lunes, 1 de julio de 2024

El derbi del palo y el del cuchillo. Diferencias y similitudes

 


Como anuncié el primero de junio pasado, a los siete años en el dique seco en lo que en RRSS a mí respecta, se une un lustro de colaboraciones muy esporádicas en otros medios y espacios tales como Letra Cursiva, El Tercer Lado o Columnas Blancas, que iré recordando en este reaperturado espacio, poco a poco. Algunas parecerán nostálgicas, otras se antojarán imposibles a la luz de los acontecimientos vividos en España y, especialmente, en Andalucía en los últimos cinco años… Continuamos con Letra Cursiva: El derbi del palo y el del cuchillo. Diferencias y similitudes, publicado el 19 de enero de 2022 (4 de 5)

 

Decía Arrigo Sacchi, el histórico técnico del Milan, que el fútbol es la cosa más importante entre las cosas menos importantes.

Valga el aserto para acercarnos a valorar el penúltimo “lío” del fútbol sevillano, el producido a caballo entre las jornadas de los pasados sábado y domingo con motivo de la eliminatoria copera entre el Real Betis y el Sevilla FC:

En la semana previa, comunicado oficial del club de La Palmera mostrando su indignación con el arbitraje perjudicial sufrido en Vallecas, campaña contra el estamento arbitral orquestada desde el propio club, a la cabeza un consejero que apunta directamente mediante un tuit al presidente del Comité Técnico de Árbitros, denuncia de éste ante la policía por las amenazas sufridas y la eliminatoria a partido único… 40 minutos del primer tiempo, lanzamiento desde la grada ultra del Villamarín de un tubo de PVC de unos 80 centímetros para “celebrar” el gol del empate que impacta en la cabeza del jugador sevillista Joan Jordan, desplome de éste, cuidado de las asistencias, recuperación aparente, recaída supuesta, protestas desde ambos banquillos, clara pretensión sevillista de suspensión, suspensión final, reanudación a puerta cerrada 16 horas después, victoria (merecida) de los verdiblancos, felicitaciones del lado sevillista, petición pública de investigación del lado bético seguida de aportación de “pruebas”, según ellos y… más tuits, videos ofensivos, fotos, descalificaciones, injurias de elementos directivos, jugadores, empleados destacados del club, etc., que, por su plena relevancia y actualidad se omiten aquí, aunque puedan tener trascendencia de cara a los comités deportivos y al Comité Español de Disciplina Deportiva, que todavía no han dicho la última palabra.

Muchos, desde la ignorancia y la malicia, han intentado comparar el suceso con el ocurrido en el encuentro entre ambos contendientes del que el pasado 12 de octubre se cumplieron 22 años y que ha pasado irremisiblemente a la historia como el "derbi del cuchillo". Desmontar aquella falacia se antoja ya misión imposible pero no me resisto a contar públicamente lo que tantas veces he referido privadamente a amigos y conocidos y que viví en primera persona.

El partido se celebró el Día de la Hispanidad, martes para más señas. En la víspera, el técnico Marcos Alonso dispuso en el Sánchez Pizjuán un entrenamiento a puerta cerrada al que asistí en mi calidad de responsable del Área Social del Sevilla FC. La sesión preparatoria discurrió en el medio campo de la portería de Gol Sur. En el área contraria -repleta de carrillos de mano, de rollos de cuerdas y de cajas de herramientas- una cuadrilla de empleados ampliaba, longitudinalmente hacia los corners y en altura, las redes protectoras que separaban las gradas de Gol Norte del terreno de juego.

El postpartido es conocido por todos: 3-0 y baño acostumbrado a un rival que visitó el Sánchez Pizjuán de la mano de su entrenador, un tal Griguol que se había permitido el lujo en las previas de calificar al club más grande del Sur de España como un sparring del suyo, eso sí sin ánimo de ofender.

Pero como viene siendo habitual con esta gente cuando el resultado le es desfavorable -es decir, casi siempre- la noticia tenía que ser otra y lo fue. Así, pudo leerse en el ABC: "el choque ha pasado a la historia como el 'derbi del cuchillo', ya que alguien lanzó desde la grada un cuchillo contra el jugador del Betis Benjamín Zarandona, que no alcanzó al pucelano"; o -Alejandro Delmás, dixit- en El Mundo: "Durante el derbi Sevilla-Betis, un espectador lanzó un cuchillo al terreno de juego que estuvo a punto de impactar en el bético Benjamín. El Sánchez Pizjuán, que tiene pendiente un partido de sanción por el botellazo que recibió un juez de línea en la primera jornada de Liga, sigue caracterizándose por ser uno de los campos de Primera en el que se registran más incidentes". El árbitro del partido, el donostiarra Pérez Lasa, explicó en el acta del partido que "se lanzó un cuchillo con mango de madera que cayó al campo dentro del área del Betis. Un jugador [Benjamín] de este equipo lo entregó a su banquillo”.

Los telediarios del mediodía siguiente aún permanecen en el recuerdo: con la única y lejana imagen de un Benjamín acercándose al banquillo y entregando "algo" a su entrenador, se afirmaba gratuitamente que el futbolista vallisoletano había sido "agredido desde la grada con un cuchillo que -milagrosamente- no le había impactado, aunque, eso sí, le pasó rozando". A ello había contribuido, sin duda, la basura, la mentira, la patraña y la inmundicia vertidas por un idolatrado donmanué -¡beatificación, ya! decían t-o-d-o-s entonces- y por su secuaz consejero Oscar Arredondo, un fachoso y fanático personajillo a las órdenes de su jefe y especialmente amigo de la calumnia quien aseguró que su club iba “a pedir que se tomen las medidas oportunas”, entre las que estaría la clausura del Sánchez Pizjuán: "No se puede permitir que en un partido, declarado de alto riesgo, un aficionado introduzca un cuchillo”.

Aquella misma tarde me dirigí al estadio. El Sevilla FC había dispuesto por primera vez en esa temporada una serie de cámaras fijas con el fin de prevenir incidentes en las gradas y en el propio terreno de juego. Lo primero que hicimos Monchi, entonces delegado del equipo, Luis Carrión, vicesecretario del Consejo de Administración, y yo mismo, fue visionar las imágenes grabadas por una de las cámaras colocada en la grada alta de preferencia a la altura del área donde "se registró el incidente" (naturalmente todo entrecomillado, por lo que a continuación explicaré).

Después de lo leído y escuchado durante toda la jornada, quedamos sorprendidos cuando contemplamos las nítidas imágenes que ofrecía el vídeo y que paso a describir: tras un ataque sevillista sobre la portería rival, el balón llega mansamente a las manos del cancerbero Prats que se dispone a iniciar para su equipo la jugada de ataque; en ese momento, todavía dentro del área, Benjamín inicia sus pasos hacia el centro del terreno de juego con la cabeza agachada, instante en el que desanda metro y medio o dos metros para recoger algo del suelo y que, inmediatamente, entrega en la banda a su entrenador (el del sparring). Al respecto del incidente no se observa nada más, absolutamente nada más. Para decir toda la verdad, comentaré que, momentos antes, a unos veinte metros de donde se encontraba Benjamín, en el lado opuesto del área, cae una bola de papel de aluminio, lo que -siendo bondadoso, benévolo o directamente imbécil - pudo inducir a un lejanísimo Pérez Lasa -¡vaya por Dios!- a dar por cierta la zafia versión que montaron los dirigentes del club menor de la ciudad con su amo a la cabeza.

Las imágenes demostraban diáfana y nítidamente que no cayó un cuchillo, que no cayó absolutamente nada desde la grada; ningún objeto "le pasó rozando" -y él bien que lo sabe- a un "desdichado" Benjamín, al que sus mandamases obligaron, como a tantos otros tantas veces, a dramatizar un incidente que no fue tal.

Yo lo tengo claro porque lo he visto con mis propios ojos: el cuchillo -viejo y desgastado- no lo llevaba Benjamín en las medias como lerdamente algunos zafios sevillistas continúan sugiriendo; el cuchillo, simple y llanamente, estaba allí desde la tarde anterior, olvidado o perdido en el césped por la cuadrilla de trabajadores que ampliaban las redes protectoras que separaban las gradas de Gol Norte del terreno de juego.

Mi opinión fue categórica y así se lo hice saber a mis acompañantes: debíamos realizar urgentemente varias copias del vídeo y enviarlas a los medios audiovisuales, de forma que en los telediarios de la noche se desmontara la bola de nieve que en esos momentos comenzaba a crecer. A partir de entonces nadie podría decir que se arrojó un cuchillo desde la grada y, por tanto, que "le pasó rozando al futbolista".

Sin embargo… mi gozo en un pozo. Carrión nos anunció que prefería guardarse el vídeo para un posterior recurso al Comité de Apelación.

El mayor acercamiento a la verdad expresada pudo encontrarse un día después en el diario El País: “El Sevilla, en un intento de salvar responsabilidades, denunció el hecho en el juzgado. Aporta el cuchillo y hace hincapié en que es "de cabeza roma, de los que se emplean para untar. El Sevilla, además, indica que en las imágenes del partido no se observa su lanzamiento. Fuentes policiales han confirmado este extremo, con lo que difícilmente se podrá identificar al aficionado para sancionarle”.

De manera que exclusivamente la repugnante argucia ajena y la propia incompetencia hicieron posible tamaño desaguisado. Las consecuencias ya las conocemos y las padecimos: clausura de nuestro estadio y, lo que es peor, una sombría mancha en nuestro historial. De hecho, el diario ABC del pasado sábado 15 de enero de 2022, ha vuelto a titular 22 años después: “Otros incidentes en los derbis sevillanos: El botellazo a Juande Ramos, la agresión a Toni Prats, la pelea con muletas o el lanzamiento de un cuchillo al césped son otras acciones para el olvido que han dejado estos enfrentamientos entre Betis y Sevilla”.  Para continuar afirmando: “El objeto cayó cerca del jugador bético Benjamín, quien lo entregó al colegiado Pérez Lasa, quien lo reflejó en el acta [sic]. En el banquillo verdiblanco, el entrenador Carlos Timoteo Griguol envolvió el cuchillo en una toalla y se lo entregó al cuarto árbitro. Por tal acción, el estadio nervionense fue clausurado con un partido, trasladándose meses después el equipo a Chapín, en Jerez de la Frontera, para cumplir dicha sanción”.

La mejor prueba de que al falsario protagonista de aquella patraña le remuerde algo la conciencia es que se permite ahora vía Twitter comparar el reciente incidente del palo en el Villamarín con el lamentable empujón sufrido por Prats a manos de un borracho (detenido al instante) en el Sánchez Pizjuán, sin que tenga la valentía y el arrojo suficientes para compararlo con el incidente “que él sufrió”, en teoría mucho más grave y, más aún, cuando ahora permanece callado como una puerta a algunas de las ignominiosas aseveraciones y preguntas a su tuit: