparecido? Ya la de 2002 en Tenerife y la de 2016, en el Levante, son más recordadas por todos.

Pero fenómenos meteorológicos, ahora relacionados con el Cambio Climático, se han observado también lejos de las costas mediterráneas antes de que los combustibles fósiles salieran del anonimato: el 12 de mayo de 1886, cuenta eldiario.es, el viento dejó en Madrid cerca de cincuenta muertos y varios centenares de heridos. El evento meteorológico, que es citado por Galdós en Misericordia, fue calificado por la prensa del momento de huracán o ciclón, y aún hoy se puede encontrar información en artículos que lo califican como el tornado de Madrid.

Para su recuerdo perenne, a la mayoría de esos sucesos, más los centenares similares que a lo largo de la historia no dejaron ni rastro en los archivos, solo le faltaron los smartphones de última generación retransmitiéndolos en directo, los ecolorrestos de las montes sucios y abandonados o los miles de coches taponando las acequias, túneles o cunetas y, benditos ellos, le sobraron la estulticia, la malicie, la vileza y la inmoralidad de los valedores de la justicia revolucionaria.

Que hay que buscar responsabilidades, sin duda; que la descoordinación entre administraciones es un hecho que debería tener mejor y más rápido arreglo que el Cambio Climático, sin duda; que no es lo mismo (RAE) un palo que un palazo, sin duda; que no es lo mismo recibirlo que simularlo (¡estoy bien!, repetía Judas sin que nadie le preguntara), sin duda; que no es lo mismo la derecha extrema que los siempre indignados de la extrema izquierda, sin duda; que el Plan Hidrológico Nacional de 2001 era un plan y el de 2005, que lo suplantó, un bosquejo, sin duda; que, por ello, las consecuencias del 29-O debieron ser otras, sin duda; que de los desembalses que cebaron la tragedia nadie habla… de momento. 

lunes, 11 de noviembre de 2024

191109. La verdad del cuchillo del derbi

 


Como he venido diciendo, siete años apartado de las RRSS, han corrido casi en paralelo con un lustro de colaboraciones muy esporádicas en otros medios y espacios tales como Letra Cursiva, El Tercer Lado, esRadio o Columnas Blancas, y que continúo actualizando en este retomado blog. Algunas, insisto, parecerán nostálgicas, otras se antojarán imposibles a la luz de los acontecimientos vividos en España y, especialmente, en Andalucía en los últimos cinco años… Ya, si hablamos de fútbol y en concreto del Sevilla FC, la situación no es la misma de entonces, no… de ninguna manera. Conformémonos ahora (ya no estamos para batallitas) con el tan socorrido y en absoluto exigente “que nos quiten lo bailao…”.

Continúo hoy con las colaboraciones prestadas en Columnas Blancas, diario sevillista donde en apenas tres meses, entre septiembre de 2019 y enero de 2020, escribí sobre asuntos relacionados con el Sevilla FC. Un total de cinco artículos que sigue con “La verdad del cuchillo del derbi”, publicado el 9 de noviembre de 2019 (3 de 5)


El encuentro entre el Sevilla F.C. y el Betis, del que el pasado 12 de octubre se han cumplido diez años, ha pasado irremisiblemente a la historia como el "derbi del cuchillo". Desmontar aquella falacia se antoja ya misión imposible pero no me resisto a contar públicamente lo que tantas veces he referido privadamente a amigos y conocidos; a continuación narro cómo viví aquellos acontecimientos en primera persona.

El partido se celebró el Día de la Hispanidad. En la víspera, el técnico Marcos Alonso dispuso en el Sánchez Pizjuán un entrenamiento a puerta cerrada al que asistí en mi calidad de responsable del Área Social. La sesión preparatoria discurrió en el medio campo de la portería de Gol Sur. En el área contraria -repleta de carrillos de mano, de rollos de cuerdas y de todo tipo de herramientas- una cuadrilla de trabajadores ampliaba la extensión y la altura de las redes protectoras que separaban –y continúan haciéndolo- las gradas de Gol Norte del terreno de juego.

El post partido es conocido por todos: 3-0 y baño absoluto a un rival que visitó el Sánchez Pizjuán de la mano de un entrenador (un tal Griguol) que se había permitido el lujo en las previas de calificar al club más grande del Sur de España de sparring del suyo.

Pero como siempre ocurre con esta gente cuando el resultado le es desfavorable -es decir, casi siempre- la noticia tenía que ser otra. Así, pudo leerse en el ABC: "el choque ha pasado a la historia como el 'derbi del cuchillo', ya  que alguien lanzó desde la grada un cuchillo contra el jugador del  Betis Benjamín Zarandona, que no alcanzó al pucelano"; o –Alejandro Delmás, dixit- en El Mundo: "Durante el derbi Sevilla-Betis, un espectador lanzó un cuchillo al terreno de juego que estuvo a punto de impactar en el bético Benjamín. El Sánchez Pizjuán, que tiene pendiente un partido de sanción por el botellazo que recibió un juez de línea en la primera jornada de Liga, sigue caracterizándose por ser uno de los campos de Primera en el que se registran más incidentes".

Los telediarios del mediodía siguiente aún permanecen en el recuerdo: con la única y lejana imagen de un Benjamín acercándose al banquillo y entregando "algo" a su entrenador, todos afirmaban sin ruborizarse que el futbolista vallisoletano había sido "agredido desde la grada con un cuchillo que –milagrosamente- no le impactó, aunque, eso sí, le pasó rozando". A ello había contribuido, sin duda, la basura, la mentira, la patraña y la inmundicia vertidas por un idolatrado donmanué -¡beatificación, ya decían t-o-d-o-s entonces- y por su secuaz consejero Oscar Arredondo, un fachoso y fanático personajillo a las órdenes del jefe y especialmente amigo de la calumnia.

Aquella misma tarde me dirigí al estadio. El Sevilla F.C. había dispuesto por primera vez en esa temporada una serie de cámaras fijas con el fin de prevenir incidentes en las gradas y en el propio terreno de juego. Lo primero que hicimos Monchi, entonces delegado del equipo, Luis Carrión, vicesecretario del Consejo de Administración, y yo mismo, fue visionar las imágenes grabadas por una cámara colocada en la grada alta de preferencia a la altura del área donde "se registró el incidente" (naturalmente todo entrecomillado, por lo que a continuación explicaré).

Después de lo leído y escuchado durante toda la jornada, los tres quedamos sorprendidos cuando contemplamos las nítidas imágenes que ofrecía el vídeo: tras una llegada sevillista sobre la portería rival, el balón llega mansamente a las manos del cancerbero Prats que se dispone a iniciar para su equipo la jugada de ataque; en ese momento, todavía dentro del área, Benjamín, con la cabeza agachada, inicia sus pasos hacia el centro del terreno de juego, momento en el que se aprecia como retrocede para tomar un objeto del suelo del que, inmediatamente, hará entrega en la banda a su entrenador (el del sparring). No se observa nada más, absolutamente nada más. Para decir toda la verdad, diré que, momentos antes, a unos veinte metros de donde se encontraba Benjamín, en el lado contrario del área, cae una bola de papel de aluminio, lo que –siendo bondadoso o imbécil, cualquiera sabe- pudo inducir a un lejanísimo Pérez Lasa -¡vaya por Dios!- a dar por cierta la zafia versión que montaron los dirigentes del club menor de la ciudad con su amo a la cabeza.

Las imágenes demostraban diáfana y nítidamente que no cayó un cuchillo, que no cayó absolutamente nada desde la grada; ningún objeto "le pasó rozando" –y él bien que lo sabe- a un "desdichado" Benjamín, al que sus mandamases obligaron, como a tantos otros tantas veces, a dramatizar un incidente que no fue tal.

Yo lo tengo claro porque lo he visto con mis propios ojos: el cuchillo -viejo y desgastado- no lo llevaba Benjamín en las medias como lerdamente algunos han sugerido; estaba allí desde la tarde anterior, olvidado o perdido en el césped por la cuadrilla de obreros que ampliaba la extensión y la altura de las redes protectoras que separan las gradas de Gol Norte del terreno de juego.

Mi opinión fue categórica y así se lo hice saber a mis acompañantes: debíamos realizar, urgentemente, varias copias del vídeo y enviarlas a los medios audiovisuales, de forma que en los telediarios de la noche se desmontara la bola de nieve que en esos momentos comenzaba a acrecentarse. A partir de entonces nadie podría decir que se arrojó un cuchillo desde la grada y mucho menos que "le pasó rozando al futbolista".

Sin embargo… mi gozo en un pozo. Luis Carrión nos anunció que prefería guardarse el vídeo para un posterior recurso al Comité de Apelación.

Exclusivamente la repugnante argucia ajena y la propia incompetencia hicieron posible tamaño desaguisado. Las consecuencias ya las conocemos y todos las padecimos: clausura de nuestro estadio y, lo que es peor, una sombría mancha en nuestro historial que, como ingenuo quijote, no cejaré en blanquear.