29/04/15. Mi colaboración de
ayer en El
Demócrata Liberal
En lo que va del lunes del pescaíto
al viernes feriado de abril, y seguramente aprovechándolo porque lo que sucede
entre efluvios de fino y manzanilla no ha ocurrido nunca, se anuncia la huida
por el imbornal de los dos últimos presidentes de la Junta de Andalucía.
Ahora nos quieren vender la burra de que las exigencias de
Ciutadans y de Podemos (por este orden, o el inverso, qué más da) para
“sentarse a hablar” con los vencedores de los comicios, parecieran haber dado
sus frutos.
Todo un sainete. En breve, Chaves y Griñán, ambos dos y con
casi toda seguridad, serán imputados formalmente por el Tribunal Supremo en
plena campaña electoral de las municipales y autonómicas -o inmediatamente
después porque, cuando de ellos se trata, se evita sin problemas la
coincidencia-, lo que aprovecharán los noveles partidos para convencernos, tendiendo
la mano derecha, de que las cosas van a cambiar, al tiempo que, con la
izquierda, impulsan al Régimen hacia la senectud, a los 40 años de (des)
control absoluto de las instituciones, de las administraciones -de la legal y
de la aparente- y de la narcotizada sociedad andaluza.
Si don José Antonio fue el primero en anunciar su decisión de
no optar a la reelección en el Senado y de “dejar
la política para que la investigación sobre su supuesta implicación en el caso
de los ERE no afecte al partido”, finalmente ha sido don Manuel, tras haber
manifestado el día anterior que “yo estoy en una situación diferente y me
plantearé mi continuidad como diputado cuando lo considere oportuno”, quien ha anunciado, “sin haber recibido presiones ni de la dirección nacional ni del PSOE-A
para tomar esta decisión, que es
absolutamente personal”, que no continuará como diputado en las
Cortes Generales; para añadir, en un insolente alarde, y como si en algún
momento la hubiera descuidado, que “ya
soy un poquito mayor, llevo muchos años en política; tengo familia y quiero dedicarme a ella”... En el recuerdo,
necesariamente aparece un tal Bono que siempre está yéndose pero que cuenta con
más reapariciones que Antonio Chenel Antoñete
(qepd).
Las situaciones de ambos son claramente distintas: el
aforamiento senatorial del último presidente dependió (y continúa pendiendo)
del Parlamento de Andalucía, que “no está muy por la labor” de su reelección,
cuestión que, salvo sorpresas, le pondrá en breve en manos de la jueza Alaya; por
su parte, Chaves es diputado en el Congreso
y su permanencia está asegurada hasta la próxima convocatoria
electoral. Él mismo, al anunciar su adiós a cámara lenta, ha recalcado que le
quedan al menos siete meses de mandato,
hasta las próximas elecciones generales previstas para noviembre, lo que, entre
unas cosas y otras, le permitirá permanecer convenientemente aforado hasta
2016.
En definitiva, tras la segura y voluntariamente obligada marcha
de Griñán y la consolidada subsistencia de Chaves, continúan vigentes y sin
respuesta múltiples interrogantes en esta ceremonia de la confusión que nos
vienen brindando en los últimos días:
¿Quién se apuntará el tanto de esta operación que consiste en
“la nada absoluta” a sus condiciones, Podemos o Ciudadanos?
¿Quizá los dos?
¿Será suficiente el vodevil para que algunos de ellos, o ambos,
firmen el cheque en blanco que permita la continuidad del Régimen?
¿De verdad concluyen que ese es el mandato de sus electores?
¿Nos considerarán, estos también, como incapaces?
¿Continuaremos tragando con las mismas mentiras de diferentes
gargantas?
¿Nos sorprenderá don Manuel, dimitiendo de su escaño para no
dejar solo a don José Antonio en sus visitas al Juzgado de Instrucción número 6
de Sevilla?
¿Tendrán valor alguna vez los agentes sociales de Andalucía
para elevar la voz por un cambio auténtico y para caminar solos, para arrancar
definitivamente el cordón umbilical que les sustenta mustios y abatidos, para
emprender e innovar a base de capacidades e inteligencia y desligándose de las
prebendas que nos mantienen a los andaluces, impertérritos, en la cola del club
de regiones europeas?
¿Despertará de su letargo, más temprano que tarde, la sociedad
andaluza?
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