15/06/16. Mi colaboración de
ayer en El
Demócrata Liberal
“De aquellos maestros
caribeños, los aventajados discípulos celtíberos”
“Deje usted desocupados su
apartamento en la playa o la casita de la montaña y espere a que las
necesidades de otros propicien el paso al que estos salvapatrias rojos les invitan sin son-ídem”
“Resulta curioso cómo en este
punto coincidimos todos: liberales, socialistas, anarquistas y hasta algunos
comunistas de la CUP nos aferramos a la ley confiados en el amparo de la
justicia”
Para los anales del
fanatismo y vergüenza del socialismo queda ya aquel paseo matutino del líder
bolivariano por las calles de Caracas, preguntando por éste o aquél edificio,
por éste o aquél negocio. Lo mismo daba… la respuesta siempre era la misma: ¡exprópiese…
exprópiese, señor alcalde!
El estado de
derecho cedía, como la mantequilla ante el cuchillo, a los deseos del caudillo que, en ausencia del previo
expediente de expropiación, se jactaba públicamente de retorcer el derecho jibarizándolo hasta su mínima expresión,
al tiempo que se mostraba como un perfecto desconocedor de la semántica al no
utilizar en forma imperativa el indiscutible verbo que ejemplificaba su
proceder: ¡requísese!
De aquellos
maestros caribeños, los aventajados discípulos celtíberos. Del barrio
barcelonés de Gràcia, nos llegan los ecos de la nueva ocurrencia de una
diputada de la CUP, Eulàlia Reguant, la camarada de Anna Gabriel, aquella que nos obsequiaba con
la copa menstrual por la que “beben los vientos” las mujeres españolas y con la
cada vez más perentoria necesidad de una educación tribal de los hijos en la
comuna... La cupetista se anima a
instruirnos en nuestros exiguos conocimientos sociales: “estar en posesión de una segunda vivienda sin uso es incompatible con
la situación de dificultades de terceros en el acceso a la vivienda”. Ya lo
saben, pues: deje usted desocupados, como es habitual once meses al año, su
apartamento en la playa o la casita de la montaña y espere a que las
necesidades de otros propicien el paso al que estos salvapatrias rojos les invitan sin son-ídem; pague puntualmente su cuota de comunidad, consumos,
impuestos, mantenimiento y otros gastos “capitalistas” que ya saben quien se lo
agradecerá.
El Derecho vuelve a
darnos las claves de la degeneración intelectual: la concepción
histórico-absolutista del derecho a la propiedad privada ha ido socializándose
paulatinamente. Así, al igual que la italiana, el artículo 33.1 de la
Constitución Española (“se reconoce el
derecho a la propiedad privada”), junto con el derecho a la herencia, los
reconoce explícitamente. Por su parte, el 33.2 los matiza desde el punto de
vista de la función social, remitiendo a la ley para delimitar su contenido.
Asimismo, con afán de adecuar la titularidad dominical a las exigencias
sociales, el artículo 28.1 formula que “toda
la riqueza del país y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés
general”.
A principios de la
pasada centuria, la confusa formulación inicial de la función social de la propiedad, concepto jurídico indeterminado
obra de Duguit, y que acabó cristalizando, fue el resultado de una amalgama de
planteamientos imprecisos entre la ideología socialista que comenzaba a
triunfar en el este de Europa y la ideología liberal, producto de la Revolución
Francesa.
Si sabemos leer la
Constitución y, aún mejor, entenderla, en España, el reconocimiento a la propiedad privada parece fuera de toda duda,
sin obviar -en justa correspondencia con el último punto del artículo 33- que “nadie
podrá ser privado de sus bienes o derechos, sino por causa justificada de utilidad pública o interés social, mediante la correspondiente indemnización”, una copia casi
literal del extinto artículo 349 del Código Civil, motivo por el que, hoy día,
para abolirlo se sigue tirando de la Ley de Expropiación Forzosa de 1954,
Franco mediante.
Resulta curioso
cómo en este punto coincidimos todos: liberales, socialistas, anarquistas y hasta algunos comunistas de
la CUP nos aferramos a la ley confiados en el amparo de la justicia.
Nuestros ideales pueden aparcarse in
aetérnum siempre que nos una la condición de propietarios de esa segunda
vivienda de nuestras entrañas o, lo que es lo mismo, el viejo chiste de la
revolución puesto al día:
- "Camarada Revolucionario… Si tuvieras
dos casas, ¿donarías una a la revolución?"
- "Sí".
- "Y si tuvieras dos autos de lujo,
¿donarías uno a la revolución?"
- "Naturalmente".
- "Y si tuvieras un millón en tu cuenta
bancaria, ¿donarías la mitad para la Revolución?"
- "Lógicamente, lo donaría".
- "Y si tuvieras dos gallinas,
¿donarías una para la revolución?"
- "No, claro que no".
- "Pero... no lo entiendo, ¿regalarías
la mitad de tus vastos bienes y no donarías una gallina si tuvieras dos?
- "Xactamente, camarada… es que tengo
dos gallinas en el corral".
Parece claro que la
función social de la propiedad puede esperar sentada ante el sagrado derecho a
la propiedad privada, ¿verdad mis queridos progres?
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