viernes, 20 de febrero de 2015

1-0. Rabia y coraje. Se cumplió el guión



Ante una grada en silencio, más pendiente de su ombligo que de la razón de su existencia (“¡cantaremos todos unidos, alzaremos fuerte la voz...!”), sufriendo, multiplicando esfuerzos y tesón, cerrando huecos ante un gran equipo y esperando el momento propicio para golpear y poner la eliminatoria en franquicia. Ese ha sido el Sevilla de esta noche que ahora deberá afrontar el cincuenta por ciento restante en tierras teutonas con una mínima ventaja que, esperemos, sea suficiente para seguir defendiendo el título europeo.

La contundencia de los alemanes, en los minutos iniciales, fue silenciada por dos tarjetas amarillas casi consecutivas de esas que por aquí no se estilan y que llegaron (tras la concesión de la correspondiente ley de la ventaja) hasta dos minutos después de producirse la acción que las originó.

Durante los primeros 45 minutos bastante hizo el Sevilla con controlar las acometidas forasteras, convirtiendo a Sergio Rico en el jugador talismán, tirando de efectividad, anticipación y reflejos en los tres balones peligrosísimos que rondaron su portería.

El segundo tiempo comenzaba por los mismos derroteros hasta que... el genio del banquillo diera una lección a la concurrencia, sacando del campo a Reyes, el jugador más brillante hasta el momento, con el permiso de Banega, y dando entrada a Diogo en el lateral. Nadie, absolutamente nadie, entendió el cambio, incluso sonaron pitos contra la decisión del técnico vasco, seguro que de los mismos que, en su momento, criticaron -es su sino- la vuelta a casa del utrerano. Y ahí se fraguó el Sevilla de 36 minutos para la esperanza: Aleix Vidal adelantó su posición, incrustándose en la salida del balón de los alemanes y el sistema defensivo lo agradeció, permitiendo a los laterales sevillistas llegar al cruce anticipadamente, a los centrales mostrar más contundencia y a los mediocampistas desahogarse en su esfuerzo.

Y así llegó el gol; una carrera por la derecha de Diogo la culminó con un centro al área que aprovechó Iborra cruzando el esférico sobre la media salida de Sommer.

Tras tanta angustia, llegaron los mejores momentos locales: los alemanes se fueron desesperadamente arriba propiciando hasta un póker de ocasiones en forma de desbordes que no se culminaron por la falta de acierto y, sobretodo, por el tremendo cansancio acumulado a esas alturas en las piernas de los sevillistas.

Se cumplió el guión: marcar y no encajar. En siete días la solución a la suficiencia, o no, del gol de Iborra para estar en el bombo de octavos de final de “nuestra Copa”. Antes, un partido en Anoeta en menos de 72 horas para seguir haciendo historia en la competición liguera. Los minutos, las lesiones y el cansancio se acumulan, haciendo precisas unas rotaciones con poco margen para el error.

La lección de apoyo incondicional a los suyos de los casi tres millares de alemanes (ni imaginar quiero lo que será el partido de vuelta) ha de servir definitivamente para que nos hagamos revisar aquello de “la mejor afición del mundo” a lo que, tan provincianos nosotros, somos dados por aquí.

FICHA TÉCNICA DEL ENCUENTRO
 
Sevilla F.C. 1 - Borussia Mönchengladbach 0
 
Sevilla F.C.: Rico; Aleix Vidal (Deulofeu, m. 90), Pareja, Carriço, F.Navarro; Iborra, Krychowiak; Vitolo, Banega (Denis Suárez, m. 87), Reyes (Diogo, m. 54) y Bacca.
 
Borussia Mönchengladbach: Sommer; Jantschke, Stranzl, A.Domínguez, Wendt; T.Hazard, Kramer, Xhaka, Johnson; Raffael (Kruse, m. 78) y Hrgota (Herrmann, m. 68).
 
Gol: 1-0, m. 70: Iborra.
 
Árbitro: El macedonio Aleksandar Stavrev. Amonestó a Vitolo, por el Sevilla, y a Jantschke, Xhaka, Stranzl y Kramer, por los teutones.

Incidencias: Partido correspondiente a dieciseisavos de final de la UEFA Europa League, disputado en el estadio Ramón Sánchez Pizjuán, ante 31.000 espectadores, casi tres mil alemanes entre ellos, en noche fría. Terreno de juego en perfectas condiciones.

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