jueves, 2 de agosto de 2018

23 años del 2 de agosto. ¿Mereció la pena luchar?


 
23 años ya... más de cuatro lustros. Parece que fue ayer. Pretendían acabar con el Sevilla, pero no contaban con el patrimonio más importante del club hispalense: su afición. Entre cuarenta y cincuenta mil personas se echaron a la calle aquel 2 de agosto para exigir justicia. La cacicada de Jesús Gil, Antonio Baró, Jesús Samper, Ramón Mendoza, Rafael Cortés Elvira y José María García fue abortada por todos y cada uno de los sevillistas, en especial los que se echaron a la calle, con cuarenta grados a la sombra, como un solo hombre (o una sola mujer, para ser correctos ahora).
 
¿Qué sevillista no recuerda aquella siesta agosteña?: ¿Cómo? ¿qué dices? ¡tú estás loco... ! ¡Y tanto que estaban locos! El sevillismo así se lo demostró... ¡Qué grande eres, Sevilla!
 
Ernesto López de Rueda, Javier Tenorio y Enrique fueron los promotores de aquella demostración de fuerza del sevillismo. Aquel mismo día a las 3 de la tarde (cinco horas antes del comienzo y cuando Internet y las redes sociales eran una entelequia) presentaron en la Delegación del Gobierno la comunicación de la gran manifestación que se pretendía convocar. Todo un documento para la historia sevillista:


Meses después, Ernesto López de Rueda, vicepresidente de Foro Sevillista, plasmó en los capítulos 3 y 4 de su libro "Sevilla hasta la Muerte, El coraje de una afición" el acontecer de aquellos tremendos días en que se forjaron los sólidos cimientos del Sevilla actual: El libro de cabecera del sevillismo en el que se narra la intrahistoria del abortado abordaje del Sevilla F.C. por los invasores madrileños y marbellíes.

Pero de nuevo vuelven a sonar tambores de guerra: los grandes capitales que aglutinan la mitad de las acciones del Sevilla FC han emprendido en los últimos meses una lucha desaforada en pos de hacerse con el mayor número posible de títulos con el pretendido afán de controlar la institución, y lo hacen ofreciendo precios desorbitados... o no tanto. Los 3.200 - 3.400 euros que se vienen pagando por un par de acciones en los últimos días, han puesto -otra vez- en alerta máxima a un sevillismo de base que, no es nuevo, siempre había vendido -de forma consciente- a señalados sevillistas. Ahora saben, sin embargo, que, con la mediación de esos mismos sevillistas, el objetivo no es otro que dar entrada, más pronto que tarde y mediante su agosto particular, a capital extranjero en la gran casa del fútbol andaluz.

"¡El fútbol está así, mira en Inglaterra, en Francia, en Italia... donde los magnates del Próximo o del Lejano Oriente se han hecho los dueños de los grandes emblemas europeos!". Eso dicen, para conformarnos y quizá no les falte razón, pero ese fútbol, ese Sevilla inminente que se teje ahora entre bastidores no es el club por el que nosotros luchamos o se dejaron la piel y parte importe de su peculio nuestros antepasados... ese Sevilla dandy que nos están pergeñando seguramente atestará aún más las vitrinas y convertirá al Grande de Andalucía en primer referente a nivel mundial, pero ese Sevilla "sushi", "de arroz tres delicias" o de "chop suey de pollo", no será el Sevilla de hoy ni aquel de 1995. Si eso ocurre, posiblemente asista a algún encuentro, lo mismo que me presento en un musical de la Gran Vía, pero no, no puede ser lo mismo.

Una afición en permanente lucha por la independencia de "su" club está hoy llamada -23 años después- a defender su identidad, esta vez no frente a invasores extraños, sino ante este reto de "los nuestros", y éste sí que se antoja imposible de superar. Tanto que cabe preguntarse: ¿mereció la pena luchar?

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