La eterna canción: el Sevilla mereció más en la segunda mitad. ¡Claro que
sí!, pero ese análisis queda en la superficie si no se dice también que, por
entonces, ya contaba con un problema insuperable: había perdido todo el
crédito durante la primera.
El partido comenzó lleno de imprecisiones: primero erró Spahic para que
Aduriz hiciera lo propio, después Aurtenexe para que Navas no le fuera a la
zaga. Hasta que los bilbaínos -no era difícil porque tenían enfrente al
resucitador de la Liga- se enmendaron de cara a la portería de Palop: De
Marcos y Susaeta sí aprovecharon sus ocasiones, poniendo demasiada tierra de
por medio para intentar una reconquista que se evidenciaba imposible y no,
precisamente, porque enfrente estuviera un enemigo invencible.
Ni siquiera la buena segunda mitad (¡claro que fue buena!, ¿podía ser acaso
peor que la primera?) sirvió para voltear un marcador que, si hubiera
calidad arriba, pudiera haber sido posible. La entrada en el terreno de
juego, tras el descanso, de Babá y de Reyes -después de Kondogbia- permitió
ofrecer una cara bien distinta, si bien un tanto engañosa porque el
repliegue de los locales fue más fruto del pavor de Bielsa que de la excelsa
calidad de los de Míchel.
Con todo, un penalti transformado por Negredo -a falta de doce minutos- dio
opción a un empate que no llegó precisamente por el mal que aqueja al equipo
sevillista: el absoluto desacierto ante la meta rival y la ausencia de
delanteros, o de hombres de la segunda línea, capaces de "meterla dentro".
La mediocre cifra de trece goles que "adornan" el casillero de goles
realizados queda maquillada con los mejores números en cuanto a goles
encajados (trece también), poniendo en solfa la opinión de todos aquellos
que centran perennemente la atención en el centro de la defensa. Así es más
fácil que salgan a relucir los palos a Fazio y a Spahic, que "son de goma",
obviando el lamentable gesto de Míchel, "echando a los leones" (nunca mejor
dicho cuando se visita San Mamés) a un Babá que ha vuelto a demostrar que
merece, al igual que Kondogbia, más minutos en este equipo.
Los errores en la élite se pagan caro y bien que lo sabe este Sevilla de
Míchel, de Marcelino, de Manzano, de Álvarez... Paremos ahí, por méritos,
sencillamente por números, porque, entre otros, resulta que el Zaragoza de
Jiménez, cuando nos acercamos al tercio de campeonato, iguala a este Sevilla
en puntuación y lo supera en aciertos frente a la meta rival. ¡Y mira que
(plural mayestático, hay que aclarar) dimos caña...!, aquello del arahalense
no era ni fútbol ni nada que se le pareciera... el equipo alcanzaba por
entonces la quinta plaza, o la tercera, se clasificaba para finales... pero
no enamoraba ni una pizca siquiera... ni a la grada ni a la excelsa tropa de
reporteros que colman los medios deportivos sevillanos. De aquellos
polvos...
FICHA TÉCNICA DEL
ENCUENTRO
Athletic Club de
Bilbao 2 -
Sevilla F.C. 1
Athletic Club de
Bilbao:
Iraizoz; Iraola, Gurpegui,
Amorebieta, Aurtenetxe; Susaeta, Herrera, Iturraspe, De Marcos; Muniaín (Isma
López, m. 71) y Aduriz. (San José, m. 76).
Sevilla F.C.:
Palop; Cala, Fazio, Spahic, Fernando Navarro; Maduro (Babá, m. 45), Medel (Kondogbia,
m. 64), Campaña (Reyes, m. 45); Navas, Rakitic y Negredo.
Goles:
1-0, m. 26: De Marcos. 2-0,
m. 45: Susaeta; 2-1, m. 78: Negredo, de penalti.
Árbitro:
El canario Hernández Hernández.
Amonestó a Muniaín, Iraola, Iturraspe y De Marcos, por los locales, y a
Campaña, Cala, Fazio, Spahic, Medel, por el Sevilla, y expulsó a Ánder
Herrera (m. 75).
Incidencias:
Partido correspondiente a la 11ª jornada de Liga disputado
en el estadio de San Mamés
ante 30.000 espectadores. Terreno de juego muy rápido por la constante
lluvia.
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