Han
transcurrido algo más de ocho horas desde que se conociera la sentencia de la
Sala de lo Penal del Tribunal Supremo que condena a José María Del Nido a siete
años de prisión y cinco años y seis meses de inhabilitación especial para
empleo o cargo público por el caso Minutas, al confirmar los delitos de
malversación y prevaricación, respectivamente, y rechazar el de fraude, por los
que fue condenado por la Audiencia Provincial de Málaga con motivo de su
infausta relación con el Ayuntamiento de Marbella (Málaga). Más de ocho horas
despachadas con un párrafo escaso de comunicado en la página oficial
sevillista.
Hace
ahora dos años, cuando se conoció el fallo de la sala de instancia, le
manifesté pública y privadamente al abogado Del Nido -su ejercicio como tal le
ha conducido a esta situación- que sólo a él le competía la decisión de
anunciar en rueda de prensa, por supuesto lejos del Sánchez Pizjuán como
finalmente hizo, si continuaba o no al frente del Grande de Andalucía.
Como
sevillista no tenía dudas: el mejor presidente de la historia del Sevilla FC
estaba obligado a continuar en el cargo para el que le elegimos los
accionistas. Como amigo, tampoco las tenía: José María debía apartarse del
primer plano de nuestro club. Como tantas veces primó el sentimiento sobre la
razón.
Sin
embargo -también se lo hice saber de primera mano- el escarnio de hoy era
evitable. La noticia, querámoslo o no, es que "el presidente del Sevilla
ha sido condenado" y cierto es, única y exclusivamente, porque él ha
querido que así sea cuando sabido es que los motivos de la condena están
absolutamente al margen de su gestión como máximo mandatario del Sevilla FC. La
mancha del oprobio, por su obstinación, ha caído sobre la institución, lo que
le debería privarle de segundas o terceras intentonas cuando las deudas con la
Justicia queden definitivamente saldadas.
Tuvo
en la mano la oportunidad -y la desperdició- de que un asunto particular no
afectara al Grande de Andalucía. Imagino inminente su, insisto, ya tardía
dimisión y que el error cometido no sea solo el prólogo de otros en forma de
interinidades y nombramientos turbadores en los cargos directivos. En el
horizonte se vislumbra una junta general ordinaria inminente y ya debería estar
convocada otra extraordinaria -imposible el delnidismo
sin Del Nido- que configure el inmediato futuro de la nave sevillista.
En
lo personal, un fuerte abrazo y mucho ánimo para el hombre, para mi amigo.
Es así.
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