He visto cadáveres con mejor color de cara. Ni siquiera los primeros veinticinco
minutos de gilifútbol han despertado en el seguidor ilusión alguna. Y es
que los contrarios ya han asumido que marcando al menos un gol es casi imposible
perder ante este Sevilla de tómbola de barrio.
Transcurrió el primer tiempo sin generar una sola jugada de gol por parte y
parte. El inconsciente colectivo (término con el que
Carl Gustav Jung postuló la existencia de un sustrato común a los seres humanos
de todos los tiempos y lugares del mundo, constituido por símbolos primitivos
con los que se expresa un contenido de la psique que está más allá de la razón)
todavía albergó la duda sobre la posibilidad de un segundo tiempo "de los de
antes", de remontadas imposibles, de no rendirse jamás... Pero eran otros
tiempos. Hoy por hoy, el psiquiatra suizo se las vería y se las desearía para
encontrar un solo pensamiento de posibilidades en positivo que superare la
evidencia palmaria de un Sevilla hecho añicos.
Justo eso es lo que ocurrió al comienzo del segundo tiempo: un corner defendido
con mejores fundamentos en el patio de un colegio de preescolar, dio ocasión
para que se cumpliera el trámite esperado: derrota -otra- y pa casa -otra
vez-.
Cuesta decir que se ven tan ciertos como insuficientes avances -¡cómo estaría el
equipo o qué poca se esperaría de él!-: se juega más juntito, aparecen más
apoyos, más desmarques aunque todavía la mayor parte de ellos apestosamente
horizontales, el balón se suelta antes... Con todo y con ello, unos progresos
tan exiguos y deficientes que no dan para revertir el aquelarre en que esta
manada ha convertido cada cita con el calendario, tanto que crece el número
exponencialmente de los que piensan en la dificultad para alcanzar los
beatíficos 42 puntos.
Un muerto, sin pulso aparente, apesta a cadaverina. "Entre todos lo mataron y él
solito se murió". El conocido refrán español se usa para esos momentos en los
que nadie asume la parte que le corresponde de responsabilidad de algún suceso
infausto, cuyo resultado es obra de diversos factores. Muchos responsables
aparecen en esta historia. Solo falta que el finado corra la misma suerte que
Gonzalo Montoya, el presidiario asturiano que, hoy hace justo una semana,
resucitó tras pasar unas horas en el otro lado dentro de un sudario de
plástico con cremallera.
FICHA TÉCNICA DEL
ENCUENTRO
C. Deportivo Alavés
1
- Sevilla FC 0
C. Deportivo Alavés:
Pacheco, Aguirregabiria, Laguardia, Ely, Rubén Duarte, Tomás Pina, Manu
García, Ibai Gómez (Sobrino, minuto 90), Pedraza, Guidetti (Hernán Pérez,
minuto 75) y Munir (Wakaso, minuto 85).
Sevilla FC:
Sergio Rico, Mercado (Corchia, minuto 84), Kjaer, Lenglet, Carole, Geis (Sarabia,
minuto 62), Pizarro, Banega, Jesús Navas (Muriel, minuto 72), Nolito y Ben
Yedder.
Gol:
1-0, minuto 51: Manu García.
Árbitro:
El murciano
Sánchez Martínez. Expulsó por doble amarilla a Rubén Duarte, por los
locales. Tarjetas amarillas para Tomás Pina y Manu García, por los alaveses,
y a Lenglet y Kjaer, por el Sevilla.
Incidencias:
Partido
correspondiente a
la 19ª jornada de Liga disputado
en el estadio de Mendizorroza
con 15.000 espectadores en sus gradas en tarde fría. Terreno
de juego en regulares condiciones.
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