martes, 21 de febrero de 2017

¡Gordo!: Antiviolencia ha perdido el oremus


Con ocasión de la reiterada noticia de que un grupo de ultras sevillistas expuso en la grada de El Sadar una pancarta con la leyenda “Gordo”, mote de uno de los sevillanos detenidos como sospechosos de la violación en grupo que tuvo lugar los pasados Sanfermines, ya hubo ocasión en estas páginas de censurar lo fácil que vemos la mota en ojo ajeno mientras nos mostramos incapaces de ver la viga en el propio.

No pareciéndole bastante, según ha informado el Consejo Superior de Deportes (CSD), la Comisión Antiviolencia ha propuesto una sanción de 4.000 euros y prohibición de acceso a recintos deportivos durante doce meses, a la persona que colocó la pancarta, al considerar que el mensaje supone "un claro apoyo al aficionado que se encuentra actualmente en prisión preventiva por su presunta participación en una agresión sexual ocurrida en Pamplona en julio de 2016".

¡Han perdido el oremus! ¡Con qué facilidad se dispara contra unos mientras se guardan de apuntar a otros! Dando por bueno que la pancarta va dirigida en apoyo de uno de los investigados (que ya sería hilar fino), hay que continuar subrayando, al día de hoy, que los sospechosos aún no han sido condenados y que gozan -deberían gozar- de la presunción de inocencia que a todos nos ampara. Tiempo tendrán de purgar sus culpas, llegado el caso.


Dirán algunos que no son circunstancias extrapolables pero quiso la casualidad que el mismo día y a la misma hora dos expresidentes del Gobierno de España, en comparecencia pública y rodeados de buena gente, solicitaran la excarcelación del opositor venezolano Leopoldo López, condenado a 13 años de prisión, es cierto, por la -injusta- ley de un país sin rumbo. "Venezuela es una dictadura", se gritó en el acto, no sin razón, entre vítores al preso. Mientras resortes alocados del Estado sancionaban impunemente a un amigo o familiar de un preso de la cárcel de Pamplona que se había limitado a un apoyo simbólico, y sin más parafernalias, a alguien que está a la espera de juicio, aunque ya lo haya condenado la opinión pública de la manos de los Matías Prats, María Rey, De la Morena, Ferreras o su "conyuja".

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