jueves, 25 de octubre de 2012

En ocasiones veo aviones



A continuación transcribo el artículo de opinión publicado hoy mismo en la página web de la asociación El Tercer Lado:


“El sexto sentido”, la película norteamericana del realizador y guionista hindú Night Shyamalan, mezcla de suspense y terror, dejó para la posteridad una recurrente frase machaconamente explotada por publicistas, artistas, periodistas y demás fauna, de la que abusaron, y continúan haciéndolo, llegados los desesperados trances de explicar con palabras lo inexplicable.

Los muertos que en ocasiones veía el pequeño Cole acabaron convertidos en “técnicos” o en “premios”, incluso en oportunidades pintiparadas para robarle un tornillo al mismísimo Frankenstaein.

La imaginación y el arte dan para eso y mucho más. Lo increíble es que la paranoia de determinada clase política, en su intento desesperado de ocultar no sólo sus errores de gestión sino de permanecer instalada en las sempiternas mamandurrias, hayan llevado a cuatro indigentes intelectuales, eurodiputados para más señas, a solicitar en una carta a la vicepresidenta de la Comisión Europea, Viviane Reding, que impida "la posible intervención militar española contra la población catalana” y que intervenga "de forma preventiva" en el "conflicto catalán", incluso “suspendiendo el derecho a voto de España en el Consejo Europeo”. Por si fuera poco, uno de ellos ha denunciado vuelos “intimidatorios” de aviones militares a baja altura sobre suelo catalán: “En ocasiones veo aviones”, dicen que balbuceó.

Curiosamente, ninguno de ellos pone el más mínimo reparo a la “violación de su espacio aéreo” cuando los hidroaviones del Estado y del resto de Comunidades Autónomas acuden a sofocar incendios forestales, o cuando la Unidad Militar de Emergencias socorre presta a sus “nacionales” con ocasión de infelices catástrofes.

Paranoias versus realidades que no son patrimonio exclusivo de estos caganers colocados en Bruselas, sino florecientes también allende las “fronteras” catalanas. En clave doméstica, recientemente, y sin que apenas nadie altere los orbiculares, hemos conocido:


- Primero, que el Gobierno Andaluz, según su portavoz, irá a la próxima huelga general convocada por las mismas organizaciones que aplican a sus trabajadores la reforma laboral contra la que luchan en la calle y que, por otro lado, resultan ser también las que se atizan, sin ruborizarse, un convenio al alza en plena recesión económica.

- Segundo, que el gobierno no irá a la huelga a decir de la Consejera de Presidencia e Igualdad.

- Tercero, que sí irán a la huelga al menos los componentes de la otra pata del bipartito.

- Y cuarto, por terminar, que en cumplimiento (o quizá no) de la Ley de Memoria Histórica, la Junta de Andalucía está recortando -perdón, dejando bajo mínimos- el gasto de las Residencias de Tiempo Libre de Andalucía, abocándolas a las puertas de su cierre definitivo.

Cuando no existen argumentos para superar la propia incapacidad, lo más fácil es recurrir a la falacia, a la mentira, dirigida sin escrúpulos a una población narcotizada que, embaucada y “heroica”, ha preferido, al menos hasta el momento, dejarse engatusar.

Hora va siendo de que esa sana y bienintencionada mayoría silente, tan responsable como estos propios iluminados de la situación a la que nos hemos visto abocados -merced a la infausta omisión del deber preñada de patológicos miedos hacia la que ha sido pastoreada- deje de quejarse en petit comité, pase por las urnas cuando sea requerida, levante su voz en los medios de comunicación, se organice en rededor de la sociedad civil y se afane definitivamente contra tantos y tan variados “mangutas” cuyo único afán consiste en reservarse un cargo vitalicio ante su manifiesta incapacidad para ganarse el pan honradamente con el sudor de la frente.

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