viernes, 15 de diciembre de 2017

Reflexiones sobre la Junta General del Sevilla FC 2017 (II) (por Ernesto López de Rueda)


(Foto: sevillafc.es)
2. La remuneración del consejo
 
Aludía anteriormente a la necesidad de profesionalizar el club. Con más o menos aciertos y más o menos errores, hay consejeros que dedican muchas horas de tarea al club, y eso en una sociedad que en este ejercicio fiscal facturará más de 200 millones de euros no puede hacerse gratis, por amor al arte.
 
Miren, perdonen, el argumento ese de que “se trabaja por amor al club”, de que “conozco a quien lo haría gratis” o de que “tan solo personas con una posición económica asentada pueden ser administradores del club” es, a mi juicio, un dislate hoy en día. El profesor universitario José Parra, y eminencia en estos asuntos, lo explicó en la Junta: trabajar sin cobrar suena mal.
 
Y es nocivo porque invalida o atenúa el concepto de responsabilidad. Los sevillistas nos preciamos de exigentes, lo somos y lo seremos y ahora con más razón, todavía en grado superlativo. ¿Se le pueden exigir a un consejero responsabilidades por su parcela cuando va al club a echar unas horas que roba a su tiempo laboral y ocupaciones familiares y ocio? Dirá: oigan, que yo vengo aquí por amor al arte luego no me pidan responsabilidad, pídanme arte o que cuente chistes.
 
Hace 8 años en una Junta General (2009) interpelé al entonces presidente, José María del Nido, acerca de avanzar en la necesidad de profesionalizar al club y dado que dedicaba tantas horas a la entidad, que percibiera remuneración por ello (aquellos famosos “yo no cobro del Sevilla pero por mi dedicación el Sevilla gana “x”). Su respuesta fue contundente: “yo afortunadamente gozo de una posición por la que puedo dedicarme al Sevilla 28 de 24 horas diarias sin necesidad de cobrarle”.
 
Hoy sabemos que el Sr. Del Nido tenía otras fuentes de financiación que lo llevaron a prisión. Condenado a más de nueve años por los casos “minutas” y “fergocón” y que aún cumple en tercer grado como prisión atenuada. El primero de esos casos se desarrolló antes de su acceso a la presidencia del Sevilla FC. El caso Fergocon del que asumió su responsabilidad criminal coincidió, como mínimo, en el tiempo durante su presidencia en el Sevilla FC en seis meses en los que, según reconoció, cogía dinero del Ayuntamiento de Marbella mientras ejercía como presidente del Sevilla FC. Lo cogía “allí” según se entiende. Pero necesitaba dinero para sostener a su familia, para comprar acciones del Sevilla y consolidarse en el poder o para lo que fuera. Si legalmente hubiera cobrado del Sevilla, quizás todo aquello no hubiera pasado, o a saber.
 
Además ¿Queremos un club en el que sólo puedan presidirlo y dirigirlo personas adineradas? ¿No puede haber sevillistas capaces y capataces para gobernar la nave que pertenezcan al planeta tierra del común de los mortales? Lo calificaría de discriminación económica repelente e inasumible porque el Sevilla FC desde sus propios inicios es un club abierto a los hombres de toda condición social, económica, religiosa y de otros tantos aspectos como ya fuera definido hace más de un siglo por uno de sus primeros presidentes.
 
Dicho esto, aclararé unas cuestiones sobre el asunto y explicaré mi posición personal.
Veo lógico que el consejo perciba remuneraciones. Particularmente las veo vinculadas al cumplimiento de objetivos deportivos y no sólo económicos. Ocurre que en los actuales Estatutos Sociales del Sevilla FC ante los que hay que plegarse, no se contempla de esa forma. La otra noche Accionistas Unidos anunció que reclamará su modificación en la próxima junta general, una aportación que preveo interesante.
 
A mí, a Ernesto López de Rueda Cossío, me pareció obscena la fórmula propuesta por el consejo. En el artículo 30 de los estatutos sociales del Sevilla FC se dice que dichos emolumentos no podrán superar el 10 % de los beneficios líquidos (23,5 millones de euros), por lo que el máximo habrían sido 2,35 millones de euros y se ha decidido por parte del consejo que sean 500.000 €.
 
Si digo que me parece obsceno es porque se han fijado 500.000 €, no un porcentaje que, en este caso, es del 2,13 %.
 
Ninguno de los lectores (o pocos) percibirán su digna nómina expresada en “X.00,00” €. Probablemente quienes superen los mil euros recibirán 1.425,87 o los que desgraciadamente no, tendrán 718,41, a título de ejemplos. Pues no, el consejo del Sevilla quiere 500.000 como único criterio sin enumerar siquiera las funciones propias de la tarea que origina la prebenda.
 
En ese sentido y también a modo de ejemplo, estudio una propuesta que trasladaré a Accionistas Unidos para que la valore junto a las que trasladen otros sevillistas para que se contemple una aplicación fija de reparto de dividendos del 1 % en caso de que haya beneficios y con incentivos por consecución de objetivos tipo, a sabiendas de que puede haber una mayor casuística de la que expresaré a continuación. Puede valer ahora tan solo como exposición al caso:

-         El 0,25 % más si el primer equipo se clasifica para UEL.
-         El 0,5 % si el equipo gana la Copa.
-         El 0,25 % si el equipo gana la Supercopa de España.
-         El 0,25 % si el equipo gana la Supercopa de Europa.
-         El 0,75 % si el equipo gana la UEL.
-         El 1 % si el equipo se clasifica para la UCL.
-         El 2,25 % si el equipo gana la Liga.
-         El 3,75 % si el equipo gana la UCL.
 
Y todos esos conceptos acumulables. Si eso hubiera estado en vigor ya, este año se estaría hablando de una remuneración al consejo del 2 % (el 1 % fijo y otro 1 % por la clasificación para UCL) y una asignación total parecida a los dichosos y caprichosos 500.000 € que suponen el 2,13 %.
 
¿A alguien le habría molestado? ¿La gente tiene tiempo para criticar que otros cobren por trabajar? Supongo que las críticas las harán en su tiempo libre y que preferirán que los consejeros en lugar de dirigir al Sevilla y percibir justificados emolumentos por ello, se dediquen a escribir en twitter y entre tuit y tuit echen algún ratito para el club.
 
¿A algún sevillista le importaría que en el próximo ejercicio hubiera 50 millones de euros de beneficios y que se retribuya con 5 millones de euros al consejo por ganar Liga, Copa, Champions, Supercopa de España y Supercopa de Europa? ¿Alguien piensa que el Sevilla crece en su presupuesto año tras año (aunque no se ganen títulos) pudiendo construir equipos más potentes por arte de magia o por trabajo?
 
¿Realmente alguien piensa que organizar un club y una empresa como el Sevilla se puede hacer gratis? ¿Que la dedicación de muchas horas no se paga ni hay que pagarla?
Otra cosa es la capacitación para los cargos y esto sí es algo que en aras a la profesionalización el club deberá estudiar con seriedad y para lo que también deberemos apretar los accionistas minoritarios. Los accionistas mayoritarios con poder para estar en el consejo debieran ir pensando que sus intereses deben estar representados por consejeros profesionales especializados en distintas áreas y a los que se les exigirán responsabilidades.
 
Esto lo extrapolo a la presidencia del club que guardando algunas funciones ejecutivas definidas y listadas, debiera ir tomando el color de la presidencia representativa delegando sus facultades en profesionales. E incluso esas funciones representativas y ejecutivas habrán de estar tasadas y remuneradas.
 
No soy partidario de la teoría de que tan solo puede ser presidente del Sevilla quien tenga una posición económica desahogada y que los futuros presidentes puedan trabajar “gratis” para el club desempeñando esa función, me cuesta creer en ella. Y no aprecio muchos ejemplos en el fútbol español. En el Sevilla de la SAD, para qué contar.
No entiendo al Sevilla del futuro más cercano de otra forma.
 
El fútbol, nos guste o no y quien lo desee puede bajarse del barco de este deporte tal y como rige ahora en la alta competición, está ultraprofesionalizado y se abundará en ello. Es un negocio del que no participan tan solo los clubes, sino las organizaciones supranacionales como FIFA y UEFA, entes en los que se abren ideas enfocadas a la creación de superligas europeas y mundiales en las que, oh, casualidad, hoy por hoy estaría el Sevilla.
 
No habrá marcha atrás de esas organizaciones, el negocio es el negocio. Y quienes compitan ahí (lo escribo a 12 de diciembre de 2017 y apostaría a que no se demora más de 3-4 años) serán megaclubes con plantillas de 40 jugadores para abordar la Copa y Liga nacionales así como las ligas europeas y mundiales. Habrá megaclubes gigantes como el Madrid y los de su tamaño, y megaclubes más humildes entre los que puede estar el Sevilla salvo que lo deseemos en su dimensión de club de andar por casa para competir en el ámbito más restringido y reservado a quienes hoy en día no pueden soñar con equipararse a nosotros. Cuestión de elección.
 
Y siempre he mantenido que prefiero un Sevilla “cola de león” antes que “cabeza de ratón”. Prefiero competir contra Atlético de Madrid y Valencia y superarlos como en ocasiones sucede, a hacerlo contra -con todos los respetos- Español, Real Sociedad, Depor, Betis o Rayo que en ocasiones también nos superan. La altura del desafío responde a la propia naturaleza del Sevilla: se es grande cuando se compite contra las grandes y el objetivo no se centra en capitanear el pelotón de los más débiles.
 
Dirigir a clubes grandes cada vez exigirá mayores plantillas de economistas, abogados, expertos en comunicación y marketing, equipos técnicos deportivos y, por supuesto, capacitación en la dirigencia. Los accionistas minoritarios tenemos el reto de evaluar esos desafíos y ayudar al club a afrontarlos. El reto no es solo para la organización, compete a todos. Necesitamos sevillistas cualificados en muchas disciplinas: economistas, abogados expertos en mercantil, en legislación deportiva, arquitectos, expertos en marketing, en comunicación, y lo dice quien no es nadie en el Sevilla ni en el Sevillismo ni tiene ambición por serlo.
 
Aclaro, porque algunos tienen las uñas largas y afiladas y la lengua viperina. Como periodista y como sevillista, qué no daría yo por ser, por ejemplo, el director de comunicación del Sevilla como soñaría cualquier periodistas sevillista, o como cualquier abogado que se precie gustaría de dirigir su departamento jurídico o un economista el económico o un fiscalista el financiero y así con todas las profesiones que se pudieran enumerar. Un sueño, que nunca ha sido otra cosa, como cualquier otro, máxime cuando hablando de ese puesto, en el Sevilla está cubierto por mi amigo y mejor profesional Jesús Gómez, ejemplo de eficiencia y, además, de ultra sevillismo.
 
Mi obsesión es la mejora permanente del Sevilla y eso me ha llevado en ocasiones a comulgar  con ruedas de molino ¿Qué es más importante, mejorar al club o imponer el criterio propio y si no, no juego?
 
Sinceramente, me gustaría que el consejo de Administración del Sevilla FC procediera a un reparto más equitativo de los 500.000 € autorizados para su remuneración y no las cifras oídas. Quiero un Sevilla en el que el consejero de asuntos médicos del Sevilla cobre un buen dinero para exigirle absoluta responsabilidad en la elección de doctores, médicos y procedimientos para tratar a los lesionados del club mejorando a otros clubes y quiero que el consejero de instalaciones perciba una buena retribución para poder exigirle responsabilidad por el perfecto estado de los bienes muebles del Sevilla.
 
La otra noche, el consejero José María Villanueva Ruiz Mateos ofreció una muestra de sus capacidades. Como sevillista y como accionista me siento tranquilo con él al frente de esa parcela ¿No percibirá remuneración por ello? Resulta incomprensible a todas luces.
 
Y me gustaría que esto lo hubiese explicado, razonado y fundamentado el consejo y que no tenga que hacerlo nadie más, podían haberse esmerado.
 
Y esto, que el consejo sea mejor, más transparente, eficiente y que sepa explicarse mejor es algo en lo que a partir de ahora influirá decisivamente el accionariado minoritario, el que la otra noche preservó la estabilidad del club.
 
Hasta ahora había consejeros que habían obtenido importantes retribuciones, casos de José María del Nido Carrasco (más de 150.000 €) y Manuel Vizcaíno Fernández, quien además percibió tras su salida 631.000 €, fruto de un contrato firmado por el ex presidente José María del Nido del que nadie tenía conocimiento y que apareció por arte de birlibirloque años después de la salida de ambos del club y suscrito, se supone, por ambos con anterioridad sin conocimiento del resto del consejo.
 
Pero ahora, ¿el Sr. Del Nido viene a pedir que los consejeros no cobren? ¿Dónde está la transparencia? ¿Antes cuando existan contratos sorpresa guardados en determinados cajones o ahora que se exponen ante todos los socios y la opinión pública sevillista?
 
¿Queremos transparencia o no la queremos?


 
Última entrega: 3. Sorpresas en la Junta

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