miércoles, 19 de octubre de 2016

Palizas sin castigo





Sorprende la prontitud con la que se usa el vocablo ‘fascista’ para calificar las brutalidades de estos atberzales o aquellos nacionalistas...

Supimos por el fiscal superior de Baleares que la niña agredida en el patio de recreo de un colegio en Palma ‘recibió patadas de compañeros pero no hay que exagerar’, motivo por el que ha archivado la denuncia”


La agresión sufrida el pasado sábado por dos miembros de la Benemérita y sus parejas a la salida de un bar en Alsasua es solo una pincelada más de las “pinturas negras” que seguimos empeñados en bosquejar en España, dos siglos después del genial fuendetodino.

Increpados primeramente al ser reconocidos, fueron apalizados después en la calle por medio centenar de “valientes” gudaris que encontraron la ocasión perfecta para dejar patente la absoluta superioridad de su raza no solo merced al Rh negativo, también por las más de 200 criminales extremidades descargadoras de un odio excitado en las ikastolas y abonado con los impuestos de todos.

El ataque ha sido replicado con tan amplia como light condena por los que tienen el poder de impedirlo en sus manos, Geroa Bai (que ostenta la alcaldía) a la cabeza, seguidos de UPN, PSN y PP. Ciudadanos, por su parte, reputó de “barbarie” la agresión, “obra de un grupo de verdaderos fascistas, empeñados en destruir la convivencia en Navarra”.

Sorprende la prontitud con la que se usa el vocablo “fascista” para calificar las brutalidades de estos atberzales o de aquellos nacionalistas que beben de las fuentes más puras del leninismo maoísta a las que evitan siempre nombrar expresamente como lo que fue: un movimiento político y social de carácter totalitario que implantó la Revolución soviética y afiló sus zarpas en un intento tan baldío como sanguinario de extender el terror por el mundo.

Casi al tiempo supimos por el fiscal superior de Baleares que la niña agredida en el patio de recreo de un colegio en Palma “recibió patadas de compañeros pero no hay que exagerar”, motivo por el que ha archivado la denuncia. Barceló, además, refrendó las manifestaciones del ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, restando importancia al caso: “No es bullying, es un caso puntual en el que había unos niños que estaban jugando y le dieron patadas a una niña, que cayó, porque había cogido una pelota. Eso es en esencia el hecho y no hay que darle más importancia ni trascendencia de la que tiene”. ¡Y se queda tan pancho el tío!: le dieron de coces pero, eso sí, sin la mayor importancia.

Los profesores Piñuel y Oñate han descrito hasta ocho modalidades de acoso escolar, que van desde el bloqueo social y el hostigamiento (las más utilizadas) a la intimidación y las amenazas, suponiendo las agresiones casi el 13 % de la casuística. La práctica consiste en tomar como chivo expiatorio y “destruir” al que se resiste, al diferente, al imbuido de férreos principios morales.

Como en el asunto anterior, la perversión del lenguaje vuelve a hacerse patente: es una “simple agresión”, nada de hostigamiento ni de matoneo escolar, igual que carece de importancia (y por ello seguramente se ocultó) que los autores (solo una docena) sean de origen musulmán y se haya acreditado que la chica imponía su criterio de jugar con ellos al fútbol pese a la intolerancia machista de sus agresores, por lo que recibió la “carta de libertad” en forma de ingreso en un centro hospitalario cuyos responsables, por cierto, debieron no solo prevaricar sino también malversar fondos públicos al procurarle tratamiento médico e importancia manifiesta a algo que, según el gobierno balear, el Fiscal y el propio Ministro del Interior “no la tenía”.

Decía Groucho Marx que “la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados”. Parece claro que, al menos en lo que se refiere a esta España, el escritor, actor y humorista norteamericano no andaba muy lejos de la realidad.

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