Extracto del programa de mediodía
de hoy en Copestelar Sevilla, dirigido y presentado por Raphael Halmanza:
"... Cien años ya... parece
mentira... lo oímos de boca de nuestros padres, a los que nuestros abuelos se
lo transmitieron, incluso todavía queda por ahí alguna reliquia del pasado en
forma de antiquísimo archivo digital que puede corroborarlo... cien años de la
enésima afrenta del sevillismo caciquil a nuestros colores...".
Quien así se expresa es el
biznieto del archiconocido historiador verdiblanco de finales del siglo XX y
comienzos del XXI, más conocido como el "cartero de Castilleja", cuya
efigie, junto a la del recordado prócer, ocupa desde entonces un lugar de honor
en el palco de autoridades del estadio Manuel Ruiz de Lopera y Sobrinos.
Continúa, Manolo.
"Gracias, Raphael. Sí, hoy
martes 17 de enero de 2113 se cumplen 100 años de una de las cacicadas más
sangrantes que ha soportado el beticismo de manos de su histórico opresor, que,
como bien saben ustedes, no han sido pocas.
Y es que a nuestros rivales no
les bastó con impedir jugar a los obreros en su club, ni siquiera con quitar
los tranvías los días de fútbol en Heliópolis o cerrar el aeropuerto por las
noches cuando nuestro equipo jugaba la liga doméstica europea, antecedente de
la actual liga galáctica. Hace ahora un siglo el entonces Alcalde, sevillista,
y la apodada Delegada del Gobierno, que también debía serlo, terciaron ante
FCC, -la constructora que en aquellos instantes elevaba el que sería el primer
rascacielos de la ciudad de Sevilla- para arrojar al desempleo, en un momento
de gravísima crisis económica, a los dos trabajadores que cometieron la
"osadía" de poner en la picota de la torre un escudo del entonces llamado
Real Betis Balompié (recordemos que el club perdió el título de Real tras el
advenimiento de la III República a comienzos del siglo XXII).
Es cierto que, tras aquella
gesta, nuestros rivales volvieron a cosechar seis títulos en dos años pero
también hay que recordar como, según mi bisabuelo, el órgano rector de la época
celebró la hazaña por todo lo alto invitando al palco de honor a ambos
operarios en reconocimiento a su proeza. También es verdad que acabaron en el
paro -consecuencia de los fascistas de siempre- pero su obra permaneció durante
mucho tiempo en el lugar más alto de la Ciudad del Betis (no me refiero a
Córdoba, Palma del Río o Cantillana) y su recuerdo ha trascendido hasta
nuestros días".
Gracias, Manolo, por recordar
cosas tan grandes.
"Gracias a tí, Raphael, por
darme esta oportunidad".
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