Permanecerá
para siempre en nuestras retinas el partido que esta noche se ha
marcado El Grande de Andalucía a casi 6.000 kilómetros
de Nervión.
Una
final europea, otra, que no ha volado a las entrañas mismas
del Sánchez Pizjuán porque el fútbol también
entiende de matemáticas y los guarismos finales (5-4)
expresan claramente quien fue el vencedor y evidencian cómo
ha sido el partido.
En
el arranque, Banega, en la ejecución de un perfecto golpe
franco, puso el balón en la escuadra de la portería
barcelonista. No podían empezar mejor las cosas... hasta
que el espejismo comenzó a perderse entre tinieblas:
bastaron dos faltas inventadas por el trencilla escocés,
una al borde mismo del área y otra más lejana, para
que Messi la pusiera donde le vino en gana. Imposible el primer
gol, evitable el segundo, un lanzamiento para el que mi ya vasta
experiencia futbolera me sigue diciendo que llegará el día
en que un entrenador valiente obligue a su cancerbero a no
disponer barrera defensiva.
Las
distancias se hacían siderales no solo en el marcador,
también en el espíritu de un equipo, por aquello de
los minutos psicológicos, cuando al borde del descanso
llegaba el tercero y, tras la reanudación, el cuarto.
Solo
la fe inquebrantable del que sabe que nunca se rinde fue capaz de
voltear el escenario, algo solo al alcance del equipo de la casta
y el coraje, a la cabeza el mejor entrenador (espectacular los
cambios tácticos mediada la segunda parte) que estos ojos
han visto en el banquillo nervionense, sin caer en la trampa de
embestir a la desesperada la ruleta a la que le invitaba el Barça,
guardando fuerzas y esperando el chispazo de la calidad que
atesora en su plantilla. Así, Reyes hizo el segundo e
instantes después Gameiro transformó el penalti del
que fue objeto Vitolo, lo que debería haber supuesto la
expulsión de su marcador. Finalmente, Konoplyanka forzó
una prórroga a todas luces increíble para los
espectadores de los más de 200 países que
disfrutaron del encuentro.
El
miedo a la derrota y el plomo en las piernas convirtieron el
alargue en un encuentro de fútbol-sala, de toques y
toquecitos de los catalanes sin profundidad alguna, hasta que otra
“faltita” al borde del área, a falta de cinco
minutos para el 120, permitió a Pedro torcer la balanza
hacia el lado azulgrana. Con todo y con ello, en los instantes
finales, la cabeza de Coke y la rodilla izquierda de Ramí
estuvieron a punto de convertirse en badajos de un pique para un
repique histórico, que de todas formas así será recordado.
FICHA TÉCNICA DEL
ENCUENTRO
F.C. Barcelona 5 -
Sevilla F.C. 4
F.C. Barcelona:
Stegen, Alves, Mathieu, Pique, Mascherano (Pedrito, m. 93),
Busquets, Rakitic, Iniesta (Sergi Roberto, m. 62), Suárez,
Messi y Rafinha (Bartra, m. 78).
Sevilla F.C.:
Beto; Coke, Krychowiak, Rami, Tremoulinas; Krohn-Dehli, Banega;
Reyes (Konoplyanka, m. 67), Iborra (Mariano, m. 79), Vitolo;
Gameiro (Immobile, m. 79).
Goles:
0-1, m. 2:
Banega. 1-1, m. 7: Messi. 2-1, m. 15: Messi. 3-1, m. 43: Rafinha.
4-1, m. 51: Luis Suárez. 4-2, m. 56: Reyes. 4-3, m. 72:
Gameiro, de penalti. 4-4, m. Konoplyanka, m. 80. 5-4, m. 115: Pedro.
Árbitro:
El escocés William Collum. Amonestó a Krychowiak,
Coke, Banega e Immobile, por el Sevilla, y a Mathieu, Pedro y Busquet, por el Barcelona.
Incidencias:
Partido disputado en el estadio Borís Paichadze de Tiflis
(Georgia) ante unos 50.000 espectadores que han llenado el
recinto. De ellos, 11 "barcelonistas de Barcelona" y
casi 500 "sevillistas de Sevilla" que han vuelto a dar toda una
lección de grandiosidad. La mayoría de los georgianos indígenas, con el
poderoso, que es la forma habitual en la que la Humanidad hace la Revolución.
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