11/11/15. Mi colaboración de
ayer en El
Demócrata Liberal
“Los servicios sanitarios andaluces continúan a la cola con respecto al
resto de las comunidades autónomas”
En este siglo de
las comunicaciones y del conocimiento, ha vuelto a pasarse por alto en
Andalucía el informe de -¿les suena?- la Federación de Asociaciones para la
Defensa de la Sanidad Pública (FADSP) que anualmente da a conocer las cifras tocantes
a la situación sanitaria del conjunto de las comunidades autónomas españolas.
Y como viene siendo
costumbre, la sanidad pública andaluza, ésa que llegó a poner de ejemplo -¿qué
hicimos para merecerla?- la ex ministra de Sanidad, Celia Villalobos, ha
sufrido un nuevo bajonazo con respecto al pasado año, pasando de la sexta a la
novena posición en cuanto a estándares de calidad y servicios sanitarios.
El sindicato de
enfermería SATSE ha vuelto a hacer hincapié en ese hueco amplio agujero de
ozono que se dibuja entre el gasto en Andalucía y la media nacional que se
establece en 1.255 euros por habitante, y ello a pesar del incremento andaluz
de los 24 euros per capita a sumar sobre el pasado año (980 euros). Lejos, muy
lejos queda la absoluta desproporción con los 1.548 euros del País Vasco o los
1.467 de Navarra.
De igual modo,
Andalucía ha vuelto a presentarse como la comunidad autónoma con menos camas
por habitante (2,52 por cada 1.000), cifras muy alejadas de las 4,23 camas de
Cataluña.
En cuanto al
personal de Enfermería, la ratio de profesionales en Atención Especializada -de
nuevo vicecolista- ha vuelto a descender, pasando de 2,75 a 2,61 por cada 1.000
habitantes, a años luz de Navarra (4,24). Lo mismo puede decirse con la ratio
de profesionales de Enfermería en Atención Primaria (0,61 por cada 1.000
habitantes).
Hasta aquí los
datos, tan fríos como irrebatibles. Otra cosa bien distinta es el bombardeo al
que nos somete la maquinaria del Régimen, bien a través de la Oficina del Portavoz
, bien a través Canal Sur, valga la redundancia.
Toda la acción en
materia sanitaria que llega a los andaluces lo hace de la mano de la propaganda
y/o de anuncios empleando verbos conjugados en futuro (im)perfecto, sin olvidar
promesas, al modo chavesiano de “habitaciones
individuales”, cuyos cumplimientos, necesariamente, solo pueden valorarse más
adelante:
¿Se cumplirá
alguna? Y si no, ¡qué más da!
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