A continuación transcribo el artículo de opinión publicado
hoy mismo en la página web de la asociación El Tercer Lado:
“El sexto sentido”, la película norteamericana del
realizador y guionista hindú Night Shyamalan, mezcla de suspense y terror, dejó
para la posteridad una recurrente frase machaconamente explotada por
publicistas, artistas, periodistas y demás fauna, de la que abusaron, y
continúan haciéndolo, llegados los desesperados trances de explicar con
palabras lo inexplicable.
Los muertos que en
ocasiones veía el pequeño Cole acabaron convertidos en “técnicos” o en
“premios”, incluso en oportunidades pintiparadas para robarle un tornillo al
mismísimo Frankenstaein.
La imaginación y el arte dan para eso y mucho más. Lo increíble
es que la paranoia de determinada clase política, en su intento desesperado de
ocultar no sólo sus errores de gestión sino de permanecer instalada en las
sempiternas mamandurrias, hayan llevado a cuatro indigentes intelectuales,
eurodiputados para más señas, a solicitar en una carta a la vicepresidenta de
la Comisión Europea, Viviane Reding, que impida "la posible intervención
militar española contra la población catalana” y que intervenga "de forma
preventiva" en el "conflicto catalán", incluso “suspendiendo el
derecho a voto de España en el Consejo Europeo”. Por si fuera poco, uno de
ellos ha denunciado vuelos “intimidatorios” de aviones militares a baja altura
sobre suelo catalán: “En ocasiones veo aviones”, dicen que balbuceó.
Curiosamente, ninguno de ellos pone el más mínimo reparo a
la “violación de su espacio aéreo” cuando los hidroaviones del Estado y del
resto de Comunidades Autónomas acuden a sofocar incendios forestales, o cuando
la Unidad Militar de Emergencias socorre presta a sus “nacionales” con ocasión
de infelices catástrofes.
Paranoias versus
realidades que no son patrimonio exclusivo de estos caganers colocados en Bruselas, sino florecientes también allende
las “fronteras” catalanas. En clave doméstica, recientemente, y sin que apenas
nadie altere los orbiculares, hemos conocido:
- Primero, que el
Gobierno Andaluz, según su portavoz, irá a la próxima huelga general convocada
por las mismas organizaciones que aplican a sus trabajadores la reforma laboral
contra la que luchan en la calle y que, por otro lado, resultan ser también las
que se atizan, sin ruborizarse, un convenio al alza en plena recesión
económica.
- Segundo, que el
gobierno no irá a la huelga a decir de la Consejera de Presidencia e Igualdad.
- Tercero, que sí irán a
la huelga al menos los componentes de la otra pata del bipartito.
- Y cuarto, por terminar,
que en cumplimiento (o quizá no) de la Ley de Memoria Histórica, la Junta de
Andalucía está recortando -perdón, dejando bajo mínimos- el gasto de las
Residencias de Tiempo Libre de Andalucía, abocándolas a las puertas de su
cierre definitivo.
Cuando no existen
argumentos para superar la propia incapacidad, lo más fácil es recurrir a la
falacia, a la mentira, dirigida sin escrúpulos a una población narcotizada que,
embaucada y “heroica”, ha preferido, al menos hasta el momento, dejarse
engatusar.
Hora va siendo de que esa
sana y bienintencionada mayoría silente, tan responsable como estos propios
iluminados de la situación a la que nos hemos visto abocados -merced a la
infausta omisión del deber preñada de patológicos miedos hacia la que ha sido
pastoreada- deje de quejarse en petit comité, pase por las urnas cuando sea
requerida, levante su voz en los medios de comunicación, se organice en rededor
de la sociedad civil y se afane definitivamente contra tantos y tan variados
“mangutas” cuyo único afán consiste en reservarse un cargo vitalicio ante su
manifiesta incapacidad para ganarse el pan honradamente con el sudor de la
frente.
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