¡Vísteme despacio que tengo prisa! Repetido refrán que todas las madres del mundo han espetado -la mía continúa haciéndolo- a sus hijos cuando en un arrebato de furia final, y sólo al final, pretenden hacer el camino que, despreciando el caudal del valioso tiempo, se ha desandado irresponsablemente.
¡Ay, las prisas, las eternas prisas sevillistas, tan históricas, tan actuales... !
A falta de seis jornadas para que se complete la competición liguera, el Sevilla de Emery sigue inmerso en el quiero y no puedo de conseguir plaza europea para la próxima temporada.
Es evidente que el equipo ha cambiado para bien (ahora al menos lo parece), que el técnico ofrece alternativas tácticas como las de hoy que, si bien no han tenido reflejo en el marcador, evidencian que algunos de los hombres del fútbol se estrujan la cabeza para buscar soluciones a los inamovibles sistemas actuales (4-4-2 o 4-3-3) ya tan del Pleistoceno como aquél mítico 2-3-5 de los inicios del balompié.
Sólo el mejor equipo de todos los tiempos, el actual Barcelona, se ha atrevido regularmente a disponer una línea defensiva de tres. Hoy lo ha hecho el Sevilla y la verdad es que la imagen, ante un gran equipo que lo da todo en cada balón, lleno de furia y carácter, que presiona hasta la extenuación, puede calificarse de muy interesante, si bien el acierto en el balance defensivo no vino acompañado de la proyección atacante necesaria, seguramente por un error no difícilmente superable: si bien Reyes puede ocupar la posición de media punta mientras Alberto Moreno se pega a la banda, no ocurre lo mismo en el lado opuesto donde Coke cumple su papel pero a Navas no se le olvida el blanco de la cal, costándole un mundo pisar la frontal del área.
Bien en general todo el equipo, quizá con la excepción de los habituales Kondogbia y Rakitic, excesivamente ausentes en un superpoblado centro del campo. Volvió Cala que, en su anhelado sueño de coger y no soltar la camiseta de titular, mostró un carácter muchas veces castigado por los árbitros cuando la camiseta enfundada no es azulgrana o rojiblanca... o no digamos nada si es blanca sin ribetes. Difícil la papeleta de Botía, aislado en la frontal del área pero rápido y expeditivo cuando intervino. Volvió al costado izquierdo, y a su habitual nivel, Fernando Navarro. Como se apuntó antes, Coke y Alberto Moreno cumplieron su cometido casi a la perfección. Arriba, Negredo se vació como en cada partido aunque no dispuso de ocasiones mientras Navas y Reyes ofrecieron un trabajo sordo, sin lucimiento y, lo que es peor, sin proyección sobre la meta rival. Si se resuelve este desajuste, la táctica puede dar mejores resultados.
Al final fue Falcao quien, a falta de un cuarto de hora, consiguió la victoria para los colchoneros cuando desvió a la red un disparo cruzado de Raúl García precedido por unas tan clarísimas como involuntarias manos de Mario. Derrota tan injusta como real y más cuando un posterior lanzamiento de golpe directo de Rakitic besó el larguero de Courtois en lo que, al menos, pudo significar el empate, resultado más acorde con lo visto en el terreno de juego.
Después de todo, y como casi siempre ocurre con los pródigos, sólo queda que las recurrentes prisas de última hora de los profesionales sean suficientes para replicar a "su madre", la afición sevillista: "¿Ves como al final cumplí el objetivo?. Eso sí, con la lengua fuera".
FICHA TÉCNICA DEL ENCUENTRO
Sevilla F.C. 0 - Atlético de Madrid 1
Sevilla F.C.: Beto; Cala, Botía (Maduro, m. 60), Fernando Navarro (Babá, m. 78); Coke, Kondogbia, Rakitic, Alberto Moreno; Navas, Reyes (Perotti, m. 67) y Negredo.
Atlético de Madrid: Courtois; Juanfran, Godín, Miranda, Filipe Luis; Mario Suárez, Koke (Saúl, m. 88), Gabi; Diego Costa (Adrián, m. 67), Cristian Rodríguez (Raúl García, m. 62) y Falcao.
Gol: 0-1, m. 75, Falcao.
Árbitro: El castellano-leonés González González. Mostró tarjeta amarilla a Botía, por el Sevilla; y a Falcao, Godin, Mario Suárez y Diego Costa, por el Atlético.
Incidencias: Partido correspondiente a la 32ª jornada de Liga disputado en el estadio Ramón Sánchez Pizjuán ante unos 35.000 espectadores en tarde-noche primaveral. Terreno de juego en perfectas condiciones.
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