28/03/15. Mi colaboración de
ayer en El
Demócrata Liberal
Desde siempre el hombre (y la mujer, no
vaya a ser que…) han utilizado los números para valorar sus enmarañadas
relaciones con el medio que les rodea. Con el sistema romano ya en desuso
(¡menos mal!) utilicemos el indo-arábigo
para repasar el boleto de las cuentas que la partitocracia andaluza echa en
estos días.
Hace tres años, tras las penúltimas elecciones
andaluzas nos dijeron, ufanos ellos (y ellas…): “El pueblo andaluz ha dicho
que quiere un gobierno de izquierdas”. Resultado: pacto de legislatura con
IUCA-LV.
Hace dos meses, como si el sabio pueblo
andaluz hubiera vuelto a “pronunciarse”, nos vuelven a decir las mismas (y los
mismos…): “Necesitamos
un Gobierno con estabilidad y ahora no lo hay”. Resultado: los “primos”
de jornaleros a los últimos días de cosecha aceitunera.
Hace cuatro días, el ciudadano andaluz –el
que lo haya hecho- ha vuelto a expresarse en las urnas, y la decisión vuelve a
ser interpretada a su antojo por las mismas (y los mismos…): “Voy a
gobernar en solitario, ahora tengo estabilidad”.
Resultado: nos lo creemos o, para no pasar por imbéciles, nos armamos de
paciencia.
La aritmética para tan extravagantes conclusiones
no cuadra con la del común; es más, la vida propia de las cifras y las
combinaciones al modo quinielístico advierten que los andaluces se han
pronunciado, de forma sutil y ligeramente mayoritaria, en otros términos: ¡A
repetir elecciones!
El
siguiente cuadro refleja, obviando el voto afirmativo de las cinco formaciones
-aunque no excluido sería el colmo- y desde el máximo disenso al máximo
consenso, las 16 posibilidades de la partida de ajedrez que se libra en el
tablero, resultando once favorables a la investidura, otra igualmente propicia
a dicho resultado por el voto de calidad de la presidencia (empate a 47 votos),
y cuatro nos llevarían a nuevas elecciones en el plazo de dos meses.
Pero si
al menos el voto del Partido Popular es contrario –las dudas de estos días
ofenden a la ética y a la decencia- las posibilidades se reducen a ocho, siendo
solo tres favorables a la investidura, otra procuraría un empate a 47 votos, y
4 nos continuarían llevando a nuevas elecciones.
Si a la negativa de los populares se suma la, hasta ahora,
sensata de los votantes de Ciudadanos –¡vaya tela con don Albert y sus
electores, si sucede lo contrario (*)!-
las posibilidades se reducen a cuatro, siendo solo una favorables a la
investidura, otra procuraría el mencionado empate a 47 votos, y otra dos nos
embocarían a nuevas elecciones.
En definitiva, el papel de Podemos se antoja fundamental: si se
abstiene, considerando válidas las variables reseñadas, #YoConSusana
(que continúa públicamente mostrándose
contraria a un pacto con los caribeños) será investida presidenta en
segunda o sucesivas votaciones, si bien el voto en contra de IUCA-LV
evidenciaría (empate a 47 votos) un boquete en toda la línea de flotación de la
legislatura. La abstención de los hasta ahora socios de gobierno maquillaría el
resultado con 47 votos a favor y 42 en contra.
(*) Todo ello contando con que
las ansias de poder de Ciudadanos no le hagan errar en su objetivo a medio y
largo plazo: su abstención precisaría también la de Podemos para obsequiar la
poltrona a estapresidenta, y su voto
afirmativo (desechado en las últimas horas desde Barcelona) sería suficiente
para entronar a la trianera.
Opciones,
todas ellas, nada descartables ya que, con trampa incluida, cual Herodías del
siglo XXI, el líder del partido irrumpidor ha exigido a Díaz las cabezas
en bandeja de plata de Chaves y Griñán, situación que con toda probabilidad
propiciará el mes próximo Pedro Sánchez, el Herodes de Ferraz, dejando al
régimen andaluz con las manos libres y “limpias de sangre” para estrechar las
de Rivera y así enfilar al pueblo andaluz hacia los 40 años bíblicos de su
peculiar “travesía del desierto”. En definitiva, para los votantes de
Ciudadanos, un pan como unas tortas. ¡Estaría “bonito”!
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