miércoles, 27 de enero de 2016

Si hay que ir se va, pero ir pa ná... es tontería



27/01/16. Mi colaboración de ayer en El Demócrata Liberal



“El pim pam pum hacia un presidente contra las cuerdas como el que soñaba el ¿mandamás? socialista para, a continuación, ofrecer al hemiciclo la ‘llave libertadora de un gobierno de consenso’, se esfumó en un abrir y cerrar de ojos”

“Habrá de esperarse al próximo sábado en el que se escenificarán las avenencias -¿y discrepancias?- en ese Comité Federal que, pese a desplantes de los foráneos y censuras de los propios, pudiera bendecir la decisión de su adalid”

“Quedaría, en tal caso, por convenir cuál de los tres grupos nacionalistas vasco-catalanes, aún con la sugerente imagen de unas bragas por las rodillas, participaría abúlico del pantagruélico gang bang al que se les convida y quiénes, interesadamente, se conformarían con el papel de voyerista”


El pasado viernes, el presidente del Gobierno en funciones puso la pelota en el tejado de un desnortado Pdr Snchz que aprovechó la ocasión para hacer mutis por el foro y dar por finiquitado un fin de semana para el que había anunciado conversaciones definitivas en pos de formar gobierno con las huestes podemitas.

La decisión de Pablo Iglesias de ofrecer a su partenaire un gobierno prefabricado -anunciada con toda la intención de dinamitar el proceso de conversaciones por la que suspira el líder socialista, lo que abocaría a la repetición de elecciones que dieran la puntilla al partido fundado por el otro Pablo Iglesias- puso en bandeja la renuncia de Mariano Rajoy a someterse a una sesión de investidura en la que quedaría patente su incapacidad numérica para ser reelegido.

El pim pam pum hacia un presidente contra las cuerdas como el que soñaba el ¿mandamás? socialista para, a continuación, ofrecer al hemiciclo la ‘llave libertadora de un gobierno de consenso’, se esfumó en un abrir y cerrar de ojos. Lo que nadie se explica aún es cómo tal iniciativa produjo tanto desasosiego a los que, por otra parte, les quedaba expedito el camino marcado por sus ansias de poder.

Aún hoy, desde diversos sectores y principalmente desde los cercanos al histórico partido de Ferraz, se califica la maniobra del presidente en funciones como una burla al Estado de derecho. Nada más lejos de la realidad: es la primera vez que un presidenciable llega a la audiencia regia sin posibilidad alguna de obtener el respaldo de la cámara baja y es hora de recordar -en términos jurídicos- que una sesión de investidura tras unas elecciones generales, en virtud del artículo 99 de la Constitución, en nada se compadece con la moción de censura de los artículos 113 y 114, la cual obliga a la inclusión de un candidato a la Presidencia del Gobierno que sale nombrado ipso facto tras la derrota del censurado. Esa es la fórmula con la que ha fantaseado el candidato socialista no solo en las cuatro últimas semanas sino durante los postreros cuatro años, pero que no ha podido hacer efectiva simplemente por la tozudez de la aritmética parlamentaria, la misma que ahora obliga a Rajoy, al modo Cruz y Raya, a afirmar que “si hay que ir se va, pero ir pa ná... es tontería”.

Todo ello en detrimento del meridiano mandato de las urnas que no ha sido otro que se produzca un definitivo entente entre las tres formaciones aún dispuestas a gestar una Segunda Transición que sea capaz de recauchutar las múltiples grietas de la Primera, como viene denunciándose en este diario, pero idónea también para proyectar a España, si se logran soterrar definitivamente los conflictos del pasado, a un futuro prometedor durante otros siete lustros de paz y avances. En sus manos está. Rajoy dio el viernes un primer paso atrás y todo apunta a que, llegado el caso, no será el último en pos del interés general, gesto que, también, habría de esperarse del secretario general socialista.

Las eternas disconformidades habrían tocado a su fin mal que les pese a los que siguen culpando por igual a los máximos responsables de los dos grandes partidos políticos españoles. En el plano futbolístico y doméstico de la ciudad de Sevilla igual ocurría cuando el penúltimo presidente sevillista dio por zanjados los continuos conflictos con el máximo mandatario de su histórico rival, mientras desde los centros de opinión se continuaba recriminando a ambos de las discordias subsistentes. Extrapolando el símil, y salvando las distancias, es Rajoy, y únicamente él, al frente del partido más respaldado por los españoles, el primero que ha tendido la mano al resto de fuerzas con las que encuentra más puntos de unión que de desencuentros y, en especial, a un PSOE que, cierto es y haga lo que haga, se lo comerá el tigre o, como mal menor, quedará malherido, con la oportunidad de restablecerse en la UCI tras una larga convalecencia, lo que siempre luce mejor -y es más sano- que el indigno entierro con el que quieren agasajarle sus “camaradas” bolivarianos.

Para esta última posibilidad, en absoluto descartable, habrá de esperarse al próximo sábado en el que se escenificarán las avenencias -¿y discrepancias?- en ese Comité Federal que, pese a desplantes de los foráneos y censuras de los propios, pudiera bendecir la decisión de su adalid aún a costa de engullir todas sus proclamas antipopulistas de campaña cual tragasables del Price. Quedaría, en tal caso, por convenir cuál de los tres grupos nacionalistas vasco-catalanes, aún con la sugerente imagen de unas bragas por las rodillas, participaría abúlico del pantagruélico gang bang al que se les convida y quiénes, interesadamente, se conformarían con el papel de voyerista.

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