¿Otra copa?
Pues sí, otra copa. El Maestro vuelve a explayarse hoy en las páginas de
ABC.
Con estas
letras, ¿quién se atreve a poner otras? Porque dice usted «Sevilla» y todo
lo demás sobra…
Es la vuelta del Rocío, y suenan como una copla esas palabras que vienen de
cantar en la victoria. No vienen de la marisma, ellos vienen de Varsovia. No
son de Gines, mas suenan con una cadencia hermosa, como las coplas de Gines
que se han quedado en la historia oliendo a jara y romero, sonando en todas
las bocas, como himno de romería de la vuelta. Cuatro Copas tienen estos que
ahora vienen cantando desde Varsovia, y que al llegar a Sevilla, espera de
horas y horas, con el cansancio marcado en los ojos, la voz ronca, pero el
sol de la alegría como bandera de gloria, cuando alguien les pregunta cómo
están, respuesta pronta, dicen, como los de Gines, sonando igual que una
copla, «cansaos, pero contentos…» Valió la pena. Otra Copa.
Con el escudo de siempre sobre camiseta roja, sangre textil sevillista,
corazón que se hace ropa, vienen, y vienen cantando, y su canto sabe a
gloria. Cuatro veces que se fueron al Rocío de las Copas, cuatro salidas por
mayo con una fe que desborda, con la casta y el coraje —y con fútbol caro,
oiga…—, y cuatro mayos que fueron de primavera redonda que hizo florecer
Sevilla por Nervión, por donde ahora canta el triunfo sus himnos, canta el
esfuerzo su copla. Nadie más grande que él en ningún sitio de Europa. Cuatro
Copas, cuatro ases de jugador que remonta con las cartas bocarriba de un
fútbol que ya se nombra en cualquier lugar del mundo diciendo que han hecho
historia… No vienen de la marisma, ellos vienen de Varsovia, como vinieron
de Eindhoven, de Glasgow, Turín… Pregonan su pasión por un escudo, por un
nombre que es la otra forma de nombrar la Gracia y la Belleza más honda:
Sevilla… Con estas letras, ¿quién se atreve a poner otras? Porque dice usted
«Sevilla» y todo lo demás sobra… Cuatro Copas en las manos, cuatro naipes
que remontan las bazas que en el tapete del césped alguien le ponga. «Vienen
con sueño y cansaos…», pero todo lo remontan subidos en la alegría de su
sevillista gloria. Es una copla de Gines la cara de los que entonan el himno
del Arrebato, o pareados en olas en el Gol donde a los Biris se les desangra
la boca con ese nombre —«¡Sevilla!»— animando a la victoria, que la tribu
palangana es un canto que corona el Pizjuán donde los míos mueren por una
victoria. No vienen de la marisma, ellos vienen de Varsovia, y estos no
huelen a jara, traen olor a Cuatro Copas. No es la vuelta del Rocío, es la
vuelta de otra gloria. Y allí donde el corazón en un escudo se borda, están
gritando «¡Sevilla!» por toda Sevilla, toda. Sevilla es un corazón rojo que
late victorias. Si alguien duda de su altura, que a su lado se le ponga…
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