02/12/15. Mi colaboración de
ayer en El
Demócrata Liberal
“Ecologistas, por un lado,
clamando por la pervivencia de la tierra y ecologistas, por otro, suspirando
por su buchito de agua”
“El apoyo mutuo, la adhesión,
el respaldo, la fidelidad, la ayuda, el favor, la solidaridad, bases
irrenunciables en los que se fundamenta una nación, fueron alanceados hace
mucho tiempo”
La Cumbre del Clima
arrancó ayer con objetivos claros: más de 190 países se han dado cita en París
-tenía que ser en París- para definir los nuevos objetivos a la hora de
combatir las consecuencias del Cambio Climático durante la próxima década. La
mayoría ha dado a conocer cuáles serán sus contribuciones, compromisos con los
que se alcanzarían los 2,7 ºC de subida de la temperatura terrestre, a todas
luces insuficientes y muy lejos de los escasos 2 ºC pretendidos. Todo ello si,
finalmente, se confirman los datos de los expertos que auguran una subida de
“entre uno y cuatro grados”. ¡Toma comité de eruditos!
En la Ciudad de la
Luz, en las manifestaciones previas del domingo, centenares de personas fueron
detenidas en diversos altercados cuando grupos violentos trataron de forzar los
dispositivos policiales que impedían toda reunión, en virtud del estado de
emergencia decretado, mientras se “entretenían” en realizar destrozos,
incluidos los lugares en donde se produjeron los atentados.
A la misma hora,
entre un millar y dos de manifestantes, según fuentes de la policía y de los
organizadores, recorrieron las calles de Guadalajara, en una protesta contra el
trasvase Tajo-Segura convocada por la Plataforma Ciudadana de Perjudicados por
el Trasvase. Enarbolando pancartas como “No al trasvase” y al grito de “Agua
sí, trasvase no” o “Esto no es sequía, esto es saqueo”, culminaron con la
lectura de un manifiesto en la Plaza de Santo Domingo.
Hasta aquí los
hechos: ecologistas, por un lado, clamando por la pervivencia de la tierra y
ecologistas, por otro, suspirando por su buchito de agua. Cosa bien
distinta, las reacciones:
En París, tras la
detención de más de un centenar de manifestantes, se alzaron al unísono las
voces del arco parlamentario, desde el Frente Nacional y los republicanos, que no
solo exigieron al gobierno un mayor ejercicio de autoridad por los tropelías
cometidas en la Plaza de la República sino también sanciones ejemplares para
sus ejecutores, al mismo Partido Socialista en el gobierno, que lamentó los
incidentes.
Los líderes
políticos de la oposición continúan preguntándose cómo, en pleno estado de
emergencia, no se prohibieron las manifestaciones: “Son intolerables estos
ecologistas fundamentalistas que profanan lugares de recogimiento”, “La extrema
izquierda se limpia los pies sobre nuestros muertos y se frota las manos por la
laxitud de nuestros líderes”, “¿Hasta dónde puede la abyección?”. Pero también
la izquierda, con comentarios tímidos ha expresado su indignación: “Estamos
lejos de batalla verde”, declaró el diputado socialista y ex ecologista Arnaud
Leroy. “No lo vamos a consentir”, aseguró Françoise Hollande.
A la convocatoria
de La Alcarria se sumaron no sólo los alcaldes de los 22 municipios ribereños
de Cuenca y Guadalajara sino una representación de cada uno de los distintos
partidos políticos. Entre los asistentes se encontraba el secretario provincial
del PP y candidato al Senado, Juan Pablo Sánchez; por el PSOE, las cabezas de
lista al Congreso y al Senado, María Luz Rodríguez y Riansares Serrano; José
Morales por Ahora Guadalajara, David Llorente por Podemos, y Orlena de Miguel,
candidata al Congreso de C's. Los mismos partidos que, en breve, con sus mismas
siglas y, quizá -que a nadie le extrañe que puedan ser los mismos- otros
representantes, estarán apoyando las manifestaciones que se convoquen “contra
la sed” en las cuencas levantinas.
Allí estuvieron,
todos, juntos y también revueltos, al ladito de los que solicitan la anulación
inmediata del Memorándum y exigen, entre gestos de aprobación y público respaldo
de los congregados, “unidad y lucha conjunta en la defensa de los valores
sociales, económicos y ambientales de la comarca, por encima de intereses y
consideraciones partidistas”. Todo un circunloquio para proclamar que el agua
de la autonosuya es de su propiedad y de nadie más y que, por supuesto,
ni una gotita para el que muera de sed.
Dos vertientes, dos
puestas en escena: por un lado, Francia, donde todos o la gran mayoría aparecen
en la fotografía, envueltos en una sola bandera, del lado de la ley, la vigente
en cada momento -ahora las dictadas por el estado de emergencia-, apoyando a su
gobierno e, incluso, tachándolo de blandito y falto de autoridad con los
exaltados; y por otro, La Alcarria infeliz, que bien podía ser cualquier
lugar de la vieja España, donde la totalidad de los representantes políticos se
retratan, rodeados de banderas multicolores en las que solo aparece el rojo y
el gualda si va en compañía del morado, al lado del populismo, de los discursos
facilones, de ecologistas de medio pelo, de la insolidaridad interregional y de
la injusticia social.
El apoyo mutuo, la
adhesión, el respaldo, la fidelidad, la ayuda, el favor, la solidaridad, bases
irrenunciables en los que se fundamenta una nación, fueron alanceados hace
mucho tiempo.
La política de
trasvases firmó su certificado de defunción el mismo día en que El Iluminado
Leonés de Valladolid derogó el Plan Hidrológico Nacional. Mucho antes había
comenzado el desmembramiento de la nación, amamantando con biberones adulterados
un fingido amor por nacionalidades y regiones que la mayoría sospechaban
inexistentes, fomentando un sentimiento de pertenencia artificial que solo ha
servido para enfrentarnos con el vecino de la linde: A Andalucía con
Extremadura, por el Guadalquivir; a La Mancha con Valencia y Murcia, a Aragón y
a Cataluña con Castilla y otra vez con Valencia. Y eso solo con motivo de la
pretendida “retención del líquido elemento”. Si le arrimamos otras cuestiones…
tenemos el lío que tenemos.
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