Resulta
reconfortante que un Periodista, rompiendo todos los moldes y a
contracorriente de compañeros de profesión y de destripaterrones de grada,
"pierda su tiempo" en ensalzar la figura del entrenador sevillista. Fobias y
filias, al margen, el informador se centra única y exclusivamente en datos
objetivos para clamar por Emery vitalicio en el Sevilla al estilo Arsene
Wenger en el Arsenal londinense. Sobran las palabras con este artículo de
Fran Montes de Oca del pasado martes en
ABC, disfruten unos con lo
evidente y quítense las legañas y las escoceduras el resto:
Crecer.
Es el término, sin duda, más empleado por Unai Emery desde
su aterrizaje en Sevilla allá por los albores de 2013. Y
también el verbo al que se han agarrado con fuerza el club de Nervión, el
equipo y, por supuesto, el propio técnico de Fuenterrabía. Emery, incluso
esta misma temporada en la que más de un agorero se atrevió a pregonar a los
cuatro vientos que su periplo como sevillista estaba agotado, desgastado, no
ha hecho más que seguir creciendo, y colocando, otra vez, en la rampa de la
gloria y de los objetivos a la escuadra de futbolistas que dirige.
Si de uno que
escribe dependiera, Emery firmaría hoy mismo con el Sevilla FC un contrato
vitalicio. Sí, al estilo de Arsene Wenger en el Arsenal. En
tres años que lleva en Nervión le ha inyectado al Sevilla FC factores de
crecimiento difícilmente cuantificables por el enorme valor de los resultados.
El vasco deja una estela de dos títulos continentales y el récord histórico de
puntuación del Sevilla FC en una Liga (76), aparte de revalorizar activos que se
pusieron en el mercado para llenar las arcas del club, caso de los Negredo,
Navas, Alberto Moreno, Fazio, Rakitic o Bacca.
Y el hambre de Unai
Emery no se detiene. Con 116 partidos como entrenador del Sevilla FC en Primera
ya ha igualado a Campanal en la tabla histórica de los
entrenadores nervionenses con más encuentros dirigidos. Sólo tiene por delante a
Helenio Herrera, Cardo y Caparrós. Por si fuera poco, el Emery de esta temporada
ha enterrado también, y de qué manera, esa etiqueta maldita de que no sabía
jugarle a los grandes. Se ha cargado en lo que llevamos de campaña al Barcelona,
al Madrid, a la Juventus y ha empatado en el Calderón con uno menos… A eso se le
llama crecer.
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