martes, 16 de enero de 2018

Montella, que no te enteras


Que a Berizzo había que echarlo solo puede dudarlo hoy algún juntaletra subvencionado-resultadista y ciertos aficionados, genios más bien, los mismos que -durante tres años y para su sonrojo, si vergüenza tuvieran- criticaban a Unay Emery mientras el vasco se entretenía en llenar de plata europea las vitrinas de Nervión.

Otros, menos extremosos aunque más sibilinos, critican el cambio por prematuro, por haberlo realizado antes de un derbi, cuando -eso dicen- los dirigentes deberían haber aguantado al argentino precisamente hasta ese choque y, en caso de catástrofe, como finalmente ocurrió, proceder al cese.

Para gloria de este malhadado consejo de administración, hay que reconocer que eso hubiera sido lo fácil, repartir culpas, sin embargo -y con mayor conocimiento de causa que la gran mayoría- procedió a asumirlas y a destituirlo justo cuando se había perdido definitivamente la confianza en él, pensando en el Sevilla y no en salvar el traserillo tras una -por entonces- hipotética debacle.

Pero Berizzo ya es -triste- historia y llegó Montella…

Y está claro que el italiano, a estas alturas no se ha enterado de la película: no toma decisiones acertadas, no puede tomarlas, quien, recién llegado, elige a Sergio Rico y deja ir a David Soria; quien alinea a Carole en lugar de Arana, quien dispone una misma alineación con el negrito francés, Mercado, Nolito y Navas; quien pretende algo en el minuto 84 de un partido que se está perdiendo dando entrada a Corchia por Mercado, quien busca soluciones sacando del campo a mudo-sordo-cojo Vázquez y metiendo a Correa teniendo a Sarabia en el banquillo.

Cierto es que se divisa, siquiera lejanamente, un rescoldo para la esperanza: ahora se ponen en prácticas jugadas a balón parado que parecían abandonadas, el equipo parece más juntito, aparecen algunos apoyos arriesgados muy alejados del tuya-mía en campo propio, incluso se ejecutan desmarques en posiciones adelantadas sobre los que aún pesan en exceso una rémora de abusos de pases horizontales... Nada al fin y al cabo pero algo viniendo de donde venimos, motivo por el que hay que esperarlo.

Dice hoy Iborra, en entrevista de Roberto Arrocha en ABC, que “rabia, orgullo y coraje es lo que el Sevilla jamás puede perder”. Pablo Blanco, ejemplo para muchos, gusta de decir que "al guerrero, al luchador, al que da bocados, no se pita jamás en el Sánchez Pizjuán". La verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero, más aún cuando la dice gente que ha tenido el honor de derrochar de todo ello.

Quédense con una palabra, "desevillistización", idea de mi amigo Ernesto López de Rueda. La RAE hispalense la define bien claro: "acción y efecto de desevillistizar (abandonar toda apariencia de sevillismo en el Grande del Sur de España)". Y a fe que parece haberse conseguido. Muchos son los culpables, unos están a la vista de todos y son objeto de un merecido pim-pam-pum, otros huyeron a la patria de Rómulo y Remo cuando fueron conscientes de su tremendo error.

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