miércoles, 6 de mayo de 2015

Mártires de Chicago vs. mártires de chichinabo



06/05/15. Mi colaboración de ayer en El Demócrata Liberal


Si los Mártires de Chicago levantaran la cabeza y -129 años después de su paso por la horca o por la cadena perpetua- vieran al frente de las manifestaciones del Primero de Mayo a los líderes de CCOO y UGT, Toxo y Méndez, encabezando la marcha en Madrid, acompañados de Cayo Lara y de Ángel Gabilondo; a Juan Espadas, Mario Jiménez, Maíllo, Carbonero y Castilla “la guapa” en la de Sevilla, o al mismísimo Pedro Sánchez al frente de la celebrada en Valencia, aborrecerían sin duda de sus históricas proclamas ante los jueces que les condenaron.

Menos mal que todavía algunos tenemos memoria y seguimos teniendo bien fresquito que los actuales “mártires de chichinabo” que con absoluta desvergüenza sostienen pancartas un Primero de Mayo, rodeados de banderas soviéticas y de la Segunda República -excepto Pastrana, dicen que de baja por gota- son los tragaldabas de langostinos de a cuarta, los cómplices de los caraduras de tarjetas negras de las cajas de ahorro y de su perversa gestión, de los imaginarios y millonarios cursos de formación, de los ERE fraudulentos, de las facturas a la carta…

Menos mal que todavía hay testigos vivos y sujetos pacientes del Decreto-Ley 5/2010 y de la posterior Ley del Enchufismo 1/2011, normas en virtud de las cuales los mismos que ahora se manifiestan en defensa de “sagrados” derechos, adoptaron medidas urgentes en materia de reordenación del sector público que han servido para encubrir la privatización de servicios sociales y la pérdida de derechos adquiridos por los empleados públicos, así como para evidenciar el más absoluto desprecio a los principios constitucionales de acceso a la función pública.

Menos mal que todavía algunos recordamos que los actuales próceres de la clase obrera son los autores del Real Decreto-Ley 10/2010, de medidas urgentes para la reforma del mercado laboral, convalidado exclusivamente con los votos afirmativos de los 168 diputados socialistas -un tal Pedro Sánchez entre ellos- y con él del descomunal recorte a los derechos de los trabajadores.

Menos mal que todavía algunos nos acordamos de aquel nefasto gobierno socialista que en 2010, mientras negaba la crisis, reducía los salarios de los funcionarios y del sector público en un 5 % de media (que para muchísima gente fue del 10) y los congelaba en los siguientes.

Menos mal que el Alzheimer no ha hecho aún de las suyas como para poder afirmar rotundamente que fue aquel infausto gobierno de ZP el que en 2011 congeló las pensiones, convirtiéndose en el único gobierno de la historia de España en llevar a la práctica tal medida.

¿Es que nadie se acuerda ya de la reforma laboral finalmente aprobada mediante Ley 35/2010, exclusivamente apoyada por el grupo parlamentario socialista? ¿Es que nadie se acuerda ya de que un mes después de la huelga general contra la mencionada reforma, uno de los sindicalistas ugetistas que iban en la cabecera de la manifestación, de apellido Gómez y de nombre Valeriano, acabó de Ministro de Trabajo con el único fin de poner “en valor” la nueva regulación laboral?

¿Es que todo el mundo se ha olvidado de las obscenas medidas que contenía la reforma laboral socialista? Repasemos someramente:

- Despido por causas económicas. Las empresas comenzaron a despedir a los trabajadores por causas económicas con 20 días de indemnización, no sólo cuando demostraban pérdidas, sino también cuando preveían tenerlas, o evidenciaran una persistente caída de ingresos.

- Generalización del contrato de fomento del empleo. Aplicándose incluso a los trabajadores fijos de entre 31 a 45 años que fueran despedidos, con un abaratamiento en la indemnización de 33 días por año trabajado frente a los 45 hasta entonces.

- Control a los desempleados. Sanción a los parados si rechazaban cursos de formación en un plazo superior a 30 días, cuando el límite estaba hasta entonces en 100.

- Absentismo. Facilitación del despido por faltas al trabajo, rebajando del 5 al 2,5% el índice de absentismo total de una empresa (el que marca la frontera del despido objetivo individual).

- Fogasa. Otra de las vías del abaratamiento del despido consistió en la reforma del Fondo de Garantía Salarial, que se nutre de las cotizaciones empresariales, pasándose a pagar 8 días de las indemnizaciones de despido por causas objetivas, tanto en los contratos ordinarios (que era de 45 días), como de fomento del empleo (de 33 días), así como para los despidos colectivos objetivos (de 20 días).

- Denostado modelo alemán. La reforma del gobierno socialista potenció extraordinariamente la reducción de jornada (y por tanto del salario) como alternativa al despido.

- Negociación colectiva. La enmienda consolidó la vía del "descuelgue", o posibilidad de que las empresas no apliquen determinadas cláusulas pactadas en los convenios colectivos.

Sin entrar a valorar la oportunidad y necesidad de tal catarata de recortes, esta caterva es la que, para vergüenza propia y ajena, toma ahora las calles clamando por no se qué derechos, los mismos que, al peor estilo del bombero pirómano, bien se ocuparon previamente de segar de raíz.

Quedaron para la historia, tras conocer su sentencia, las palabras del periodista alemán Adolf Fischer, uno de los Mártires de Chicago: “Protesto contra la pena de muerte que me imponen porque no he cometido crimen alguno, pero si he de ser ahorcado por profesar mis ideas, por mi amor a la libertad, a la igualdad y a la fraternidad, entonces no tengo inconveniente: dispongan de mi vida”.

¿Por qué ideas, por qué libertades, metería altivamente esta plebe su pescuezo en el nudo de soga, por las que proclaman en las calles mientras aguantan una pancarta o enarbolan una bandera roja con la hoz y el martillo contra el gobierno “de la derecha”, o por las que votaban campanudos en las Cortes Generales y en el Parlamento de Andalucía a la voz de ya cuando lo ordenaba el jefe de filas?

Para mí que lo tienen claro: ¡Currito, de momento dale al botoncito, que si hay que ir [a las manifestaciones], se va!

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