viernes, 25 de mayo de 2012

¡Súbeles el carnet, súbeles el carnet!. ¡Súbeles el carnet... !

La actualidad en sevillista pasa por la propuesta de la Comisión Nacional Antiviolencia de imposición de una multa de 90.000 euros al Sevilla Fútbol Club y la clausura del estadio Ramón Sánchez Pizjuán por un período de quince días, como medida disciplinaria por la "gravedad" de los hechos ocurridos durante el encuentro Sevilla FC - Real Betis disputado el pasado 2 de mayo, cuando se lanzaron al terreno de juego varias bengalas y botes de humo. La sanción podría afectar de uno a tres encuentros -dependiendo del calendario liguero y del sorteo copero- de la próxima temporada.

Ha tenido que llegar la propuesta de sanción para que la entidad tome conciencia del asunto. El club lamenta lo obvio: que «la conducta de un grupo de aficionados radicales ubicados en Gol Norte» pueda suponer una sanción que «perjudique a la Entidad y a la gran mayoría de sus aficionados», al tiempo que afirma que el club está «estudiando en firme una serie de medidas encaminadas a evitar en un futuro este tipo de acciones».

No por trascendente, llega tarde la reacción. La propuesta de sanción viene precedida por el hecho de que el lanzamiento de elementos pirotécnicos se estaba convirtiendo en una "practica habitual sin que adoptaran por parte del club las medidas de control de acceso y permanencia de espectadores oportunas y eficaces establecidas en la Ley del Deporte". Y, así, ha llegado el momento de que esas medidas -severas- hayan hecho acto de aparición en toda su crudeza.

Habrá que rebatir en su momento con fuerza y argumentos la resolución que se dicte. Una vez más, el Sevilla FC se convierte en chivo expiatorio de comportamientos violentos, que lo son. No es de justicia -estamos hartos de pregonarlo- que paguen inocentes por pecadores, pero mientras las leyes y reglamentos no digan otra cosa, las sanciones son las establecidas y sólo resta acatarlas.

Resulta inevitable acudir al agravio comparativo con lo que ocurre en otros estadios en los que la misma Comisión se limita -silbando y constatando que no le afecta- a mirar para otro lado. El más sangrante para el sevillismo, sin duda, es el caso de los ofensivos cánticos a los andaluces, y a los sevillanos en particular, en los estadios madrileños y, en especial, los deleznables de El Calderón del pasado 2 de octubre que fueron denunciados a nivel particular por quien suscribe ante ese organismo, sin apoyo institucional alguno, ni siquiera moral, y de los que hoy, siete meses después, continúa a la espera de la correspondiente resolución de la Delegación del Gobierno en Madrid. Si exigimos respeto, estamos obligados a ofrecer ese mismo respeto y, para ello, nada mejor que apartar a los violentos intolerantes de nuestras filas.

El Gol Norte del Sánchez Pizjuán -el grupo de seguidores por excelencia del fútbol español, como se reconoce unánimemente- viene históricamente y de modo general haciendo gala de conductas anti-xenófobas y de respeto y apoyo a justas causas humanitarias, caracterizándose por su singular colorido y apoyo al Sevilla FC, lo que no nos impide vislumbrar que, entre sus filas y como fiel reflejo de la sociedad, se entremeten individuos indeseables -muchos o pocos y en todo caso, demasiados- que debieran ser expulsados de las gradas de una vez por todas por los "biris" auténticos. Si no lo hacen ya, acabarán convirtiéndose en cómplices de la lamentable situación y sólo les quedará como argumento gritar, eso sí, sin ironía, "¡súbeme el carnet, súbeme el carnet, súbeme el carnet... !", para compensar a la masa social del Grande de Andalucía el quebranto que le supone la sinrazón y la gilipollez de gente que se dice sevillista.

En caso contrario, tendrá que ser el resto de la grada de la Bombonera quien, unánimemente, grite al palco y en clara referencia a los culpables: "¡súbeles el carnet, súbeles el carnet, súbeles el carnet... !". Bastante tendremos con soportar el castigo de cierre que, en su caso, y defendiendo a muerte su improcedencia por injusto, habremos de sufrir por el indeseable comportamiento de unos pocos.

5 comentarios:

  1. Magnifico post Paco.

    Explicito y didactico como lo sueles hacer.

    Es una pena los derroteros que los Biris estan tomando en los ultimos tiempos. Ojala, la sensatez, que sin duda tambien esta presente en el colectivo se imponga a los violentos y radicales o como tu bien dices, acabaran arrastrando a todo el grupo a un callejon sin salida.

    Felicitaciones por el post Paco.

    Un fuerte abrazo amigo.

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  2. Creo que ya va siendo hora de acabar con esto.
    A quien corresponda hay que decirles, hasta aquí hemos llegado.
    ¿Cúantos miles de € nos cuenstan por temporadas?

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  3. Me gusta el post. Es valiente y creo que sincero.

    Sería interesante HACER PÚBLICO lo que le cuesta a la Entidad esta "sinrazón" y lo mismo aceptan pagarlo entre todos..."en una hipotética subida de carnet"

    Saludos

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  4. Mucho más grave me parece a mí que se permita exactamente lo mismo, y cosas mucho peores, en otros estadios y que pasen sin castigo alguno. La multa al calderón (en minúsculas, porque no se merecen mi respeto) por el llamado partido del botellón fue una multa económica irrisoria. Contra eso sí que deberíamos luchar todos. Si se permite el ambientazo de bengalas en otros estadios españoles, ¿por qué a nosotros no? Cuando paguemos todos igual, alzaré la voz contra los míos por estas cosas, mientras tanto, prefiero luchar contra esta injusticia que sufrimos siempre nosotros.

    Por cierto, una dudita que tengo, ¿quiénes son los "Biris auténticos" para echar a nadie de ningún sitio? ¿Eso cómo se hace? Estos tíos que tanto trabajan por mi Sevilla no pueden cargar con la responsabilidad de limpiar de indeseables que aprovechan la masa y su nombre para hacer daño, no es su trabajo.

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  5. Estimada Susana:
    Recuérdame, porque no tengo constancia, el último ambientazo, bengala en ristre, ¿En qué estadio fué?
    Además, te resuelvo tu dudita: entiendo que los Biris "auténticos" no son otros que los aficionados "auténticos" de la grada baja de gol norte que están obligados como cualquier ciudadano a poner a disposición de las autoridades a los que infringen la Ley.

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