lunes, 26 de agosto de 2024

130211. La perversión del lenguaje

 


Como ya se dijo, a los siete años en el dique seco en lo que en RRSS a mí respecta, se unió un lustro de colaboraciones muy esporádicas en otros medios y espacios tales como Letra Cursiva, El Tercer Lado, esRadio o Columnas Blancas, que iré recordando en este reaperturado espacio, poco a poco. Algunas parecerán nostálgicas, otras se antojarán imposibles a la luz de los acontecimientos vividos en España y, especialmente, en Andalucía en los últimos cinco años… Continuamos con las colaboraciones en El Tercer Lado, asociación de funcionarios de la Junta de Andalucía que presidí y un asunto “siempre de actualidad” para los medios subvencionados: La perversión del lenguaje publicado el 11 de febrero de 2013 (19 de 21)

 

Aprendimos en su día que son funcionarios de carrera los que, en virtud de nombramiento legal, están vinculados a una Administración Pública por una relación estatutaria regulada por el Derecho Administrativo para el desempeño de servicios profesionales retribuidos de carácter permanente.

 

Pero hete aquí que no todos piensan lo mismo. La perversión del lenguaje es el principal indicador de que esto se desploma:

 

Primero fueron los responsables políticos -de la Junta de Andalucía, de los partidos que, entonces y ahora, sostenían y sostienen al Gobierno, de los sindicatos de clase- los que, aprovechando el tótum revolútum de los Decretos -y la posterior Ley- de Reordenación del Sector Público de Andalucía, mimetizaron infamemente las diversas definiciones que del personal funcionario y laboral, y de sus relaciones funcionales, habían elaborado durante siglos las Leyes, la Jurisprudencia y la Doctrina.

 

Ha sido ahora el dirigente popular, Carlos Floriano, quien, dejando en pañales a los anteriores, se ha referido como un “funcionario del PP” al exmarido de la ministra de Sanidad, Jesús Sepúlveda, que sigue en la nómina del partido a pesar de su imputación en la trama Gürtel: “Tras su salida forzosa de la alcaldía del municipio madrileño reclamó su puesto en el partido y el PP se vio en la obligación de readmitirle en la plantilla porque tenía una excedencia tras haberse presentado a las elecciones y haber sido elegido alcalde de Pozuelo”. Es decir, “inamovible”, sin remoción posible y se queda tan pancho.

 

Claro que nada comparado con las afirmaciones del más conocido comunicador deportivo del siglo XX, José María García, que, degenerando, como apuntó Juan Belmonte, se refería a Raimundo Saporta (q.e.p.d.) como un “alto funcionario” del Real de Madrid.

 

Y es que el que no se consuela es porque no quiere.

 

P.S.-

Acabo de leer que “el funcionario” Jesús Sepúlveda acaba de ser despedido. ¡Mundo cruel! ¿Previo expediente?

 Francisco Romero, presidente de la Asociación El Tercer Lado.

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