La magia de las grandes
ocasiones ha vuelto a estar presente en Nervión. La grada del Sánchez
Pizjuán era un hervidero en los prolegómenos del choque, lo continuó siendo
durante el encuentro y alcanzó al éxtasis cuando el italiano Gianluca Rocchi
hizo sonar hasta en tres ocasiones su silbato para certificar el final del
encuentro y de la eliminatoria.
El Sevilla F.C. vuelve a meterse en semifinales de la UEFA siete años
después de la última vez que desembocó en Glasgow y uno más de aquella
primera vez, en
abril de 2006, al que se le puso la guinda final en Eindhoven.
Los de Emery -"¿cuándo se
irá el vasco de una vez?"- se catapultaron a las semifinales desde el inicio
mismo del choque, en comunión perfecta con una grada cuyo comportamiento se
aproximó, ocho años después, a la de aquel recordado día histórico frente al
Schalke 04. Conocedores de lo que había en juego, los sevillistas -todos- no
desaprovecharon, no desaprovechamos, la pintiparada ocasión: sintonía de
principio a fin, apoyo cuando las fuerzas faltaban, y cuando estaban
pletóricas. Los goles de Rakitic, Vitolo, Bacca y Gameiro se convirtieron en
el colofón del preciosismo futbolero que, por momentos, firmaron los
profesionales sevillistas, superiores en todo momento al campeonísimo luso:
el primero tras lanzamiento de penalti cometido sobre Bacca, el segundo de
Vitolo, finalizando exquisitamente tras presión a lo grande de Fernando
Navarro, el tercero del propio Bacca tras cazar un balón perdido y
volviéndose a la velocidad del rayo...
Habían transcurrido apenas 30 minutos, el trabajo más difícil estaba hecho,
había pasado el momento de la velocidad y del esfuerzo extenunante, ahora
tocaba el de la cabeza, el del cálculo preciso, el de entregar el balón al
rival para verlas venir.
Pero nadie dijo que iba a ser fácil. Tres errores con los mismos
protagonistas complicaron el escenario: Coke, que estaba realizando un
magnífico encuentro, vio en el primer tiempo una tarjeta amarilla por
meterse en una trifulca cuando menos interesaba. Con el marcador de cara,
Emery lo dejó en el campo tras el descanso y el lateral, exhibición física y
técnica aparte, cometió, a 36 minutos de la finalización, una innecesaria
falta sobre un contrario que le valió la segunda amarilla y la consiguiente
expulsión.
Parecía que había que sufrir hasta el final pero, en inferioridad y cuando
más atacaba el Oporto, una excelente jugada de Vitolo por la izquierda, en
el minuto 75, sirvió para que Gameiro consiguiera el cuarto y la
tranquilidad volviera a un Sánchez Pizjuán pletórico que disfrutó como nunca
los minutos de la basura de unos cuartos de final que desde esta misma noche
forman parte de nuestra historia.
El gol de los portugueses en el alargue fue solo una anécdota que no empañó
el momento gozoso que hacía retumbar los cimientos de La Bombonera.
Señoras y señores: ¡aquí un equipo, aquí una afición! Otra vez soñamos
juntos. El Grande de Andalucía ha vuelto. ¿Se fue alguna vez?
Sevilla F.C. 4 - F.C. Oporto 1
Sevilla F.C.:
Beto; Coke,
Fazio, Pareja, Fernando Navarro; Mbia, Carriço; Reyes (Diogo, m. 55),
Rakitic (Trochowski, m. 84), Vitolo; y Bacca (Gameiro, m. 68).
F.C. Oporto:
Fabiano; Danilo, D. Reyes, Mangala,
A. Sandro; Carlos Eduardo (Quintero, m. 46), Defour, H. Herrera; Varela
(Ricardo, m. 46), Ghilas y Quaresma.
Goles:
1-0, m. 4:
Rakitic, de penalti. 2-0, m. 26: Vitolo. 3-0, m. 29: Bacca. 4-0, m. 75:
Gameiro. 4-1, m. 91: Quaresma.
Árbitro:
El italiano
Gianluca
Rocchi. Amonestó a Bacca y Coke, por el Sevilla, y a Mangala, Quaresma,
Varela y Ricardo.
Expulsó a Coke
por doble amarilla (m. 54).
Incidencias:
Partido correspondiente a la
vuelta de los cuartos de final de la Europa League,
disputado
en el estadio Ramón Sánchez
Pizjuán ante 40.000 espectadores en noche casi veraniega. Terreno de
juego en perfectas condiciones.
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