08/06/16. Mi colaboración de
ayer en El
Demócrata Liberal
“Los helvéticos -¡gente con
suerte!- tuvieron la ocasión de pronunciarse el pasado domingo sobre la posibilidad
de implementar una renta básica incondicional”
“Suena bien. ¿Dónde hay que
firmar?”
Efectivamente, ni
en bancos, ni en renta per cápita, tampoco en organización de finales europeas,
ni en modelos modernos de desarrollo urbanístico, menos aún en el bronceado de
los titulares de sus pasaportes. No, España no es Suiza, lo que, por otra
parte, ni puñetera falta que hace. Majaderos y espabilados, va de suyo, se
reparten casi en idénticas proporciones en cualquier lugar del mundo.
¿Imaginan el
resultado de un referéndum que en España planteara el pago de un salario básico
sin condiciones y vitalicio de 2.250 euros al mes para cada adulto, o de 550
por niño?
Los helvéticos
-¡gente con suerte!- tuvieron la ocasión de pronunciarse el pasado domingo
sobre la posibilidad de implementar una "renta básica incondicional
(RBI)". Entre sus promotores -¡qué boda sin la tía Juana!- se encontraban
artistas, cineastas y economistas como Bernard Kundig, pero también políticos,
socialistas entre otros, como Oswald Sigg. La iniciativa planteaba, así como
suena, un salario mensual para todo quisque de 2.500 francos. Semejante maná
contemporáneo llegaría íntegramente a los que carecen de ingresos; los
retribuidos con un sueldo inferior recibirían la diferencia hasta dicha suma;
incluso los que disfrutaran de un salario superior se verían recompensados
también, pues, aunque la soldada seguiría siendo la misma, proporcionalmente
verían incrementado su tiempo libre en la relación RBI/sueldo. Por ejemplo, un
asalariado que percibiera 5.000 francos por el 100 % de trabajo, la RBI le
hubiera permitido mantener los ingresos y trabajar la mitad, disponiendo para
ocio y familia del 50 % de su actual jornada laboral.
Suena bien. ¿Dónde
hay que firmar? Pues, al final, ¡nuestro gozo, en un pozo!: al tiempo que el
ofrecimiento era rechazado el pasado domingo por un abrumador 77 % de imbéciles suizos, en su eterna carrera
por capitanear la carrera del populismo, el líder del PSOE se comprometía a
“erradicar la pobreza” y a “rescatar al ciudadano” en su primer año de mandato;
a la subida de un 4 % del Salario Mínimo Interprofesional, actualmente en
655,20 euros y que el anterior gobierno socialista había dejado en 641,40; a
garantizar los suministros básicos de agua, gas y luz, y -¡ahora sí, palabrita
del niño Jesús!- a evitar los desahucios, escondiendo en la bruma mediática la imagen ufana de Carmen Chacón celebrando el
logro del “desahucio express”, el mismo que puso en liza de la mano de
Zapatero y que “desatascaba” los juzgados, entre aclamaciones, a idéntica
velocidad con la que los inquilinos abandonaban “sus” hogares.
Para colmo, el podemita
«Plan 25 de Emergencia Ciudadana» ha sido rebautizado por Snchz como «Plan de
Emergencia Social», cosechando un merecido empate final -equis en la
quiniela de populismo- si, como parece, somos capaces de valorar justamente su compromiso de implementar un "ingreso
mínimo vital" de al menos 426
euros mensuales destinado a los hogares que no reciben prestación y que podrían
elevarse hasta 708 para las familias con tres o más personas a cargo, anuncio
de máxima trascendencia si consideramos que hasta Podemos ha desistido de “su
renta universal” y ha rebajado su actual “renta garantizada” a 600 euros
mensuales.
Sin mencionar un
solo ingreso con el que puedan costearse siquiera parte de estos cantos de
sirenas, el incremento de las pensiones, la mejora de las prestaciones, el boom
del gratis total y del yo más, redondean el programa económico con el que Snchz
pretende sisarle unas docenas de papeletas a los de Pablo Iglesias II, al que,
probablemente, tras el inesperado adelantamiento por la izquierda de los
socialdemócratas del PSOE, solo le reste una visita a Grecia para que Tsipras le
explique en primera persona las bondades de su “hemoal” y que, a la vista de su
sempiterna sonrisa, tan buenos resultados parece haberle reportado ante los
“embates” de la troika.
Mientras los
suizos, sensatos para unos, pazguatos para el resto, rechazaron anteayer el cuento
de la lechera de la RBI, sencillamente porque no le salían las “innovadoras”
cuentas del socialismo del siglo XXI (reparto igualitario de los ingresos
recaudados vía impuestos para que tú te lo gastes, yo ahorre e invierta y, tras
un tiempo, volver a repartir de nuevo), los progres españoles continúan
hablando de pobreza para relacionarla inefablemente con la derecha; largando de
desempleo entretanto la memoria no se remonta más allá que al periodo justo
para imputárselo a Rajoy; criticando los recortes de derechos, el rescate a los
bancos, la amnistía fiscal o la corrupción, a la vez que, para obviar sus
autorías compartidas, imponen su particular límite temporal y, de paso, culpar
a estribor de todos esos males y de los que resten por venir.
¡Malditas cifras,
maldita hemeroteca... malditos suizos que nos han birlado la opción de
imitarles! ¿O no?
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