No aciertan los que recurren a la socorrida incomparecencia en esta
final, otra final, la decimoctava en apenas una docena de años.
Quienes tenían que estar, casi todos, han estado donde tenían que
estar, en la grada del Metropolitano aleccionando a la nación
española de dignidad, de orgullo, de decencia, de decoro, en
definitiva, de sevillanía y saber estar, defendiendo el escudo y la
bandera más longevos del fútbol patrio.
Los que debían defender la camiseta, para propio deshonor y con la
excepción en el primer tiempo de Jesús Navas y en el segundo de
Sandro, también han estado, los mismos que han dejado una mancha
indeleble en la sagrada elástica blanca que siempre perdurará: unos
por su candidez, impericia y/o falta de aptitud esta noche, casos de
Soria, Escudero y Sarabia; otros por haberse convertido en viles
protagonistas de una histórica afrenta y aquí no pueden olvidarse
los Mercado, Lenglet, Nzonzi, Banega, Correa, Vázquez y Muriel.
Todos ellos, sin excepción y junto al técnico italiano (los cambios
de Layún y de Nolito le desacreditan como entrenador y sobretodo
como persona), sobran en el futuro más inminente del -pese a quien
pese y pese a todo- Grande de Andalucía.
El diseño de ese futuro se ha convertido en rabioso presente: urge
una refundación y mañana ya es tarde. La temporada 2018/2019 debe
ser algo muy parecido a la primera de Joaquín Caparrós con ADN
español sudando por cada poro. La legión extranjera, a la cabeza la
tropa argentina y previa liquidación, ha de ser contratada
por otros ejércitos de mercenarios que, en la búsqueda de logros,
antepongan insensibilidad a sentimiento, entumecimiento a pasión.
Las cuentas así también han de salir: haber jugado en el Sevilla da
un caché que, pese a la necesaria rebaja, reportará al club si no
beneficios económicos apenas quebrantos.
Mención aparte merece la organización de la seguridad llevada a cabo
por la Subdelegación del Gobierno en Madrid: el trato recibido esta
tarde por los aficionados sevillistas en los accesos al estadio solo
podría disculparse con la dimisión del Ministro del Interior: las
asociaciones animalistas hubieran puesto el grito en los cielos si
el tratamiento dispensado hoy a miles de personas se hubiese
proporcionado a una manada de corderos camino del matadero. Si el
presidente del Gobierno no lo cesa, que no lo hará, el ministro del
Interior, como máximo responsable y, sobretodo, como sevillista,
tiene la obligación de presentar hoy su dimisión. Tras finales y más
finales en apenas unos años, nunca, nunca, nunca, las fuerzas y
cuerpos de seguridad españolas, holandesas, francesas, escocesas,
italianas, suizas o polacas, habían puesto en tan inminente peligro
las vidas de las personas, ancianos y niños entre ellos. Zoido ha
aplicado el 155 en el sector equivocado y eso le descalifica como
político y como aficionado blanquirrojo.
Pero que nadie se frote las manos: pese a la ignominia, pese a la
afrenta, pese a la infamia, quedamos nosotros para defenderte y
reverdecer laureles, porque ¡Sevilla somos nosotros!
FICHA TÉCNICA DEL
ENCUENTRO
Sevilla FC 0 - FC
Barcelona 5
Sevilla FC:
David Soria, Jesús Navas,
Mercado, Lenglet, Escudero, NZonzi, Banega, Vázquez (Nolito, min. 86),
Sarabia (Layún, min. 82), Correa (Sandro, min. 46) y Muriel.
FC Barcelona:
Cillessen, Sergi Roberto, Umtiti, Piqué, Jordi Alba, Busquets (Paulinho,
min. 75), Rakitic, Iniesta (Denis Suárez, min. 87), Coutinho (Dembelé, min.
82), Leo Messi y Luis Suárez.
Goles:
0-1, min. 13: Luis Suárez. 0-2,
min. 30: Leo Messi. 0-3, min. 39: Luis Suárez. 0-4, min. 51: Iniesta. 0-5,
min. 69: Coutinho (p).
Árbitro:
El extremeño
Gil Manzano. Mostró
tarjetas amarillas a Mercado, Escudero y Vázquez, por el Sevilla, y a
Iniesta y Busquets, por el Barcelona.
Incidencias:
Partido
correspondiente a la final de la Copa de S.M.
El Rey disputado en el
estadio Wanda Metropolitano de
Madrid ante 60.000 espectadores, un tercio de sevillistas de Nervión en noche
primaveral. Terreno de juego en perfectas condiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario