Nueve años ya de aquel
fatídico 28 de agosto.
Nueve años ya y parece que fue ayer cuando nos inundaste de una tristeza extrema,
de una pena incontenible. Nueve años ya, Antonio, sin tí en el césped de Nervión,
sin tí en ninguno de esos campos de la vieja Europa a los que tú, con tu
inolvidable gol y tu
izquierda de diamante, nos llevaste una y otra vez... tantas veces,
demasiadas veces para demasiada gente.
Antes de ayer mismo se sorteó la fase de grupos de la Uefa Champions League y ya
sabes bien -¿quién dijo miedo, otra vez?- la montaña que tenemos que escalar:
Aquel inolvidable Jueves de Feria fue el comienzo de la mayor gloria vivida
por el sevillismo. Tú nos la diste,
pero también nos tenías reservado los instantes más amargos.
Nueve años ya, Antonio, y los que tengan que venir, con nuestro permanente
recuerdo en tus alegres filigranas y en tus poderosas zancadas por la banda
izquierda y con el
tremendo dolor de tu llorada ausencia. Pero tu leyenda continúa.
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