domingo, 22 de junio de 2025

Llanto por Pedro Sánchez “Mejillas” (moteadas)

 


(Versión libre del llanto lorquiano, con la clemencia de don Federico)

 

A las cinco de la tarde.

Eran las cinco en punto de la tarde.

Una pregunta pactada y cómoda

a las cinco de la tarde.

Una ocurrencia del tal ya prevenida

a las cinco de la tarde.

“Son las cinco y no he comido”

a las cinco de la tarde.

 

El micro se llevó las emociones

a las cinco de la tarde.

El drama afloró en Maruja y en Ferreras

a las cinco de la tarde.

Ya lidian Pastor y Pedrojota

a las cinco de la tarde.

Y un muslo de pollo no rebañado

a las cinco de la tarde.

Comenzaron los sones del buche

a las cinco de la tarde.

La freidora callada

a las cinco de la tarde.

En el comedor camareros de silencio

a las cinco de la tarde.

¡El caudillo solo y Lopaís ardiendo en titulares!

a las cinco de la tarde.

Cuando el sudor famélico fue llegando

a las cinco de la tarde,

cuando la sala se llenó de desconcierto

a las cinco de la tarde,

el hambre puso huevos en la llaga

a las cinco de la tarde.

A las cinco de la tarde.

A las cinco en punto de la tarde.

 

Un rostro de pedernal es su cara

a las cinco de la tarde.

Preguntas y reproches aporrean en su oído

a las cinco de la tarde.

El íntegro ya sudaba por su frente

a las cinco de la tarde.

El cuarto se irisaba de hambre

a las cinco de la tarde.

A lo lejos ya vienen las togas

a las cinco de la tarde.

Azabache de tricornios y verdes guerreras

a las cinco de la tarde.

Los delitos quemaban como soles

a las cinco de la tarde,

y el gentío avanzaba a Ferraz

a las cinco de la tarde.

A las cinco de la tarde.

¡Ay qué terribles cinco de la tarde!

¡Eran las cinco en todos los relojes!

¡Eran las cinco en sombra de la tarde!

 

ADITAMENTO:

Ya no importaban Begoña ni sus viajes

a las cinco de la tarde.

Ni el hermano que da clases desde casa

a las cinco de la tarde.

Ni Santos Cerdán, tan discreto

a las cinco de la tarde.

Ni Ábalos, que se fue, pero no del todo

a las cinco de la tarde.

Ni Koldo, tan lenguaraz

a las cinco de la tarde.

Ni Chivite, llorando su desconsuelo

a las cinco de la tarde.

 

Mejillas moteadas, rostro afligido, alma gozosa.

Todo era secundario.

Porque eran

las cinco de la tarde

y er probe… no había comido.


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