Es cierto que el actual Sevilla no es el de otras épocas: el objetivo liguero se antoja a estas alturas imposible pero con todo y con ello -fin de ciclo, vienen anunciando desde hace tiempo- seguimos siendo, con todo lo que ha llovido, los vigentes campeones de Copa y todavía nos queda decir algo en la Europa League.
Definitivamente el viento ha cambiado y ahora lo tenemos en contra con dieciséis nudos de intensidad. Los balones que antes pegaban en la madera y se colaban, los goles a favor en las postrimerías de los partidos, las tandas de penalti favorables, el gol del portero en el descuento de una eliminatoria a esas alturas entregada... todo ello ha quedado en el olvido, lo que, por otra parte, ha supuesto un buen puñado de puntos en la clasificación y, al menos, otro buen puñado de millones de euros en las eliminatorias internacionales.
Lo fácil ahora es desbarrar. Los que por naturaleza somos resultadistas -lo primero y, casi, lo único importante es ganar- volvemos a quedarnos solos en nuestro discurso, aunque ahora -ellos son así- son los del jogo bonito los que elevan la voz reclamando resultados.
Tal y como encabeza esta crónica, el resultado de hoy en El Sardinero es tan cruel como injusto: si alguien mereció la victoria, desde el minuto 1 al 93, ese no fue otro que el Sevilla F.C. que comenzó controlando todas las parcelas del terreno y del propio juego. Sólo la desvergüenza de Iturralde -otra vez Iturralde- y la extraña bisoñez de Andrés Palop, en el minuto 11, al no ponerle "los tacos en los riñones" a Christian, hicieron posible que los cántabros se adelantaran en el marcador. A ver, ¿cuándo nos vamos a enterar que el portero es INTOCABLE en su área de meta? Para colmo, siete minutos después, una falta desde la lateral es desviada por Rakitic sin que el valenciano pudiera hacer nada por evitar el tanto. Antes, Negredo había desperdiciado un penalti sobre Navas.
Dieciocho minutos de juego y, en dos jugadas a balón parado, dimos unas distancias que parecían insalvables aunque, como después se demostraría, no lo fueran tanto. El Sevilla continuó a lo suyo, dueño absoluto del esférico y del tempus del partido hasta que, en el 38, una terrible entrada de Christian fue sancionada con tarjeta roja por el ínclito colegiado de las Vascongadas. Un minuto después Fazio nos acercaba en el marcador con un precioso testarazo en falta lanzada por Rakitic. Antes del descanso, Manzano -valiente y acertado, hay que reconocerlo- dio entrada a Luis Fabiano por Alexis y, en el minuto 9 de la continuación, Capel hizo lo propio con Dabo. Si el partido ya por entonces era un monólogo, el resto del encuentro fue más de lo mismo: decenas de llegadas al área montañesa, ocasiones al limbo o al palo como la de Negredo y penalti transformado por Luis Fabiano a falta de ocho minutos.
Lo más difícil se había conseguido: desenmarañar la tela de araña tejida por los locales o, mejor dicho, romper los cristales del autobús colocado delante de la meta de Toño. El Sevilla, en sobresaliente, siguió a lo suyo, a por los tres puntos, hasta que, en el minuto 92, Arana resolvió con calidad, y con todos los de rojo en campo ajeno, una salida en falso de Palop -¡Grande Palop, siempre a tu lado!- que pretendía más de lo mismo: recuperar el esférico para ponerlo en las inmediaciones del área de Toño.
Y digo Sevilla sobresaliente, porque el partido -imposible será reconocerlo para los duros de mollera- fue de los mejores de la temporada: todos, con la excepción de Andrés -mil veces te disculparé-, rindieron a gran altura y nombro especialmente a los que son objeto de la ya asquerosa y repugnante cacería mediática y de la "exigente" grada nervionense: Dabo, Fernando Navarro, Fazio, Perotti y Acosta, sin olvidar las nuevas y buenas vibraciones que vuelve a ofrecer Jesús Navas, la calidad de Rakitic y el notable debut de Medel. Todo ello con Kanouté, Zokora, Cáceres y Romaric, entre otros, en Sevilla.
Ahora lo fácil es, y será, tiempo al tiempo, lo contrario: a despotricar que "pa eso pago". ¡Anda ya...!
P.S.- No quiero dejar pasar por alto el infame comportamiento de un extranjero, indio para más señas, y del impresentable presidente de los cantabrones: "Son unos indios, no se les puede pedir más que se pongan las plumas..." me decía un sms enviado desde el propio Sardinero, tras la finalización del encuentro.
FICHA TÉCNICA DEL ENCUENTRO
Racing de Santander 3 - Sevilla F.C. 2
Racing de Santander: Toño, Pinillos, Torrejón, Henrique, Christian, Colsa, Lacen, Kennedy, Munitis (Cisma, m 46), Adrián (Arana, m. 60) y Ariel (Giovanni, m. 69).
Sevilla F.C.: Palop, Dabo (Capel, m. 51), Alexis (Luis Fabiano, m. 42), Escudé, Navarro, Medel, Fazio, Rakitic, Navas, Perotti (Lautaro Acosta, m. 76) y Negredo.
Goles: 1-0, m. 11: Christian. 2-0, m. 18: Rakitic (pp). 2-1, m. 39: Fazio. 2-2, m. 82: Luis Fabiano (penalti). 3-2, m. 92: Arana.
Árbitro: El vasco Iturralde González. Expulsó a Christian en el minuto 38 y amonestó a Munitis, Ariel, Pinillos, Kennedy por el Racing, y a Negredo, Fazio y Acosta por el Sevilla. No aplicó la regla de que el portero es intocable en el área de meta en el primer gol local y no sancionó con tarjeta amarilla, tras señalar penalti, al jugador cántabro que derribó a Navas.
Incidencias: Partido correspondiente a la 23ª jornada de Liga disputado en los Campos de Sports de El Sardinero ante 10.000 espectadores en noche fría. Terreno de juego en regulares condiciones.
Si en algun partido hay que achacar aquello del colmo de la mala suerte, no cabe duda que ese es el de anoche.
ResponderEliminarEl problema es que ya son muchos los partidos que se achaca al caprichoso azar el resultado de los mismos.
No tengo duda que la victoria se merecio, mas no es menos cierto que las victorias no se merecen, se consiguen, cosa por cierto, al fin y a la postre, es lo prioritario en esto de la pelotita.
Ganar, ganar, ganar...
Y yo, resultadista como el 1º, no sabes cuanto lo hecho de menos...
Un fuerte abrazo Paco.
Hola Paquito. Estoy para llamarte, pero no he tenido ocasión. Quería preguntar por el nene, pero ya se que está mejor y me alegro. Deportivamente hablando ya sabes que no nos pondremos de acuerdo. Tu y yo sabemos aquello de "Otro año igual...". Eran los tiempos del fenecido juguetero que parecen querer volver. No te perdono lo de la cueva de Ali Babá. Justificar las miserias propias con eso es demagógico y no ayuda en nada. Veo que te siguen cegando los colores del alma y así es difícil ser objetivo. Claro que eso no es lo que se pretende.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo a todos.
Hola, Luis. Todo va bien. Muchas gracias.
ResponderEliminarEncantado de verte por aquí. Sabía que eres un fiel seguidor de El Tercer Lado...
Tienes razón: me ciegan desde pequeñito estos colores y, por ello, ni soy objetivo ni, como bien dices, pretendo serlo.
Y disculpa por lo de Alí Babá. Cada vez que hablo de "la cueva" me olvido de ti y de otros amigos a los que no acabo de situar en La Castellana después de tantos años de gozo y de sufrimiento juntos en el Sánchez Pizjuán.
En cuanto a las miserias, hace tiempo que eliminé ese vocablo de mi vocabulario. Desde Eindhoven hasta Barcelona (hace la friolera de 9 meses) y después de estar presente en ocho finales, mi sentimiento sevillista ha alcanzado tales cotas de opulencia que lo que me toque vivir de aquí en adelante en ese plano no tiene la menor importancia.
Un abrazo y espero seguir viéndote por aquí.