jueves, 14 de noviembre de 2024

191111. Monchi y el don de la oportunidad

 


Como he venido diciendo, siete años apartado de las RRSS, han corrido casi en paralelo con un lustro de colaboraciones muy esporádicas en otros medios y espacios tales como Letra Cursiva, El Tercer Lado, esRadio o Columnas Blancas, y que continúo actualizando en este retomado blog. Algunas, insisto, parecerán nostálgicas, otras se antojarán imposibles a la luz de los acontecimientos vividos en España y, especialmente, en Andalucía en los últimos cinco años… Ya, si hablamos de fútbol y en concreto del Sevilla FC, la situación no es la misma de entonces, no… de ninguna manera. Conformémonos ahora (ya no estamos para batallitas) con el tan socorrido y en absoluto exigente “que nos quiten lo bailao…”.

Finalizo hoy esta serie de colaboraciones prestadas en Columnas Blancas, diario sevillista donde en apenas tres meses, entre septiembre de 2019 y enero de 2020, escribí sobre asuntos relacionados con el Sevilla FC. Un total de cinco artículos que se cierra con “Monchi y el don de la oportunidad”, publicado el 11 de noviembre de 2019, cuando mi opinión sobre el de La Isla era manifiestamente mejorable (5 de 5)

 

La vuelta a casa de Ramón Rodríguez Verdejo (sinónimo de plata) es un éxito del presidente y de su consejo de administración con el que vuelve a disfrutar el sevillismo en pleno. Un logro que, con ser sustancial, resulta incomparable con el futuro inmediato que ya se nos vislumbra.

Somos legión los que, como el de San Fernando, creemos “de forma radical, extrema y ultra en este Sevilla Fútbol Club que se está cociendo, en este proyecto que se está dibujando”. Sabemos que “somos el más grande de Andalucía desde hace 130 años y que lo seguiremos siendo en los próximos 200” y que “somos la marca que mejor ha vendido la marca de esta ciudad… porque así nos parió nuestra madre, exigentes y conformistas”.

No tanto por una cuestión de juicio como de edad, he aprendido a analizar los discursos en general no sobre lo que me dicen sino sobre el trasfondo, sobre lo que me quieren decir. Y, a mí me lo parece, con esa prédica de final de año en Los Lebreros que puso a gran parte de los accionistas presentes en pie, tres lustros después del alegato de Del Nido en Madeira, el Sevilla se ha dejado algún mechón de pelos en la gatera de esa imagen ambiciosa de constante progresión.

Harían bien Monchi y el Sevilla, desde el silencio absoluto y máximo respeto, en excluir cualquier referencia, aún de forma tácita, al club menor de la ciudad, prolongando la senda de aquel septiembre de 2004 que tan majestuosos resultados ha procurado. Haría, igualmente, bien nuestro director general deportivo en no dejar traslucir la más mínima duda sobre si se aprovecha, o no, su fama y su bien ganada reputación como escudo de otras cuestiones deficientemente explicadas por parte de los dirigentes; en definitiva, haría bien en seguir desempeñando su rol como él solo sabe y en alejarse de la delgada línea que separa la oportunidad del oportunismo.

Lo obvio es irrebatible y no ha de exteriorizarse en el foro donde los administradores, anualmente de forma ordinaria, han de dar cuentas de su gestión (notable en el último ejercicio) y menos aún al comienzo de la convocatoria en lo que pudo parecer (“sed exigentes, exigid claridad, pero al mismo tiempo demos margen de credibilidad a aquellos que nos han elevado al olimpo europeo, a éxitos increíbles”) una puesta en escena destinada a atemperar los razonables ánimos de indagación de unos accionistas inquietos por el día a día y avizores del futuro de nuestro Sevilla.

Ni era el lugar ni era el momento. Lo primordial, como él mismo corroboró (“estoy convencido de que hay margen para crecer aún más a todos los niveles”), es que siga manteniendo el crédito, el que posee tras una trayectoria repleta de laureles que -excediendo objetivos- ha culminado al finalizar 2019 en el pódium del fútbol español.


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