Como anuncié el primero de junio pasado, a los
siete años en el dique seco en lo que en RRSS a mí respecta, se une un lustro
de colaboraciones muy esporádicas en otros medios y espacios tales como Letra
Cursiva, El Tercer Lado, esRadio o Columnas Blancas, que iré recordando en este
reaperturado espacio, poco a poco. Algunas parecerán nostálgicas, otras se
antojarán imposibles a la luz de los acontecimientos vividos en España y,
especialmente, en Andalucía en los últimos cinco años… Continuamos con Letra
Cursiva: El derbi del palo y
el del cuchillo. Diferencias y similitudes, publicado el 19
de enero de 2022 (4 de 5)
Decía
Arrigo Sacchi, el histórico técnico del Milan, que el fútbol es la cosa más
importante entre las cosas menos importantes.
Valga
el aserto para acercarnos a valorar el penúltimo “lío” del fútbol sevillano, el
producido a caballo entre las jornadas de los pasados sábado y domingo con
motivo de la eliminatoria copera entre el Real Betis y el Sevilla FC:
En
la semana previa, comunicado oficial del club de La Palmera mostrando su
indignación con el arbitraje perjudicial sufrido en Vallecas, campaña contra el
estamento arbitral orquestada desde el propio club, a la cabeza un consejero
que apunta directamente mediante un tuit
al presidente del Comité Técnico de Árbitros, denuncia de éste ante la policía
por las amenazas sufridas y la eliminatoria a partido único… 40 minutos del
primer tiempo, lanzamiento desde la grada ultra del Villamarín de un tubo de
PVC de unos 80 centímetros para “celebrar” el gol del empate que impacta en la
cabeza del jugador sevillista Joan Jordan, desplome de éste, cuidado de las
asistencias, recuperación aparente, recaída supuesta, protestas desde ambos
banquillos, clara pretensión sevillista de suspensión, suspensión final,
reanudación a puerta cerrada 16 horas después, victoria (merecida) de los
verdiblancos, felicitaciones del lado sevillista, petición pública de
investigación del lado bético seguida de aportación de “pruebas”, según ellos
y… más tuits, videos ofensivos, fotos, descalificaciones, injurias de elementos
directivos, jugadores, empleados destacados del club, etc., que, por su plena
relevancia y actualidad se omiten aquí, aunque puedan tener trascendencia de
cara a los comités deportivos y al Comité Español de Disciplina Deportiva, que todavía no han dicho la
última palabra.
Muchos,
desde la ignorancia y la malicia, han intentado comparar el suceso con el
ocurrido en el encuentro entre ambos contendientes del que el pasado 12 de
octubre se cumplieron 22 años y que ha pasado irremisiblemente a la historia
como el "derbi del cuchillo". Desmontar aquella falacia se antoja ya
misión imposible pero no me resisto a contar públicamente lo que tantas veces
he referido privadamente a amigos y conocidos y que viví en primera persona.
El
partido se celebró el Día de la Hispanidad, martes para más señas. En la
víspera, el técnico Marcos Alonso dispuso en el Sánchez Pizjuán un
entrenamiento a puerta cerrada al que asistí en mi calidad de responsable del Área Social
del Sevilla FC. La sesión preparatoria discurrió en el medio campo de la
portería de Gol Sur. En el área contraria -repleta de carrillos de mano, de
rollos de cuerdas y de cajas de herramientas- una cuadrilla de empleados
ampliaba, longitudinalmente hacia los corners y en altura, las redes
protectoras que separaban las gradas de Gol Norte del terreno de juego.
El
postpartido es conocido por todos: 3-0 y baño acostumbrado a un rival que
visitó el Sánchez Pizjuán de la mano de su entrenador, un tal Griguol que se
había permitido el lujo en las previas de calificar al club más grande del Sur
de España como un sparring del suyo, eso sí sin ánimo de ofender.
Pero
como viene siendo habitual con esta gente cuando el resultado le es
desfavorable -es decir, casi siempre- la noticia tenía que ser otra y lo fue.
Así, pudo leerse en el ABC: "el
choque ha pasado a la historia como el 'derbi del cuchillo', ya que alguien lanzó desde la grada un cuchillo
contra el jugador del Betis Benjamín Zarandona, que no alcanzó al pucelano";
o -Alejandro Delmás, dixit- en El Mundo: "Durante
el derbi Sevilla-Betis, un espectador
lanzó un cuchillo al terreno de juego que estuvo a punto de impactar en el
bético Benjamín. El Sánchez Pizjuán, que tiene pendiente un partido
de sanción por el botellazo que recibió un juez de línea en la primera jornada
de Liga, sigue caracterizándose por ser uno de los campos de Primera en el que
se registran más incidentes". El árbitro del partido, el donostiarra Pérez Lasa, explicó en el acta
del partido que "se lanzó un cuchillo con mango de madera que cayó al
campo dentro del área del Betis. Un jugador [Benjamín] de este
equipo lo entregó a su banquillo”.
Los
telediarios del mediodía siguiente aún permanecen en el recuerdo: con la única y lejana imagen de un
Benjamín acercándose al banquillo y entregando "algo" a su
entrenador, se afirmaba gratuitamente
que el futbolista vallisoletano había sido "agredido desde la grada con un
cuchillo que -milagrosamente- no le había impactado, aunque, eso sí, le pasó rozando". A ello había
contribuido, sin duda, la basura, la mentira, la patraña y la inmundicia
vertidas por un idolatrado donmanué -¡beatificación, ya!
decían t-o-d-o-s entonces- y
por su secuaz consejero Oscar Arredondo, un fachoso y fanático personajillo a
las órdenes de su jefe y especialmente amigo de la calumnia quien aseguró que su club iba “a pedir que se tomen las
medidas oportunas”, entre las que estaría la clausura del Sánchez Pizjuán:
"No se puede permitir que en un partido, declarado de alto riesgo, un
aficionado introduzca un cuchillo”.
Aquella
misma tarde me dirigí al estadio. El Sevilla FC había dispuesto por primera vez
en esa temporada una serie de cámaras fijas con el fin de prevenir incidentes
en las gradas y en el propio terreno de juego. Lo primero que hicimos Monchi,
entonces delegado del equipo, Luis Carrión, vicesecretario del Consejo de
Administración, y yo mismo, fue visionar las imágenes grabadas por una de las
cámaras colocada en la grada alta de preferencia a la altura del área donde
"se registró el incidente" (naturalmente todo entrecomillado, por lo
que a continuación explicaré).
Después
de lo leído y escuchado durante toda la jornada, quedamos sorprendidos cuando
contemplamos las nítidas
imágenes que ofrecía el vídeo y que paso a describir: tras un ataque sevillista
sobre la portería rival, el balón llega mansamente a las manos del cancerbero
Prats que se dispone a iniciar para su equipo la jugada de ataque; en ese momento, todavía dentro del área,
Benjamín inicia sus pasos hacia el centro del terreno de juego con la cabeza
agachada, instante en el que desanda metro y medio o dos metros para recoger
algo del suelo y que, inmediatamente, entrega en la banda a su entrenador (el
del sparring). Al respecto del incidente no se observa nada más, absolutamente nada más. Para decir
toda la verdad, comentaré que, momentos antes, a unos veinte metros de donde se
encontraba Benjamín, en el lado opuesto del área, cae una bola de papel de
aluminio, lo que -siendo bondadoso, benévolo o directamente imbécil - pudo
inducir a un lejanísimo Pérez Lasa -¡vaya por Dios!- a dar por cierta la zafia
versión que montaron los dirigentes del club menor de la ciudad con su amo a la
cabeza.
Las
imágenes demostraban diáfana y nítidamente que no cayó un cuchillo, que no cayó absolutamente
nada desde la grada; ningún objeto "le pasó rozando" -y él bien que
lo sabe- a un "desdichado" Benjamín, al que sus mandamases obligaron,
como a tantos otros tantas veces, a dramatizar un incidente que no fue tal.
Yo
lo tengo claro porque lo he visto con mis propios ojos: el cuchillo -viejo y desgastado- no lo llevaba
Benjamín en las medias como lerdamente algunos zafios sevillistas continúan
sugiriendo; el cuchillo, simple y llanamente, estaba allí desde la tarde
anterior, olvidado o perdido en el césped por la cuadrilla de
trabajadores que ampliaban las redes protectoras que separaban las gradas de
Gol Norte del terreno de juego.
Mi
opinión fue categórica y así se lo hice saber a mis acompañantes: debíamos
realizar urgentemente varias copias del vídeo y enviarlas a los medios
audiovisuales, de forma que en los
telediarios de la noche se desmontara la bola de nieve que en esos momentos
comenzaba a crecer. A partir de entonces nadie podría decir que se
arrojó un cuchillo desde la grada y, por tanto, que "le pasó rozando al
futbolista".
Sin
embargo… mi gozo en un pozo. Carrión nos anunció que prefería guardarse el
vídeo para un posterior recurso al Comité de Apelación.
El
mayor acercamiento a la verdad expresada pudo encontrarse un día después en el
diario El País: “El Sevilla, en un intento de salvar
responsabilidades, denunció el hecho en el juzgado. Aporta el cuchillo y hace hincapié en que es
"de cabeza roma, de los que se emplean para untar. El Sevilla, además,
indica que en las imágenes del partido no se observa su lanzamiento. Fuentes
policiales han confirmado este extremo, con lo que difícilmente
se podrá identificar al aficionado para sancionarle”.
De
manera que exclusivamente la repugnante argucia ajena y la propia incompetencia hicieron
posible tamaño desaguisado. Las consecuencias ya las conocemos y las padecimos:
clausura de nuestro estadio y, lo que es peor, una sombría mancha en nuestro
historial. De hecho, el diario ABC del pasado sábado 15 de enero de 2022, ha vuelto a
titular 22 años después: “Otros incidentes en los derbis sevillanos:
El botellazo a Juande Ramos, la agresión a Toni Prats, la pelea con muletas o el lanzamiento de un cuchillo al césped
son otras acciones para el olvido que han dejado estos enfrentamientos entre
Betis y Sevilla”. Para continuar
afirmando: “El objeto cayó cerca del
jugador bético Benjamín, quien lo entregó al colegiado Pérez Lasa,
quien lo reflejó en el acta [sic]. En el banquillo verdiblanco, el entrenador
Carlos Timoteo Griguol envolvió el cuchillo en una toalla y se lo entregó al
cuarto árbitro. Por tal acción, el estadio nervionense fue clausurado con un
partido, trasladándose meses después el equipo a Chapín, en Jerez de la Frontera,
para cumplir dicha sanción”.
La
mejor prueba de que al falsario protagonista de aquella patraña le remuerde
algo la conciencia es que se permite ahora vía Twitter comparar el reciente incidente
del palo en el Villamarín con el lamentable empujón sufrido por Prats a manos
de un borracho (detenido al instante) en el Sánchez Pizjuán, sin que tenga la
valentía y el arrojo suficientes para compararlo con el incidente “que él sufrió”,
en teoría mucho más grave y, más aún, cuando ahora permanece callado como una
puerta a algunas de las ignominiosas aseveraciones y preguntas a su tuit:
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