16/12/15. Mi colaboración de
ayer en El
Demócrata Liberal
“El trágico 11M tuvo su
correlato un ignominioso 13M y sus perversas consecuencias un 14M”
“Como si ocultar que el ataque
era contra nuestra embajada pudiera reportar réditos electorales, como si
esconder no uno sino dos muertos (esta vez sin el socorrido recurso a la cal
viva) fuera tarea fácil y buscada”
“Siento envidia de la
unidad del pueblo francés frente a la indignidad que aquí mostramos”
Ha bastado un
instante de incertidumbre, siquiera una cavilación, en los primeros instantes
del último atentado de Kabul, para evocarse un 13M a pequeña escala, para que
vuelva a evidenciarse la bajeza moral, la vileza, la ruindad de los que han
hecho del engaño, de la demagogia, del manejo de los tiempos y de la
manipulación de la información, su modus vivendi.
El comunicado
emitido a resultas por Moncloa detallaba que el subinspector de la Policía
Nacional, Jorge García, había fallecido de forma inmediata como
consecuencia de la explosión del coche bomba que dio inicio al ataque y que,
antes incluso de que sus restos fueran encontrados, ya había muerto su
compañero Isidro Gabino, rescatado con vida en el asalto pero que perdió
la vida durante su traslado al hospital y de cuyo fallecimiento se informó en
primer lugar.
Ya el sábado, la
convocatoria del Pacto Antiyihadista encontró rápida y favorable respuesta en Rivera
y Herzog; el PSOE esta vez puso pegas, y con razón, por la inexplicable
presencia del representante de Podemos otra vez en calidad de observador.
Tras el
acontecimiento, reitero, indefectiblemente, hemos vuelto la mirada atrás: el
trágico 11M tuvo su correlato un ignominioso 13M y sus perversas consecuencias
un 14M. El 11D, con ser aciago -por el número de víctimas y la reducida capacidad
organizativa, y salvo para los familiares directos- no ha tenido la gravedad
del que ya va camino de los 12 años, sin embargo sí que no han tardado en hacer
su aparición los mismos titiriteros y los idénticos mezquinos y miserables
personajes que tergiversaron los acontecimientos; que revirtieron en la calle
la decisión -ya tomada decían todas las encuestas- de condenar a la oposición a
otros dos lustros de ostracismo en una España por entonces a la cabeza del
crecimiento europeo y respetada y admirada en los foros internacionales; que
amedrentaron a una significativa parte de envilecidos y acobardados haciéndola
desertar del colegio electoral; y que disculparon a los asesinos al tiempo que
acusaban de la masacre a sus legítimos representantes.
De “vergonzoso
intento de tapar la verdad” han llegado a calificarse las primeras palabras de Mariano
Rajoy en Orihuela, tras el atentado del viernes, información que, como en
el ínterin que fue del 11 al 14 de marzo de 2004, solo podía conocer por la
comunicación directa con los responsables de las fuerzas y cuerpos de seguridad
que, en esos momentos, conocían los hechos con cuenta gotas. E información que,
naturalmente, fue acreciendo a medida que se conocían nuevos acontecimientos.
Como si ocultar que
el ataque era contra nuestra embajada pudiera reportar réditos electorales,
como si esconder no uno sino dos muertos (esta vez sin el socorrido recurso a
la cal viva) fuera tarea fácil y pretendida. En definitiva, una ignominia tras
otra de los que viven en la abyección y para los que ha tenido respuesta
oportuna Rafael García, hermano del subinspector de la Policía muerto en
el atentado de Kabul: “Jorge no murió por
las balas o por las explosiones, sino por defender los valores en los que
creía: su familia, su trabajo y una patria en libertad y justicia. Murió
asesinado por una barbarie contraria a todo en lo que él creía. A los que ya
apuntan a sucumbir a la tentación de utilizar este hecho como un arma
arrojadiza con la que obtener una ventaja en el proceso electoral, les ruego,
que no manchen la memoria de un hombre de honor con su deshonor, que lo aparten
de sus luchas cainitas impropias del pueblo que pretenden liderar. Siento envidia
de la unidad del pueblo francés frente a la indignidad que aquí mostramos”.
Al ponerse bajo
sospecha la información facilitada por el gobierno, ha vuelto a aparecer la
peor cara de un país encanallado donde las guerras han sido y serán siempre
“legales” si las declaran los progres, tirando de soldados de reemplazo
si fuera el caso y resultan “ilegales” si las apoyan (sin un solo soldado sobre
el terreno de operaciones) los de la derechona, ésa a la que, cuando no
se puede derrotar en las urnas, se anhela vencer en las calles, en las puertas
de sus sedes o en los mismas mesas electorales, tachando de asesinos a sus
apoderados, como aciaga e históricamente ha sucedido.
Rajoy y su eterno 11M a cinco días de las
elecciones. Conociendo el percal, ¿apuestan hoy porque se acabaron los
sobresaltos?
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