30/09/15. Mi colaboración de
ayer en El
Demócrata Liberal
Últimos
acontecimientos traen ahora a nuestra memoria que a la renuncia exprés de
Griñán como senador -en vísperas de las nuevas designaciones para la Cámara
Alta por el Parlamento Andaluz y, recordemos, resuelta en menos de 48 horas- sobrevino
el anuncio de la dimisión por capítulos de Chaves y Zarrías como diputados. Entrambos,
solo el demoledor auto del Magistrado de la Sala de lo Penal de Tribunal
Supremo, señor Barreiro, haciendo suyas las tesis de la juez Alaya.
Desde el punto de
vista formal, para su tramitación, el primero habría disfrutado de unos
procedimientos propios de esa Administración Electrónica digna de la Tercera
Modernización que, a ciencia cierta, en breve, nos anunciará estapresidenta, mientras los otros dos no
parecieron en absoluto apesadumbrados con las vicisitudes por las que, a buen
seguro, hubo de transitar la diligencia portadora de tan “preciado” legajo.
“Viera, el otro
imputado-aforado de alto rango, decididamente indispuesto a comerse en
solitario el marrón, se entretenía haciéndole la pirula al PSOE”
Parecía claro -y así
lo comenté aquella última jornada de junio- que los dos ex presidentes, más el
eterno ex vicepresidente, habían deducido (o, mejor, se les había hecho
entender) que las cosas no pintaban bien por el Supremo y que “resultaría más ventajoso buscar amparo -por
sus actos los/las conoceremos- en la nueva inquilina del Juzgado de Instrucción
nº 6 de Sevilla”.
Por aquellos parecen
ya lejanos tiempos, Viera, el otro imputado-aforado de alto rango, decididamente
indispuesto a comerse en solitario el marrón, se entretenía haciéndole la pirula al PSOE, partido en el que pidió
su baja de militancia pero, eso sí, sin entregar el acta de diputado y
permaneciendo, por tanto, en el Grupo Mixto.
No hubo que esperar
mucho para que se evidenciara la buena información de la que disfrutaban los
que, fulminantemente o en diferido, abandonaban sus escaños, repudiaban del
fuero en el que se habían amparado toda su vida política y acababan entregándose
en manos de la primera instancia penal. Todo ello, naturalmente, si el TSJA no
dice nada en contrario, que seguro que no lo dirá, porque ¿quién duda que los
Aguayo, Recio, Vallejo y Ávila, aforados de segunda condición, presentarán en
breve también su dimisión y dirigirán sus pasos al otrora odiado juzgado
sevillano?
Los hechos así lo vienen
apuntando: supimos que el TSJA había adjudicado los casos “Mercasevilla” y “ERE”
a Alaya y las otras dos causas que afectan a la Junta, “Cursos de Formación” y
“Avales a Empresas”, a Núñez Bolaños; estábamos al tanto también de que el CGPJ,
para apreciar de qué forma influía en el reparto de asuntos la división del
caso ERE en piezas separadas, había solicitado a la Sala de Gobierno del TSJA
un nuevo informe sobre el plan de trabajo aprobado por este órgano; y,
finalmente, también fuimos conocedores de que la nueva inquilina del juzgado,
aprovechando el silencio del CGPJ sobre la continuidad de Alaya, se adelantó a
la decisión que al respecto tenía que tomar la Audiencia de Sevilla, y optó por
dividir los ERE a instancias de la Fiscalía, convirtiendo en un guiñapo un
lustro de instrucción y de embates.
Resulta evidente que,
aparte de los consejos del abogado defensor, solo el maremagnum puesto en
práctica por la novel instructora del Nº 6 de Sevilla, tirando de la política
de hechos consumados, ha contribuido definitivamente a que el más reacio a
despojarse del fuero, el ex consejero de Empleo y Desarrollo Tecnológico de la
Junta de Andalucía, presentara el pasado jueves su dimisión como diputado del
Grupo Mixto en el Congreso de los Diputados sin esperar, siquiera, al fin de la
tramitación del suplicatorio para su puesta a disposición del alto tribunal, y entregándose,
ahora sí, a los brazos de la juez Núñez Bolaños; reitero, junto a los todavía
amparados en Granada y que, en breve, con toda seguridad, harán el mismo
recorrido.
Es preciso recordar
que la reciente doctrina del Supremo apunta a que sólo se quedará con los casos
de aforados que renuncien una vez se haya abierto juicio oral, lo que todavía
no ha sucedido en el caso ERE, motivo por el cual, tras la decisión de Viera,
todas las actuaciones se remitirán al otrora maldito juzgado de instrucción Nº
6 de Sevilla.
“Hemos asistido en escasos
meses a un vodevil de “artistas” desaforados desaforadamente buscando aforarse
para, a continuación, recorrer el camino inverso”
Mientras tanto, el undécimo
asalto del combate de lucha libre en el barro de la justicia continúa: la
pasada semana Núñez Bolaños remitió un informe al TSJA, a requerimiento de su
presidente -sí, del “arrendatario” exonerado del pago de la renta- en el que señala que no necesita el apoyo de
la juez Mercedes Alaya para ninguna de las macrocausas y que únicamente precisa
al juez Álvaro Martín, más un refuerzo de funcionarios. En definitiva, un nuevo
intento de tomar la delantera al máximo tribunal andaluz que el jueves pasado
avaló la continuidad de Alaya a cargo de los ERE, si bien el presidente, contrario
a este acuerdo, no lo incluyó en el orden del día, pese a que ya estaba
deliberado y con las posiciones perfectamente definidas: cuatro a favor de la
continuidad de Alaya y dos (Del Río, uno de ellos), partidarios de retirarla
del juzgado.
Los tozudos hechos
llevan a reiterarme en mis “categóricas” dudas plasmadas en aquel artículo del
30 de junio: “… conociendo al personal:
¿formará todo este sainete parte de una estrategia común?”.
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