José Félix Machuca, hoy en ABC:
"Mira
que si esta noche...". Podrá ser, o a lo peor no, pero, de antemano,
sobran comentarios:
Así, como le habla el
compadre a la oreja de su yunta, susurrando palabras con el alma,
encomendando su azaroso deseo a la mueca indecisa del otro, mientras se
apura el botellín, esa pócima sagrada de la maquinaria de nuestro ingenio,
así es como la mitad de Sevilla, la que no es verde ni vive camino de Cádiz,
se llena de esperanza diciéndole a lo más suyo: mira que si esta noche... Y
pone puntos suspensivos. Y se le enciende el rostro como si estuviera en el
altar de un quinario. Y todo él es una luminaria de sueños y de gozos. De
esperanzas y deseos. De plegarias musitadas a escondidas porque eso de
rezarle al Patrón de San Lorenzo para ganar un partido de fútbol, hermanos,
es realmente cosa de locos. Pero estamos locos y sabemos lo que queremos.
Queremos ver hecho realidad lo que le susurramos con interrogación de buenos
presagios a la oreja del compadre: mira que si esta noche... Por eso, a
hurtadillas, escondiendo nuestra fe en el pagano deseo terrenal de una
victoria futbolística, le hablamos al Patrón como le hablamos a nuestro
padre, para que nos conceda la salud de la victoria, el dulce nombre de
nuestra alegría, la estrella del campeón, el patrocinio del mío existir,
como cantaba para llorar Silvio, mi Silvio de mis asaduras.
Mira que si esta noche
le añadimos un escudo más al mosaico de Santiago del Campo. Mira que si esta
noche se abre el cielo y caen de la gloria papelillos blancos como ángeles
tocando trompetas de victoria. Mira que si esta noche vamos de frente y por
derecho y somos capaces de mover Nervión de costero a costero, con el alma
por delante, sin que nadie se tangue en la trabajadora de nuestro palio de
plata y claveles rojos. Mira que si esta noche nace en el balcón del tercer
anillo un aliento hecho saeta acompañando el buen pie de un fútbol racheao
que le devuelva a Nervión los colores y el gozo de un Domingo de Ramos. Mira
que si esta noche las lágrimas se confunden con las risas y lloramos de
alegría o nos alegramos de nuestro llanto porque tu compadre está ronco como
un Villanueva tras entrar en Campana y romper los moldes del arte. Mira que
si esta noche, después de tantas y tantas cruces de estudiantes como ha
llevado la buena muerte de aquel equipo inmortal, encontramos otra vez la
carrera oficial de los triunfos y vale la pena el parón de estos años porque
veremos, nuevamente, cara a cara, el resplandor cambiante y mágico de la
esperanza. Ojú, compadre. Mira que si esta noche...
Mira que si esta noche
las bengalas sudan la cera de una cita inolvidable y Nervión es la hermandad
que siempre fue: esa extraña combinación entre el ruán y la cola, entre el
antifaz negro y largo y la marcha de Campanilleros, rezando con sus cantos
el rosario de nuestra pasión. Mira que si esta noche los niños de blanco nos
llenan las manos de caramelos y endulzan una fecha inolvidable, como la de
aquel jueves de Feria en el que, con la izquierda por delante, un ángel nos
abrió la puerta de la gloria, en la que hemos estado por unos años, viendo y
gozando lo que otros no han podido en su vida terrenal, ¿verdad Álvaro Yanes?,
¿verdad Alexis Correa? Dice la papeleta de sitio que una vez terminada la
estación volverás a tu casa por el lugar más corto si la victoria te es
negada. Pero mira que si esta noche le damos la vuelta al colchón y nos
encontramos que la cama es la litera de Claudia Prócula y su marido, Poncio
Pilatos, nos entrega la palangana blanca de nuestra idiosincrasia para
lavarnos la cara con agua fría y despertarnos del sueño con el sueño hecho
realidad. Qué sentencia más dulce. Mira que si esta noche, hermanos, no hay
manera de hacernos regresar a casa y alargamos la madrugá hasta el alba y el
alba se convierte en mañana luminosa donde el cansancio solo refleja la
alegría y serenidad de nuestra alma. Mira que si esta noche Nervión rebosa y
le damos agua bendita al Cristo de la Sed. Igualá con el corazón y la casta.
Que esta noche, sobre los pies, vamos directos al cielo con ellos.
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