lunes, 29 de noviembre de 2010

Tratado de caza (Colaboración de Paco Romero en Columnas Blancas)

¡Enhorabuena! Lo conseguisteis, o al menos eso parece: el Sevilla de los títulos toca a su fin; basta con leer las páginas de deportes y algunos blogs sevillistas de los últimos días, sobra con escuchar según qué radios, para corroborarlo.

Parece claro –y nos insisten machaconamente en ello para que no lo olvidemos- que el Sevilla actual en nada se asemeja con aquél disfrutado desde la mágica noche de Eindhoven hasta la desconsolada tarde del adiós de Puerta.

Y si, a la vista del momento actual, hasta podríamos estar de acuerdo en el negro horizonte que se vislumbra en el futuro deportivo más inmediato de nuestro club, ¿a cuento de qué hemos tenido que soportar, entonces, tres años de descalificaciones, de mezquindades, de sátrapas por la desestabilización del proyecto deportivo más importante de la historia del Grande de Andalucía?

¿No hubiese sido más aconsejable disfrutar, ufanos y orgullosos, de los magníficos resultados que, sobretodo en las competiciones domésticas, cosechaba el equipo y ahorrarse la sarta de obscenidades, mentiras, vilezas, perversidades y ruindades que unos cuantos carroñeros, con el beneplácito de los minoritarios y ruidosos discordantes de siempre, han practicado hasta casi la extenuación?

La cuestión era –y sigue siendo - desmoronar el más grande Sevilla conocido y, para ello, nada mejor que la obsesión por abatir la cabeza pensante de esa gloria alcanzada y tan largamente suspirada y que, en términos de caza mayor, ha consistido en apuntar la mira telescópica del rifle de última generación sobre ese rey del monte, esa res de veinte puntas imposible de tumbar por cuatro monteros furtivos que, felizmente hasta ahora, se han tenido que conformar con disparar sus escopetas "del doce" sobre otras especies de caza menor, usando, incluso, desde el mismo corazón de cadenas de radio, rapaces nocturnas extrañas al "arte de la cetrería". ¿Qué sentido tenía si no, por ejemplo, el varapalo por decreto, la perenne carnicería, sobre el –para mi añorado- sucesor en el banquillo del traidor de las libras esterlinas?

Nos hemos acostumbrado a la gloria, al gozo, de un éxito tan inesperado como exagerado y tan sólo un orate puede asumir que esa gloria, con el sexto presupuesto de nuestro fútbol, nos iba a pertenecer en exclusiva para siempre. El Sevilla es lo que es, lo que sus ciento cinco gloriosos años de historia dicen que es. Nada más y nada menos.

Con una arriesgada, valiente y destacada gestión -y dándose todas las conjunciones terrenales y celestes- hemos disfrutado o, mejor dicho, tendríamos que haber disfrutado, de un lustro para enmarcar. No ha podido ser; hemos desviado, o nos han hecho desviar, la atención del objetivo y es ahora cuando algunos comienzan a darse de bruces con la realidad en toda su crueldad.

Habituémonos pronto a aceptar nuestra condición y, alcanzada esa meta, que sirva de punto de partida para, desde esa posición en la parrilla de salida, aspirar a parecidas gestas como las que para siempre retendrán nuestras retinas.

Mientras tanto, sigo creyendo que, para satisfacer sus instintos, estos aprendices de furtivos se van a tener que seguir conformando con algún que otro conejo o, como mucho, con alguna perdiz de reclamo… Y sigo creyendo que este Sevilla, con todo lo que cuesta decirlo hoy, nos va a seguir dando enormes satisfacciones…

Gracias, Sevilla, por lo vivido y por lo que, a pesar de tanto y de tantos, nos queda juntos por disfrutar.


1 comentario:

  1. Como diria el amigo Jesus Alvarado, los tanques vuelven a salir a la calle Paco.
    Una nueva oportunidad para predecir el apocalipsis tantas veces desvanecido por la fortaleza de este Sevilla.
    YO tambien confio en que se salgamos de esta y volver a dejarles con el culo al aire.

    Creo que habria que hacer causa comun todos y no dejar que estos impresentables sigan manipulando y arrojando mas mierda sobre nuestro equipo, el que suponemos de TODOS.

    Habra que estar preparados Paco.
    Un fuerte abrazo

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