14/04/25. Mi colaboración de ayer en Sevillainfo
“Resulta necesario referirse a la novedosa
‘fuente del derecho’ que ha estado a punto de surgir de la mente del inefable
Conde-Pumpido y que no es otra que la
ocurrencia”
Desde
su reforma de 1974 hasta hoy, en el frontispicio de nuestro Código Civil de
1889 -en el punto 1 de su artículo 1, dentro del capítulo I del título
preliminar- puede leerse: “Las fuentes
del ordenamiento jurídico español son la
ley, la costumbre y los principios generales del derecho”.
A ellas se suman, si bien no en sentido estricto, la jurisprudencia y la
doctrina.
¿Y
qué se entiende por fuentes del derecho?
Los actos o hechos a los que el
ordenamiento jurídico reconoce capacidad para crear Derecho y que
deben servirnos para ordenar y sistematizar procedimientos y disposiciones que promuevan
normas.
Después
de esta pequeña pero necesaria introducción, y tras las últimas artimañas
pergeñadas por determinados magistrados del Tribunal Constitucional con su
presidente a la cabeza, resulta necesario referirse a la novedosa ‘fuente del
derecho’ que ha estado a punto de surgir de la mente del inefable Conde-Pumpido
y que no es otra que la ocurrencia.
Cronológicamente: el 27 de
marzo pasado, la Audiencia de Sevilla consideró en una fundamentada providencia que las
valoraciones hechas en las sentencias del Tribunal
Constitucional sobre el fraude de los ERE que ampararon a los ex altos
cargos andaluces, con Griñán y Chaves a la cabeza, no eran del todo compatibles con el derecho de la Unión Europea y
concedió diez días a las partes para que presentaran las alegaciones que
estimasen oportunas. La primera en oponerse fue la defensa de Griñán y a renglón
seguido -¡qué boda sin la tía Juana!- la Fiscalía Anticorrupción. Todo ello,
pese a que el único precedente, de 1964, dejaba muy clara la primacía
de los Tratados de la UE sobre el ordenamiento de los estados miembros: cuando
corrigió a la Corte Costituzionale italiana en una oposición planteada por la Corte de
Milán que, tras el fallo de la primera, se dirigió al TJUE.
Aunque, finalmente,
el pasado martes dio marcha atrás, de la misma opinión -¿quién lo dudaba?- era
Cándido, que llegó a considerar que esa decisión de la Audiencia de acudir al
tribunal con sede en Luxemburgo era “un
acto de rebeldía” ante las decisiones adoptadas por el órgano que preside,
admitiendo que le preocupaba muchísimo “que
se cuestionara la legitimidad de la corte de garantías desde la política y desde el Supremo”, y llegando a lamentar que
“se amenazara a sus magistrados, incluso por la vía penal, por la respuesta dada al desafío” planteado
por el órgano judicial afincado en el sevillano Prado de San Sebastián.
Pese al repentino
cambio de opinión, es necesario que conste en acta -de cara al inminente
futuro en que todos lo negarán sin rubor- que al antiguo ex fiscal general del Estado durante el Gobierno socialista de José Luis
Rodríguez Zapatero (2004-2011) llegó a
intranquilizarle el asunto, reconociendo que la providencia le quitaba el sueño, tanto que en plena madrugada,
al modo de los tebeos de siempre, se le “encendió la bombillita” para, a
continuación, raudo y veloz, acudir a consultar a
los magistrados de la Sala Primera, a los que les reveló su novísima y flamante
fuente del Derecho, en definitiva, su ocurrencia,
la misma con la que, sin esperarlo y en desesperante insomnio había tropezado: un
caso anterior del Tribunal Superior de Justicia de Madrid que, ni corto ni
perezoso, puso en relación con éste, con el que verdaderamente les importa, con
el de los ERE.
Sin
embargo, después de casi dos horas de locución del que ya mostró su disposición
(“el vuelo de las togas de los fiscales no eludirá el contacto con el polvo del
camino”) a no interferir en las negociaciones de Zapatero con ETA; pese a
haber pronunciado frases tales como “no estoy dispuesto a admitir que ningún
juez ponga en entredicho el resultado de sus resoluciones [las del TC]”, o que “en los 40 años que España lleva en la
UE siempre se han presentando las cuestiones prejudiciales antes de dictar
sentencia y nunca después de una sentencia firme”, Cándido y el bloque
izquierdista recularon de improviso: tan grosera hubiera resultado la maniobra que hasta a estos asaltatrenes les pareció demasié.
Pero…
¿Y ese cambio inesperado de rumbo? ¿Qué estarán pergeñando en sus retorcidas
mentes? No cantemos victoria: tras resolver el asunto en el último segundo y
tirando de foto-finish, hoy, 94 años después, volverán a aclamar la llegada al Gobierno
Provisional del Comité Revolucionario que tanto añoran, el mismo que, tras quebrantadas
promesas, tanto sufrimiento y tormento trajo al pueblo español.
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