28/12/16.
Mi colaboración de ayer en El Demócrata Liberal
“Este año, el maligno en forma de décimos premiados ha
llegado a la sede socialista de Ferraz y al Partido Comunista de Pinos Puente”
“El toco mocho de Pinos Puente
no es sino el fiel retrato del timo de un siglo y medio de comunismo”
La Lotería Nacional, en particular la de Navidad, sigue sentando alrededor de la mesa camilla el paciente anhelo en busca de un cambio de rumbo en nuestras vidas o, al menos, que sirva para “tapar agujeros”, declaración que se convierte, a la hora del telediario, en la más socorrida por los afortunados que, simultáneamente, descorchan cava pareciera que con el pretendido y único afán de pringar a propios y extraños.
- ¡66.513…!
- ¡4 millones de euros…!
Y así, varias veces repetido, otro 22 de diciembre, el soniquete de los premios navideños resuenan por todos los rincones de la vieja España, desde el cabo de Finisterre al de Palos, desde Portbou a Ayamonte… desde Ferraz a Pinos Puente.
Este año, el maligno en forma de décimos premiados ha llegado a la sede socialista de Ferraz y al Partido Comunista de Pinos Puente. En algún caso, lo que fueron alegrías iniciales devinieron en desconsuelo y tribulaciones. ¡Maldito parné que hasta los ideales más hermosos nos robas…!
Situémonos: El gestor de la lotería socialista, el ya famoso Juanmi Rojo, al margen del número huero jugado por los inquilinos de Ferraz, recibió de su primo -el lotero del madrileño Paseo de Acacias- cinco décimos que fueron agraciados con el primer premio. Mientras Rojo asegura, contando con la inestimable colaboración de su primo, que los compró y repartió a su antojo (uno a su esposa, otros dos a sus jefes inmediatos -el gerente Goyo Martínez y el director financiero, Restituto Hernández- y los dos restantes entre empleados afines), los ocupantes de la sede socialista lo niegan y aseguran que los recibió como regalo por la adquisición de la serie que, finalmente, no resultó premiada.
De la opereta al vodevil: ni los mismísimos Hermanos Quintero hubiesen sido capaces de pergeñar el estreno vespertino de la tarde del 22 cuando Martínez, el bárcenas del PSOE, se presentó en comisaría para denunciar el extravío del décimo que le había regalado Rojo. Al día siguiente -gracias, Pharmaton Complex- retiraba la denuncia cuando recordó que, precisamente, ese décimo lo había intercambiado con dos amigos suyos, de forma y manera que -¡sé fuerte, Goyo!- se había quedado sin un céntimo de los 400.000 euros del gordo. ¡Y yo voy y me lo creo!
La Vega de Granada fue escenario de otro sainete no menos llamativo: Quiso la diosa Fortuna que en Pinos Puente cayera el segundo premio, en su mayoría distribuido por la agrupación local de Izquierda Unida. El 04536 repartió una buena morterá. Bastó que a dos concejalas comunistas, Rocío Olmos y Carmen Capilla, también diputada provincial de IU, sin reparar en las connotaciones de la terminación, les gustara el número y lo eligieran, lo que ha servido para repartir casi 60 millones de euros entre sus militantes.
Ante las cámaras de televisión los agraciados presumían de ideales comunistas: Mientras la diputada, tirando de manual, aseguraba que la lluvia de billetes se emplearía “para tapar deudas y para los hijos”, otro afortunado, más dicharachero y con menos tapujos, respondía a la pregunta sobre el destino del premio con un certero “¡a gastárnoslo tó!”, momento histórico desaprovechado por el entrevistador para requerirle su opinión sobre un reparto más justo de la riqueza…
El ecuménico “le ha tocado a todo el mundo” de la concejala comunista deja en pañales al clásico “¡ande yo caliente!”, evidenciando el desmedido amor al dinero que todos -sin excepción- le procuramos.
Nada como la riqueza, trabajada o merced a la fortuna, para revelar las “pasiones humanas”, socialistas y comunistas incluidos. El proceder de los nuevos ricos de Pinos Puente o de los que -todo indica- lucharán en los juzgados por serlo, como los trabajadores desdeñados de Ferraz, salvando las distancias, en nada se diferencia de los principios del denostado Donal Trump, por nombrar la bicha capitalista.
El toco mocho de Pinos Puente no es sino el fiel retrato del timo de un siglo y medio de comunismo: ¡Estampitas, estampitas…! interpretaba Tony Leblanc mientras desparramaba billetes simulados por las calles para estafar a los incautos. ¡Socialismo, socialismo e igualdad…! vienen reclamando desde el Manifiesto Comunista de 1848 los mismos que predican almacenando trigo, repartiendo la mitad de sus bienes salvo sus dos gallinas en propiedad o promulgando doctrina con un rotundo “¡a gastárnoslo tó!”… no vaya a ser que “al final triunfe nuestra revolución y tengamos que repartir”.
Comunistas sí, tontos no.
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