Ya
había llovido bastante en las dos últimas comparecencias, la liguera en
Villarreal y la europea ante el City. No obstante los negros nubarrones
se volvían a ceñir esta tarde-noche sobre Nervión en busca de esa
“tormenta perfecta” que diera definitivamente al traste con un diseño de
club que esta temporada cumple dos lustros de Gloria casi continua.
Algunos
propios y muchos extraños se frotaban las manos con denuedo, los
primeros para hacer valer su engreimiento de supremacía en
“conocimientos futbolísticos”, los segundos por algo tan natural como la
aversión mezclada con los celos.
Y
en eso llegó el Sevilla, el equipo por el que nadie daba un duro cuando
Sergio Ramos, a los 22 minutos, en acrobático remate, lesión incluida,
adelantó a los madrileños. La Bombonera, con la “histórica” grada de
animación a la cabeza, enmudeció y lo hizo por muchos minutos, tantos
como los que van desde entonces a la media hora del segundo tiempo
cuando Banega, tras eslalon de Konoplyanka, puso por delante a los de
Unai Emery. Ni el gol del empate, obra de un Immobile enardecido en el
35, había servido para levantar los ánimos de unos incondicionales
extrañamente adormecidos y que solo dieron la talla cuando los
profesionales sevillistas se la pusieron como -dicen- se la ponían a
Fernando VII.
Salió
el Grande del Sur de España con la lección bien aprendida: jugar
alegremente contra el Real de Madrid era un suicidio. La entrega del
balón a los forasteros generó las primeras críticas de los “genios” de
este asunto; sin embargo el dominio del esférico solo le generó al
Madrid un espectacular tiro de Nacho al poste derecho de la portería de
Rico, una llegada de Ronaldo al que le birló el esférico Mariano en el
último instante y el citado gol del camero en una desaplicación de libro
-¿dónde estaba Immobile?- a balón parado, en un saque de esquina.
Pese
a la desventaja el Sevilla siguió en sus trece: ¿no querías el balón?,
¡pues dos tazas! Y, justo cuando los que tanto saben comenzaban el
clamor, llegaba el gol del italiano, también en jugada de estrategia:
corner lanzado por Konoplyanka, la parábola cruza el área pequeña de
Casilla sin que nadie acierte a tocar el esférico y, en el segundo palo,
casi sin ángulo, la caza “il artigliere”.
Y
“vuelta a las andadas”, así hasta mediada la segunda parte, con un
Sevilla empeñado en darle el dominio del esférico a su contrincante,
momento que aprovecha Fernando Llorente, ahora sí, para hacer valer el
tercero de sus tantos como sevillista, al rematar perfectamente de
cabeza un centro de Mariano tras otro jugadón del ucraniano.
Ahora
sí, ahora si tocaba disfrutar a los “genios” y a los que no lo son del
fútbol hecho arte y filigrana de un Sevilla que acabó burreando a un
Real de Madrid, líder e imbatido hasta hoy, extrañamente entregado,
acobardado, encogido y atemorizado, al que se le hizo eterno los
inmortales olés que Nervión dedicó al entrelazado fútbol de los suyos.
Pero tranquilos, que ya habrá quien se acuerde de Monchi. Cosa de genios...
FICHA TÉCNICA DEL
ENCUENTRO
Sevilla FC 3 - Real
Madrid
CF 2
Sevilla FC:
Sergio Rico; Mariano,
Rami, Andreolli (Kolo, m. 78), Tremoulinas; Krychowiak, Nzonzi; Vitolo,
Banega (Krohn-Dehli, m. 32), Konoplyanka; e Immobile (Llorente, m. 69).
Real Madrid CF:
Casilla; Danilo, Ramos (Varane, m. 31), Pepe, Nacho; Kroos (Jesé, m.
32), Casemiro, Modric; Isco (James, m. 63), Cristiano y Bale.
Goles:
0-1, m. 22: Ramos. 1-1, m. 35: Immobile. 2-1, m. 61: Banega. 3-1, m. 75: Llorente. 3-2, m. 92: James.
Árbitro:
El castellano-leonés
González González. Mostró cartulina amarilla a Immobile, por el Sevilla, y a Nacho, por el Madrid.
Incidencias:
Partido correspondiente a la 11ª jornada de Liga disputado
en el estadio Ramón Sánchez
Pizjuán con 43.000 espectadores en tarde-noche de agradable temperatura. Terreno de
juego en perfectas condiciones.
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