“Sorprende la prontitud con la que se usa el
vocablo ‘fascista’ para calificar las brutalidades de estos atberzales o
aquellos nacionalistas...”
“Supimos por el fiscal superior de Baleares
que la niña agredida en el patio de recreo de un colegio en Palma ‘recibió
patadas de compañeros pero no hay que exagerar’, motivo por el que ha
archivado la denuncia”
La agresión sufrida el pasado sábado por dos miembros de la Benemérita
y sus parejas a la salida de un bar en Alsasua es solo una pincelada más de las
“pinturas negras” que seguimos empeñados en bosquejar en España, dos siglos
después del genial fuendetodino.
Increpados primeramente al ser reconocidos, fueron apalizados después
en la calle por medio centenar de “valientes” gudaris que encontraron la
ocasión perfecta para dejar patente la absoluta superioridad de su raza no solo
merced al Rh negativo, también por las más de 200 criminales extremidades
descargadoras de un odio excitado en las ikastolas y abonado con los impuestos
de todos.
El ataque ha sido
replicado con tan amplia como light condena por los que tienen el poder de
impedirlo en sus manos, Geroa Bai (que ostenta la alcaldía) a la cabeza,
seguidos de UPN, PSN y PP. Ciudadanos, por su parte, reputó de “barbarie” la
agresión, “obra de un grupo de verdaderos fascistas, empeñados en destruir
la convivencia en Navarra”.
Sorprende la prontitud con la que se usa el vocablo “fascista” para
calificar las brutalidades de estos atberzales o de aquellos nacionalistas que
beben de las fuentes más puras del leninismo maoísta a las que evitan siempre
nombrar expresamente como lo que fue: un movimiento
político y social de carácter totalitario que implantó la Revolución soviética
y afiló sus zarpas en un intento tan baldío como sanguinario de extender el
terror por el mundo.
Casi al tiempo supimos por el
fiscal superior de Baleares que la niña agredida en el patio de recreo de un
colegio en Palma “recibió patadas de compañeros pero no hay que exagerar”,
motivo por el que ha archivado la denuncia. Barceló, además, refrendó las
manifestaciones del ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, restando
importancia al caso: “No es bullying, es un caso puntual en el que había
unos niños que estaban jugando y le dieron patadas a una niña, que cayó, porque
había cogido una pelota. Eso es en esencia el hecho y no hay que darle más
importancia ni trascendencia de la que tiene”. ¡Y se queda tan pancho el
tío!: le dieron de coces pero, eso sí, sin la mayor importancia.
Los profesores
Piñuel y Oñate han descrito hasta ocho modalidades de acoso escolar, que van
desde el bloqueo social y el hostigamiento (las más utilizadas) a la
intimidación y las amenazas, suponiendo las agresiones casi el 13 % de la
casuística. La práctica consiste en tomar como chivo expiatorio y “destruir” al
que se resiste, al diferente, al imbuido de férreos principios morales.
Como en el asunto
anterior, la perversión del lenguaje vuelve a hacerse patente: es una “simple
agresión”, nada de hostigamiento ni de matoneo escolar, igual que carece de
importancia (y por ello seguramente se ocultó) que los autores (solo una
docena) sean de origen musulmán y se haya acreditado que la chica imponía su
criterio de jugar con ellos al fútbol pese a la intolerancia machista de sus
agresores, por lo que recibió la “carta de libertad” en forma de ingreso en
un centro hospitalario cuyos responsables, por cierto, debieron no solo
prevaricar sino también malversar fondos públicos al procurarle tratamiento
médico e importancia manifiesta a algo que, según el gobierno balear, el Fiscal
y el propio Ministro del Interior “no la tenía”.
Decía Groucho Marx
que “la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un
diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados”. Parece claro
que, al menos en lo que se refiere a esta España, el escritor, actor y
humorista norteamericano no andaba muy lejos de la realidad.
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