lunes, 10 de junio de 2024

Mono negro, mono blanco

 


Con tan justo como buen criterio, el mundo del deporte y especialmente -el más necesitado- el del fútbol, vienen proclamando la necesidad de erradicar el racismo y la xenofobia de los estadios.

En los últimos meses ha venido abanderando el movimiento el Real de Madrid, consecuencia de los insultos recibidos por su jugador Vinícius Jr. en lugares lejanos de La Castellana, gruta donde la corriente discurrió el pasado 26 de marzo con un partido amistoso España-Brasil con el lema “una misma piel”. Recordemos que el brasileño, según fuentes propias y de su club, fue víctima de insultos generalizados durante el Valencia-Real Madrid del 21 de mayo de 2023 en Mestalla. A pesar de la trascendencia generada, la Comisión Permanente de la Comisión Estatal contra la Violencia, el Racismo, la Xenofobia y la Intolerancia en el Deporte solo había dictado una sanción de 4.000 euros y 12 meses de prohibición de acceso a los estadios contra una persona. Todo parece haber culminado con la sentencia de la titular del Juzgado de Instrucción número 10 de Valencia que ha condenado este lunes a sendas penas de ocho meses de prisión a los tres aficionados del Valencia CF que dirigieron esos insultos racistas. La sentencia, que ha sido notificada a las partes tras la celebración de un juicio rápido celebrado hoy mismo por conformidad de las partes, declara a los acusados autores de un delito contra la integridad moral con agravante de discriminación por motivos racistas.

Un año después se hace justicia. Sin embargo, ¿quién se acuerda de que el pasado 30 de marzo -hace dos meses largos- Iglesias Villanueva, árbitro del Getafe-Sevilla de la jornada 30 de la Liga pasada, aplicó el protocolo contra la violencia verbal y paró el encuentro en el Coliseum cuando el propio futbolista, Marcos Acuña, le avisó de que desde la grada le estaban cantando «mono». En el mismo encuentro, el entrenador sevillista, Quique Sánchez Flores, recibió también gritos de «gitano». Recordemos que el Comité de Apelación de la RFEF, el pasado miércoles 17 de abril, estimó las alegaciones presentadas por el Getafe y dejó sin efecto el cierre parcial del estadio durante tres partidos y la sanción pecuniaria de 27.000 euros inicial, dándose por zanjada la situación.

¿Qué ha ocurrido para que la relevancia de lo acontecido con el jugador madridista sea infinitamente superior a la sucedida con el sevillista? Salvando las distancias, uno milita en el Real Madrid, otro en el Sevilla FC y, aunque de tonalidades estemos hablando, podría decirse: ¡Madrid… Sevilla… Vinícius… Acuña… no hay color! Por cierto, uno campeón de la Liga de Campeones de la UEFA, otro de la Liga Europa de la UEFA y uno solo es campeón del mundo, ¡adivinen cuál!

¿Dónde está, pues, la diferencia de trato? Parece claro: precisamente en eso, en el color del sujeto pasivo y también según quien sea el autor. Vomitar el mismo insulto, «mono», otorga distintas consecuencias según que el primate sea negro o albino. Si se trata del segundo, “leña al mono que es de goma”, si es del primero, “conjura universal contra la ignominia” capitaneada por los que vienen ocultando y callando vergonzosamente -¡sevillanos, yonkis y gitanos!-, los cánticos de los suyos durante años. Y es que, aparte de ese aullido que sigue de actualidad, ¿se acuerda hoy alguien de lo acontecido con Wilfred en aquel mismo lugar hace ya seis lustros?: “Negro, cabrón, recoge el algodón” o “Ku Klux Klan”.

Así, así, así una vez más, mientras unos siguen poniendo la otra mejilla, el maestro Ciruela, “noble y bélico adalid, caballero del honor”, se enseñorea por España.

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