“Solo faltaba decirle a los
maestros cómo enseñar, cómo instruir, cómo adiestrar a nuestros niños”
“Igual que criticamos la
ineptitud de Lopetegui, la inutilidad de Trump o reprochamos la incompetencia
de nuestro cardiólogo, enmendaremos la plana al maestro: ¿Pitágoras?, ¡a mi
hijo no lo insulte!”
Viene siendo
noticia la “Huelga de deberes” convocada a nivel nacional por la CEAPA para
todos los fines de semana de noviembre. Lo que dice el lema ("En la
escuela falta una asignatura: mi tiempo libre"), entreverado con lo que se hace (“Los
deberes no se hacen”) es por sí solo todo un canto a la indecencia.
Sin entrar a
valorar los fundamentos del movimiento y lo que se persigue, el mensaje que se
lanza a los niños es perverso: “ante un conflicto, se puede y se debe
desobedecer el mandato del profesor”.
Ignoros, opinamos
sin ruborizarnos -en la mayoría de las ocasiones con el codo apoyado en el
mostrador de la taberna- de fútbol, de política y de medicina al nivel, o eso
nos creemos, de Cruyff, de Chamberlain o de Ramón y Cajal, dejando claro
nuestro nivel de expertos en tales materias y arrinconando el socorrido aserto
que colige: “donde la ignorancia habla la inteligencia calla”.
Solo faltaba
decirle a los maestros cómo enseñar, cómo instruir, cómo adiestrar a nuestros
niños en la búsqueda del fin último de la Educación Primaria que no debe ser
otra que -eso al menos dice la ley- la de “facilitar los aprendizajes de la
expresión y comprensión oral, la lectura, la escritura, el cálculo, la
adquisición de nociones básicas de la cultura, y el hábito de convivencia así
como los de estudio y trabajo, el sentido artístico, la creatividad y la
afectividad, con el fin de garantizar una formación integral que contribuya al
pleno desarrollo de la personalidad”. Y ha llegado el momento de la mano de
los maestrociruelas de la vida; de los que, sin saber leer, no es ya que
pongamos escuela sino que desbaratamos malévola e inconscientemente la
autoridad del profesor mientras desconcertamos a nuestros niños, al tiempo que
impregnamos en sus permeables mentes la pavorosa idea de que la decisión sobre
cumplir fielmente con el trabajo encomendado les corresponden únicamente a
ellos, si acaso con el claro respaldo de sus padres, quedando el docente en un
chusco segundo plano.
Sin embargo, no lo ve así CEAPA que se vanagloria (desconocemos sus
herramientas de medición) del “éxito” de la convocatoria en las dos primeras
semanas de su puesta en práctica y valora positivamente “el resultado de la
campaña de concienciación y desarrollo de fines de semana de actividades
familiares para recuperar el tiempo familiar con nuestras hijas e hijas
[sic], un tiempo que nunca deberíamos haber perdido en favor de un
método educativo deficiente y arcaico”. Los mismos que se oponen a los
intentos de innovar planes de estudios que buscan -no digo que lo consigan-
acabar con la deshonrosa sangría de los
últimos 30 años, terminan agradeciendo en su comunicado “el amplio apoyo
recibido de las familias, así como el de los y las docentes [sic
otra vez]”.
No, en Andalucía
-tampoco en el resto de España- no se hace huelga por las ratios
desproporcionadas, por las aulas prefabricadas que se eternizan, por los
colegios e institutos sin climatizar, por la derogación de las leyes educativas
de pésimos resultados, por laboratorios sin dotación, inexistentes o
incorrectamente gestionados, por no cubrirse con la prontitud requerida las
bajas del profesorado; sí se hace, por contra, para apuntar al maestro como el
responsable de todos los males.
Nos queda un
consuelo: al menos sabemos que, a partir de ahora, los tutores, las
asociaciones de padres (y madres, no vaya a ser que…), sus federaciones y
confederaciones y toda la pléyade de adláteres al servicio del progresismo
educativo -que nos ha colocado año tras año en el furgón de cola europeo en
la materia- seremos los que, igual que criticamos la ineptitud de Lopetegui, la
inutilidad de Trump o reprochamos la incompetencia de nuestro cardiólogo,
enmendaremos la plana al maestro: “¿Pitágoras?, ¡a mi hijo no lo insulte!”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario