jueves, 18 de octubre de 2012

La responsabilidad y el sentido institucionales en el Sevilla FC (por Ernesto López de Rueda)

 
Parece que corren tiempos procelosos en el Sevilla FC en sus distintas parcelas.

En la deportiva, el equipo cerró el pasado mayo la tercera temporada consecutiva en su descenso de nivel y de cumplimiento de objetivo tanto en el campeonato de Liga como en competición europea, pues pasamos de la tercera posición conseguida de forma holgada a la cuarta por los pelos, a la quinta in extremis y a la novena, mientras que en Liga de Campeones caímos sin cumplir el objetivo presupuestado de Cuartos de Final, luego en la previa para una trayectoria UEFA anodina y finalmente caer en previa de la UEFA. Todo, eso sí, sazonado con la consecución hace tres temporadas de la última Copa del Rey. Mi posición pública acerca del progresivo descenso del nivel deportivo del equipo es notoriamente conocida por cuanto la he expresado tanto en los medios oficiales del club cuando colaboraba con ellos, como aquí.

Respecto a la económica, se ha pasado de generar 120 M € de ingresos de los cuales más de 80 correspondían al funcionamiento de la sociedad sin tener en cuenta las ventas, a un presupuesto de la mitad y con el anuncio con megáfono por parte del presidente de que hemos de vender y que se ha visto obligado a corregir a los pocos días diciendo que el Sevilla puede soportar varios años de pérdidas. Desgraciadamente, estamos en una dinámica en la que la filosofía de los discursos dura horas. También hay que anotar que los ingresos televisivos han pasado del 25% hace tres temporadas, a más del 50% en la actual con el enorme riesgo que ello conlleva. También se trata de asuntos sobre los que vengo insistiendo desde hace muchos años tanto en juntas de accionistas, como desde mis anteriores colaboraciones en los medios oficiales del club como allí donde he podido opinar.

Si nos referimos a la social, el club ha pasado de 41.000 abonados y 16 M € de ingresos por tal concepto, a 29.000 (teóricamente sin contar infantiles sin derecho a asiento aunque tengo mis dudas al respecto) de los cuales 19.000 son "subvencionados" y una recaudación de 8,5 M €. Si bueno fue que se pasara, como bien hemos escuchado por activa y por pasiva, de 22.000 a 41.000, ineludiblemente, malo ha de ser que se pase de 41.000 a 29.000 (o 25.000). Y la culpa no es tan solo del empedrado entendiendo por tal la crisis. Todo esto aderezado por una fractura social sobre cuyas dimensiones y calado prefiero no pronunciarme pues no siempre las cosas son como parecen. Igualmente, mi posición pública acerca de este asunto es de sobras conocida desde hace muchos años.

Y en lo concerniente a la institucional, el Sevilla FC ha logrado un status de reconocimiento en el fútbol español que lo sitúa en el grupo de cabeza y que a duras penas mantiene debido sobre todo a que el principal (que no único) artífice de ello, el presidente José María del Nido, durante dos años y como él mismo ha reconocido, ha tenido como ocupación principal la de intentar demostrar su inocencia respecto a los delitos de los que fue acusado y que finalmente supusieron una condena a prisión de 7,5 años que se encuentra recurrida y a espera de veredicto por parte del Tribunal Supremo. Por pura lógica, si el presidente defendía su inocencia y esperaba una sentencia absolutoria por parte de la Audiencia de Málaga y sin embargo se encontró con una durísima respuesta, la misma cautela habría que aplicar a su optimismo respecto a que el Tribunal Supremo le absuelva (algo que personalmente deseo), es decir, la prisión se cierne sobre él y su encarcelamiento se cierne sobre la presidencia del Sevilla FC, algo que a mí no me cabe en la cabeza -a pesar de que espacio de sobra existe- como es público y notorio.

Resumiendo, el contexto real es el de un acusado descenso en el nivel deportivo (que parece contenerse o variar de rumbo en esta temporada); un agotamiento y reducción drástica de nuestras posibilidades económicas; una importantísima curva descendente respecto a la masa social y ocupación del estadio; y una -en determinado pero crucial aspecto como es el de la presidencia- precaria estabilidad institucional traducida -hasta ahora- en una paz accionarial como una de sus variadas consecuencias.

Es decir: pintan bastos. Y quien lo escribe para nada es sospechoso de incurrir en el pesimismo vital, sino antes bien, miro al futuro inmediato con cierta carga de optimismo pues la base de casi todo está en la pelotita y, quizás e incluso sin tan quizás, sea el deportivo (con sus matices) el aspecto que sirva para atemperar y graduar los otros, que no acallar ni silenciar. Pintan bastos que no tragedia.

Y entro ahora en la responsabilidad social del sevillismo.

A mí NO me gustan determinadas políticas del consejo de Administración. Y las que menos entro a discutir son las deportivas, refiriéndome principalmente a las de orden económico, social e institucional. Cuando lo creo oportuno, me pronuncio sobre unas y otras pero siempre -y recalco lo de siempre- intentando que toda la crítica sea constructiva o aporte alguna luz sobre el asunto en cuestión.

En este sentido, será imposible encontrarme en un bando -tan real como todos conocemos- de los "antitodo". Absolutamente imposible. Es más, puede aplicarse incluso al bando de los "antideterminadascosas", prefiero construir en positivo y alinearme en el bando de los "pro-loquesea".

Pero no por ello vuelvo la realidad a la existencia de ese existente y creciente bando de los "antitodo", más social y virtual que accionarial para su desesperación.

Aunque dado que se gesta -como era de esperar- una plataforma o grupo opositor de carácter accionarial que intentará extenderse en la vertiente social del sevillismo, me gustaría hacer públicas una serie de reflexiones basadas en la experiencia, que muchas veces se convierte en esa gran desconocida.

Me muestro totalmente contrario a una política de oposición que sea "quitar a éste/estos (DN y compañía) cueste lo que cueste" porque "siempre será lo mejor independiente de quien venga".

Eso NO es serio, es simplemente una chiquillada, una merluzada y una absurda piedra saboteadora de los engranajes del Sevilla FC como institución que es lo que está por encima de todos, del actual presidente y de los futuros cien presidentes del Sevilla. Y de todos los consejeros y aficionados.

Una guerra de "a la carga" (aunque nunca empiece así pero que ya encuentra tanto vitoreadores como receptores en el mundo cibernético y tan solo testimonialmente -gracias a Dios- en el accionarial) puede socavar lenta pero inexorablemente la estabilidad institucional del Sevilla FC, convertirla en frágil y vulnerable teniendo en cuenta que como he definido anteriormente presenta determinados rasgos de precariedad en cuanto a su cabeza visible aunque aparentemente sólida en el apoyo accionarial en que se sustenta. Pero en la puerta de lo desconocido, si bien no hay que tener miedo (a mí no me lo produce el ¿qué pasa si desaparece Del Nido?), sí hay que tener respeto, e inteligencia.

Para los desmemoriados explicaré con un ejemplo en carne propia y varios en la ajena las implicaciones de una debilidad institucional.

En el caso del Sevilla FC me remontaré a los hechos de agosto de 1995 que se tradujeron finalmente en la venta de aproximadamente un tercio del capital social de la entidad, porcentaje más que suficiente como para garantizar el control de ésta.

La transacción se produjo en agosto de 1995 después de una temporada en la que el Sevilla FC se había clasificado para la UEFA cinco años después de la anterior. Sus efectos visibles fueron los siguientes a partir de ese momento:

1ª.- 1995-96: luchando por eludir la promoción en la última jornada (pésima temporada en 1ª).
2ª.- 1996-97: descenso, pésima temporada en 1ª
3ª.- 1997-98: "permanencia" en 2ª tras pésima temporada en esa categoría
4ª.- 1998-99: ascenso agónico en la promoción, segundo año en 2ª
5ª.- 1999-00: descenso, pésima temporada en 1ª
6ª.- 2000-01: ascenso, tercera temporada de cuatro en 2ª
7ª.- 2001-02: luchando hasta las últimas jornadas por asegurar la permanencia
8ª.- 2002-03: igual
9ª.- 2003-04: a Europa

Traducción: a un Sevilla FC que en la temporada 2002-03 contaba con 97 años de historia desde que se registrara oficialmente, la desestabilización institucional le costó 9 años de vaivenes y que en lo económico se prolongó hasta los 11 años, casi una novena parte de su historia, lo que ahora -según la misma proporción- se extendería a unos diez y doce años respectivamente.

Y la desestabilización llega cuando se riza el rizo. Se sabe cuando empieza pero no cuando termina. Es un aviso para navegantes.

En carne ajena, también puede observarse como las desestabilizaciones institucionales afectan a otros clubes:

Real Sociedad: de ser subcampeona de Liga, a tener varios años malos en Primera para finalmente pasar tres años en Segunda y ahora vivaquear en Primera con la vista puesta en las posiciones de descenso. Y haber pasado un concurso de acreedores/ruina que ahora -a diferencia de antes- implica el descenso automático de categoría.

Betis: de ganar copaderreí y jugar Liga de Campeones, a estar varios años coqueteando con el descenso para bajar dos años con la importante colaboración de una plantilla de jugadores deseosa de salir de la entidad y desempeñarse ahora en Primera intentando evitar un nuevo descenso. Y estar sumido en un concurso de acreedores para el que un descenso sería una espada de Damocles sobre su propia existencia y viabilidad. Y repito que, al igual que la Real Sociedad, entró en concurso de acreedores cuando ello no implicaba un descenso de categoría como ocurre en la actualidad.

Zaragoza: de quedar clasificado para Liga de Campeones (mérito hurtado por el Mafiandrid) y ganar un par de Copas, a convertirse en equipo ascensor con varias temporadas en Segunda, mantenerse en Primera con apuros y estar inmerso también en un concurso de acreedores.

A. Madrid: de ganar Liga y Copa a irse a Segunda División y de haber sido tradicionalmente ocupante de plaza europa, a ver como desde su ascenso eso ha sido más ocasional que habitual. Y a ser intervenido judicialmente lo que, además, implicó el descenso con la inestimable colaboración de la intervenida plantilla.

He hablado de clubes -cada uno con sus peculiaridades porque ningún caso es igual a otro- cuya importancia puede medirse a la del Sevilla por arriba, caso del patético de Madrid, o por abajo, caso de los demás, pero que se refieren a instituciones con una importante masa social y que no son un Racing de Santander o un Sporting de la vida, que por cierto, también se podría hablar de cómo los han afectado sus respetivos procesos de quiebra institucional que han tenido a los asturianos casi una década fuera de Primera y tiene al Racing a pique de un repique de la desaparición.

También se podría hablar de un Valencia que ha visto desfilar en pocos años a varios presidentes con sus respectivas mayorías accionariales como son los casos de Roig, Soler, Soriano o ahora Llorente y que tienen al club luchando con todas sus fuerzas para evitar un concurso de acreedores que automáticamente los mandaría a Segunda con una deuda de más de 400 M €.

Y aquí, algunos, pensando en arrasar con todo sin reflexionar sobre el día después.

Teniendo en cuenta que, por mucho que quieran, deseen o ansíen, el Sevilla FC es una SAD, por lo que quienes vengan no serán desconocidos, sino gente impuesta o acordada por los capitales mayoritarios. Y aquí nos conocemos todos.

Dicho esto, me parece necesaria la construcción de una alternativa en el Sevilla por una doble implicación.

En primer lugar, porque si es seria, reflexiva y edificante podrá exigir al consejo de turno (hablo de un planteamiento para siempre, esté quien esté al frente de la nave) en el sentido de apretarle las tuercas y obligarle a ser más claro, diáfano y -sobre todo- eficiente.

En segundo término, porque será una forma de mantener al sevillismo vivo, pendiente del estado de su institución y porque si es responsable, no es sino una manera de tener garantizada una sucesión cuando la situación lo requiera.

Creo que incluso para el consejo de turno es preferible contar con una oposición seria con la que pueda dialogar y, en algunos casos, llegar a acuerdos que siempre deberán (no he dicho deberían) redundar en beneficio de la entidad y, por tanto e inexcusablemente, del sevillismo.

Y pienso también, y es solo un consejo orientado a los capitales mayoritarios presentes en el accionariado del Sevilla FC, que es saludable para todos que la sangre se regenere, que el Sevilla FC esté abierto a todos los sevillistas que puedan colaborar con el club en detrimento de camarillas cerradas que se perpetúen al frente de la entidad.

Estoy convencido de que en el seno de la afición existen personas muy capacitadas, tanto en el actual consejo como fuera de él, para llevar a cabo esta tarea para lo que, en mi calidad de sevillista de a pie, de accionista minoritario, les exigiré en la humilde medida de mis posibilidades con las únicas armas de las que he podido dotarme: la reflexión y el estar al servicio del Sevilla FC.

Particularmente y desde el máximo respeto a todos los accionistas de la entidad y en la franca y sana curiosidad por conocer propuestas alternativas de las que intentaré extraer todo lo positivo, me gustaría que el actual presidente pudiera "reinventarse", aunque ya es algo que ahora no depende de él mismo, y construir verdaderamente un Sevilla poderoso que en mi subjetivo juicio pienso que quedó inconcluso e invertebrado, porque los resortes y la capacidad las tiene.

Desde el realismo -ese gran desconocido para muchos- ésa será mi exigencia. Ya en su momento aconsejé en varias ocasiones a José María del Nido que dimitiera como presidente del Sevilla FC, tanto privada como públicamente y tanto cuando fue imputado hace tres años como cuando fue condenado por la Audiencia Provincial de Málaga en diciembre pasado.

La realidad es que sigue ejerciendo como presidente del Sevilla FC y lo que no puedo pasarme es la vida desgañitándome ni gastando mis fuerzas para que dimita en tanto se dirima su situación si sé y tengo plena certeza de que no obrará así. Actuo, por tanto, desde los parámetros más realistas posibles, que son bajo los que se mueve el Sevilla FC, y así seguiré haciéndolo.

Evidente, y como reza el título de mi reflexión, la responsabilidad y el sentido institucionales son exigibles tanto al presidente y el consejo que forme y proponga en la próxima Junta General de Accionistas, como a otros destacados accionistas que se aventuren en su legítimo derecho a presentar una lista alternativa y, por extensión, a todos cuantos sentimos en sevillista.

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